Cátedra Paz, Seguridad y Defensa

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Observatorio PSyD

El observatorio opina

31 de Octubre de 2014

Ucrania 2014, ¿es posible extraer alguna lección?

Fernando Martín Cubel
Máster en Relaciones Internacionales.
Miembro de SEIPAZ

La verdad es que en el poco tiempo que ha durado este conflicto dentro de Ucrania entre las tropas fieles a Kiev y las milicias separatistas prorrusas –con el estimable apoyo de Rusia-, las consecuencias materiales y humanas son terribles: más de 2.900 muertos y 7.600 heridos, cerca de 600.000 personas desplazadas tanto a otras zonas de Ucrania como a otros países vecinos, en especial Rusia (según datos de la ONU); y ello sin olvidar que siguen produciéndose  enfrentamientos sobre todo en la zona de Donetsk entre fuerzas prorrusas y leales a Kiev, lo que no permite afirmar que exista un auténtico cumplimiento del acuerdo de 5 de Septiembre de 2014, en Minsk. En este momento, a comienzos de Octubre, existe un compromiso entre las partes implicadas en el conflicto ucraniano ¿se está intentando respetar? El acuerdo de Minsk fue firmado por Ucrania, Rusia, representantes de la república de Donetsk y de la república de Lugansk bajo el decisivo papel de la OSCE (de la acción de su misión especial a la zona). En dicho protocolo cabe destacar entre otros aspectos: asegurar el alto al fuego bilateral, la retirada de fuerzas armadas ilegales, mercenarios, equipamientos militares, la creación de zonas de seguridad, el desarrollo de un diálogo inclusivo nacional, asegurar la vigilancia de la frontera entre Ucrania y Rusia a través de la acción de la OSCE, proceder a un proceso de descentralización del poder mediante acuerdos con las áreas rebeldes, entre otras medidas [1].

Puede resultar excesivo por mi parte señalar que intuyo –y deseo equivocarme- un cierto regreso a “añoradas” políticas de poder duro como cierta expresión del fracaso colectivo en Ucrania; un fracaso que intentan aprovechar aquellos que hasta el momento permanecían en su segundo plano, apartados de las renovadas reflexiones sobre seguridad, y que han encontrado un resquicio  para hacernos ver lo muy equivocados que estábamos. Sería triste que esta visión de seguridad volviera a emerger con fuerza en un viejo continente donde todos sabemos los riesgos que conllevan ciertos unilateralismos de poder y sobre todo la falta de una cierta sensibilidad respecto a las diferentes percepciones de seguridad europea. De todo esto, una primera lección: no tenemos todavía un único relato –tan necesario- de nuestra arquitectura de seguridad; hasta el momento la visión atlantista, las propuestas rusas o las ideas procedentes de la UE han sido incapaces de generar una cobertura de legitimidad y confianza dentro de todo el espacio europeo y en especial en la situación de Ucrania, ello debe hacernos reflexionar.

La variante energética también juega en esta complicada realidad un destacado papel, recordar que el pasado 17 de diciembre de 2013 se firmaba una reducción de precios por metro cúbico, 286 dólares por metro cúbico, entre Rusia y Ucrania. Pero, con las hostilidades en territorio ucraniano, a mediados de junio Rusia decidió cortar el acceso al flujo de gas hacia Ucrania; si bien es verdad, que en septiembre de 2014 se ha llegado a un principio de acuerdo –con la mediación UE-, que supone para Kiev el compromiso de 3.100 millones de dólares (no releguemos que la deuda total está en torno a los 5.000 millones), sin embargo ha quedado pendiente la resolución del enfrentamiento judicial entre Gazprom y Naftograz respecto al precio a convenir tras los últimos encargos de gas. Ucrania ha tenido que realizar una política de redistribución en el acceso al gas (siempre ruso) a través de países como Polonia, Eslovaquia y Hungría (país este último bastante reticente), sin embargo las capacidades de flujo de gas no permite dar una solución definitiva a las posibles restricciones del mismo este próximo otoño e invierno [2].

No cabe la menor duda que es un asunto grave para Ucrania, pero también lo puede ser a las relaciones UE-Rusia, ya que la UE ha apostado por permitir el acceso al gas a Ucrania, algo que Rusia no ve con buenos ojos, no dejemos de lado que ante esta política comunitaria, Gazprom a comienzos de septiembre redujo el flujo de gas a Polonia ¿una advertencia a la UE, presión al gabinete polaco? Y sin perder de vista que estamos en medio de la instauración de un régimen sancionador entre UE-Rusia, donde el gas (y su precio) será un asunto de suma importancia. La cuestión del gas está cada vez más presente, sin duda el otoño e invierno están a la vuelta de la esquina, la UE debiera extraer importantes lecciones sobre esta situación respecto al modelo de seguridad energética europea requerida en el ámbito del gas, y ser capaz de estudiar las diversas soluciones sobre almacenamiento y gestión del mismo tal y como ha realizado España con éxito; obviamente las diferentes percepciones en esta cuestión lastran en numerosas ocasiones  una postura común fuerte; para Rusia, la imposición de una política energética sancionadora sobre uno de sus socios comerciales más importantes en el ámbito del sector energético como es UE, podría resultar muy negativa en un momento en que el acuerdo energético con China de 2014 tarda en materializarse; para ello deben generarse acciones diplomáticas que supongan una verdadera distensión en esta cuestión, ya que por el lado norteamericano las sanciones en su sector energético son reales, y centrar su atención en otros aspectos derivados de la situación de Ucrania con UE, el Kremlin sabe que su margen de maniobra en la cuestión del gas no es tan amplia como parece. El acuerdo de gas entre Ucrania y Rusia del mes de septiembre puede ser una buena prueba de ello.

