Cátedra Paz, Seguridad y Defensa

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Observatorio PSyD

El observatorio opina

6 de Febrero de 2015

Una nueva batalla contra el miedo

Fernando Martín Cubel
Máster en Relaciones Internacionales.
Miembro de SEIPAZ

Me imagino que un año más, y éste no va a ser una excepción, en muchos centros de reflexión en seguridad internacional así como a título individual se procederá a un exhaustivo análisis, generador de un relato bien organizado de los más destacados acontecimientos que el año 2014 ha generado. Un año que iniciamos con la mente puesta en la conmemoración de la Primera Guerra Mundial, uno de los hechos más reseñables y cuyas consecuencias todavía sufrimos, y que, finalizamos este año absolutamente escandalizados por las informaciones relativas a las torturas practicadas por la CIA dentro de su “cosmogonía”  de la  guerra contra el terrorismo, y la constatación , de como una  parte sustancial de instituciones y organismos  públicos han generado verdaderas dudas sobre el respeto a los derechos humanos. Pero a la vez, debemos sentirnos reconfortados ante la valiente labor de una mujer, Dianne Feinstein (presidenta del Comité de Inteligencia norteamericano) quien ha luchado por que no se olvidará esta página oscura, una vez más las mujeres nos dan lecciones de una gran humanidad frente a la oscuridad masculina. Todo ello sin relegar el ejemplo de la nueva premio Nóbel de la paz 2014 Malala y su vibrante discurso, o acontecimientos como el alto al fuego en Colombia, el acercamiento entre EEUU y Cuba, y porque no, el impacto en la bajada de los precios del crudo (pobre Rusia). Sin embargo, en este final del 2014 creo que debe concitar nuestra atención, un problema que cada vez está más cercano a nuestra cotidianeidad y que genera un alto grado de incertidumbre.

La finalización de la guerra fría forjó una vaga impresión de un definitivo carpetazo, una larga historia de siglos dominado por un único modelo de seguridad centrado en el principal actor del sistema internacional existente, tal y como era el estado. La apertura y acercamiento a nuevas realidades en seguridad, la constatación de nuevas ideas en el ámbito del realismo político, el liberalismo…., el descubrimiento de un conjunto de realidades que cobraban una pujante visibilidad  que hasta “minutos” antes de sonar la bocina, no habían sido escuchadas u observadas con cierto detenimiento (movimientos migratorios, las relaciones sur-sur, la importancia de los movimientos sociales, el papel de los países emergentes, etc.… .); y sin olvidar, como las hasta ahora inamovibles y rígidas agendas de seguridad nacionales e internacionales daban señales de un evidente agotamiento y de una necesidad de profunda regeneración. Bien, todo ello parecía vislumbrar un nuevo escenario en el que el centro de las preocupaciones ya no solo sería el estado sino que a él se incorporaba la figura incontestable del ser humano. Las realidades y consecuencias de la denominada globalización a nivel económico y financiero pero también cultural y ético, la constatación de avances decisivos hacia la toma de conciencia de los nuevos riesgos, amenazas y oportunidades post-guerra fría, hacía presuponer un nuevo marco de interpretación en la propia idea de la seguridad internacional. No olvidemos los vaivenes estratégicos de la OTAN, la falta de un concepto claro de seguridad en la OSCE o dentro del espacio ONU, el nacimiento de nuevas ideas como la Seguridad Humana, la puesta en marcha del proceso sobre los Objetivos del Milenio y las nuevas misiones civiles en numerosos puntos del planeta, en consecuencia, nuevas posibilidades en un espacio global de seguridad y en una agenda de seguridad más amplia, transversal y centrada en la figura del ser humano.  

Hoy, las noticias se suceden, Irak, Siria, la emergencia de un nuevo terrorismo islámico, los continuos ataques cibernéticos, el fracaso de la UE como actor e interlocutor global, entre otros; frente al conjunto de amenazas y riesgos existentes se está promoviendo una cierta involución en la realidad misma de la propia seguridad internacional, bajo la terrible excusa de  la lucha global contra el terrorismo, volvemos a un escenario de realidades identitarias, de espacios  sin matices, pero sobre todo a la pérdida de la batalla decisiva  para toda la humanidad como es su constante lucha contra el miedo (pensamos que el miedo al terror nuclear sería el último): y es que somos incapaces de valorar los profundos cambios producidos en estos últimos treinta años ¿y adaptarnos?, de observar no solo el bosque en su conjunto sino al conjunto de bosques  conectados a nuestro alrededor y de generar una adecuada aptitud ante la enorme riqueza de los matices que los acontecimientos por sí acontecen, es decir se  intenta retrotraer hacia una hermosa nebulosa de la Guerra Fría (obsérvese como ejemplo lo sucedido en el conflicto de Ucrania durante 2014, las complicada relaciones de Rusia con Occidente).

Si esta percepción fuera así, cuestiones como el Cambio Climático (no olvidemos la última y “fracasada” cumbre celebrada en Lima 2014) -el necesario cumplimiento de mínimos-, o como no la decisiva apuesta por alcanzar  los Objetivos del Milenio, que en 2015 van a ser analizados en profundidad, y sin olvidar, la cada mayor presencia de las mujeres en el escenario global, pueden todas ellas quedar reducidas a una especie de espacio secundario y de relativo olvido; ante la constante imposición de rígidos planteamientos de seguridad que obviamente olvidan la importancia de las causas de los riesgos existentes y pretenden rechazar una mayor mesura a la hora de establecer unos adecuados marcos referenciales de análisis. Es verdad que decisiones como el reforzamiento de la OTAN en el este europeo no ayuda en nada, la no financiación de vitales proyectos humanitarios que parecen dejados a sus terribles dinámicas de agotamiento o el empuje de un nuevo radicalismo que obvia lo esencial de la dignidad humana no permiten augurar un futuro muy halagüeño.

Esta búsqueda de las viejas recetas de seguridad ante el incontestable fracaso por establecer profundos consensos en seguridad global y regional, es la verdadera causa de la inseguridad que poco a poco va teniendo más sentido; por tanto, debemos estar atentos a aquellas señales que supongan un retroceso, que menoscaben los espacios de libertad y seguridad real, que amenacen las posibilidades de nuevos escenarios de paz y seguridad y sobre todo de conocimiento y enriquecimiento de sociedades, culturas y personas, si ello sucediera esta auténtica ventana de oportunidades en el ámbito de la seguridad existente desde finales del siglo XX podría volver a cerrarse una vez más. En realidad, los resultados que puedan alcanzarse en el 2015 respecto a  las Cumbres del Cambio Climático y del cumplimiento de los Objetivos del Milenio serán los perfectos ejemplos del retroceso o definitivo avance en la seguridad global.

6 de febrero de 2015






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