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Observatorio PSyD

El observatorio opina

28 de Enero de 2013

Insurgencia y Estados fallidos (I)

Col. Francisco Rubio Damián
Director Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales

En las últimas décadas el fenómeno de la insurgencia ha adquirido una enorme relevancia estratégica y, según la opinión de numerosos analistas, seguirá vigente, como poco, durante el primer tercio del siglo actual. Se trata de un término muy extendido que con frecuencia se emplea sin mucho rigor, confundiéndolo con otros conceptos como alzamiento, revuelta, subversión, sedición, sublevación y guerrilla.

La Real Academia Española precisa que la insurgencia es un levantamiento contra la autoridad. Esta definición aporta los elementos conceptuales claves del término –levantamiento y autoridad– pero es tan genérica que resulta insuficiente desde una perspectiva que pretenda profundizar en su alcance estratégico.

El Departamento de Defensa de EEUU aporta elementos definitorios más específicos que contribuyen a encuadrar el concepto en el campo de la estrategia. Hasta 2009, la doctrina militar norteamericana denominaba insurgencia al grupo o movimiento que intenta derribar la autoridad gubernamental mediante la subversión y el conflicto armado. Posteriormente, se prefirió aplicar el mismo criterio que el empleado con los términos terrorismo (uso de la violencia) y grupos terroristas (movimiento) y, por lo tanto, definir la insurgencia como un determinado uso de la violencia, manteniendo solo como segunda acepción el referido al grupo que la practica. Así, las publicaciones doctrinales estadounidenses consideran ahora que la insurgencia es  el uso organizado de la subversión y la violencia por parte de un grupo o movimiento que pretende derrocar o cambiar la autoridad gubernamental o, cuanto menos, el debilitamiento del control y de la legitimidad del poder establecido, a costa del fortalecimiento de la insurgencia.

Por su parte, el profesor Jordán propone una definición muy detallada y útil que amplía la de la doctrina militar norteamericana: “La insurgencia es un enfrentamiento organizado, y prolongado en el tiempo, que pretende cambiar un régimen político, controlar un determinado territorio, o mantener una situación política caótica, mediante una estrategia efectiva de movilización social y conflicto armado donde los insurgentes adoptan, la mayor parte de las veces, un enfoque asimétrico” (Javier Jordán: “Las nuevas insurgencias. Análisis de un fenómeno estratégico emergente”. Anuario español de Derecho Internacional A.E.D.I., vol. XXIV - 2008).

Estas definiciones destacan, en primer lugar, el fuerte vínculo entre los objetivos de la insurgencia y el poder político. De hecho, los grupos insurgentes pretenden apoderarse de la autoridad gubernamental o, cuanto menos, mantener una situación anárquica en la que puedan hacerse con ciertas áreas de control o dominar determinados territorios. Por lo tanto, la insurgencia es de naturaleza interna, no interestatal, en la que los insurgentes parten de una situación de inferioridad de capacidades operativas respecto al poder establecido.

Otra de las características definitorias de la insurgencia es su perdurabilidad. Un movimiento social que emplea la violencia para el logro de sus fines solo tiene posibilidades de perdurar si dispone de una capacidad de movilización sostenida, lo que entre otras cosas obliga a tener una aceptable organización y cierta capacidad de sumar voluntades. El factor indispensable de supervivencia es el apoyo de la población e incluso internacional, sin los cuales la insurgencia será incapaz de conseguir una mínima legitimidad. Esto hace muy complicado crear y mantener un grupo insurgente, y explica que muchos de los que lo han intentado hayan fracasado.

Las formas de acción de los movimientos insurgentes se basan en la violencia y pasan necesariamente por el enfrentamiento armado, aunque en la mayoría de las ocasiones también practiquen procedimientos de confrontación social. Evitan, al menos durante las fases iniciales, la guerra convencional, prefiriendo la puesta en práctica de tácticas asimétricas que, en caso de resultar exitosas, podrían evolucionar hacia un conflicto híbrido en sus fases finales.

Lo anteriormente expuesto pone de manifiesto la relación entre los términos insurgencia,  subversión y guerra de guerrillas. La subversión es el conjunto de actividades dirigidas a quebrantar la estabilidad de un régimen político, que se caracteriza por un empleo moderado de la violencia. La subversión es, por lo tanto, una de las herramientas de que se sirve la insurgencia para obtener sus fines. Algo similar ocurre con la guerra de guerrillas, una táctica de lucha armada que puede ser utilizada por los grupos insurgentes, lo mismo que ocurre con otras formas de acción violenta como el terrorismo. En definitiva, el concepto de insurgencia no se identifica con procedimientos o tácticas, sino con movimientos más o menos populares que mediante diversos métodos, que siempre incluyen el enfrentamiento armado, buscan un cambio de poder en su beneficio.

Jaca 28 de enero de 2013

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