Respecto a la situación de Ucrania, el actual presidente Poroshenko, a finales del mes de septiembre de 2014 lanzó la propuesta de una “estrategia 2020”, centrada en la prioridad por mejorar el sistema judicial y el reforzamiento del modelo de Defensa, entre otras medidas. En este mismo mes el presidente ucraniano solicitó la renuncia de Ucrania a la política de país no alineado; también se aprobó a través de la Rada Suprema la ley que concede autonomía y amnistía a los rebeldes prorrusos (quienes podrán crear su propia policía, contar con tres años de plena autonomía, establecer relaciones económicas y culturales con las regiones fronterizas rusas, legalizar sus formaciones militares, y se ha procedido a revocar el acuerdo que no permitía la cooficialidad del ruso), cuestiones que han sido muy bien recibidas por el Kremlin. Sin embargo, son numerosas las cuestiones que permanecen sin resolver: ¿qué papel van a jugar los oligarcas una vez que se normalice la situación y que el alto al fuego se consolide?, la frágil situación del presidente Poroshenko en la Rada Supresa – al no contar con un partido fuerte- representa un serio problema a la hora de llevar a cabo políticas sociales, económicas y sobre todo la puesta en marcha de su agenda 2020 (el primer ministro Yatseniuk presentó su dimisión). Tampoco hay que olvidar que los ucranianos están convocados a unas nuevas elecciones legislativas para el próximo día 26 de octubre en el que debe lograrse una mayor participación de toda la sociedad ucraniana  y en especial de la zona este (en las pasadas elecciones de mayo los datos dieron un  bajo nivel de participación cercanos al 40% en este área). Y todo ello, sin olvidar una doble cuestión como es la puesta en marcha de una activa política por parte de los poderes públicos ucranianos así como por la propia sociedad que recuperen los puentes de concordia que se han perdido y restañen a las profundas heridas abiertas y que siguen estando muy vivas en las zonas afectadas por la guerra sufrida, siendo prioritario por todos lograr que el cese de los enfrentamientos sea duradero. Y, cómo no, que el conjunto de reivindicaciones sobre mejoras en la transparencia política y en las condiciones sociales, entre otras que formaban parte del Maidan, no queden olvidadas y nos enfrentemos de nuevo ante un cierre en falso en la política de Ucrania.

A su vez, la inestabilidad ucraniana deriva una clara vertiente de enfrentamiento entre Rusia, EEUU y UE, a través del desarrollo de políticas sancionadoras entre las diferentes partes, algo que puede afectar poco a poco a las hasta ahora buenas relaciones comerciales entre UE y Rusia; no olvidemos que UE adoptó en julio de este año medidas sancionadoras en materia energética, financiera y militar, mientras que Rusia a comienzos de agosto puso en marcha una política de bloqueo comercial a los productos agroalimentarios de UE junto a su proyección exterior, en especial en América Latina, en busca de nuevos proveedores frente al atasco de sus relaciones con UE. Para la política comunitaria supone  unas pérdidas de unos 5.000 millones de euros en el ámbito agroalimentario, junto con el impacto negativo en los sectores energético y financiero, no dejemos de lado que la previsión de estas medidas sancionadoras presumen una pérdida de cinco décimas de crecimiento en un área mundial comercial como es UE que en estos momentos no disfruta de una situación de crecimiento y que no termina de despegar, generando serias dudas. Serbia, Israel, China y países latinoamericanos como Brasil, México y Argentina gozan de una oportunidad que les puede permitir unas mejores expectativas comerciales con Rusia en detrimento del espacio europeo. Y, todo ello sin olvidar que Rusia ya no muestra una acuciante necesidad de desplegar políticas comerciales y económicas globales cuyo único marco referencial suponga una constante interrelación con los países occidentales (creación del Banco de Desarrollo de los BRICS,  es posible que una mejor posición en los flujos sur-sur y sin olvidar el desarrollo de la Unión Aduanera euroasiática). Ruth Ferrero-Turrión señala varias líneas de análisis que resultan de gran interés en esta cuestión: la progresiva modificación del modelo de gobernanza global, que Rusia está buscando nuevos mercados en América Latina y China (acuerdo energético 2014), mientras que UE debe buscar nuevos mercados ante el boicot ruso, también Rusia está desplegando una política más potente en el mundo y, como no, la falta de una posición fuerte de UE [3].

Uno de los grandes beneficiarios de esta situación resulta ser Polonia, país que no sufre en mayor medida el régimen sancionador ruso y que está aprovechando la situación creada para mejorar su papel y protagonismo dentro de la UE, cuenta con un potencial económico envidiable respecto al resto del espacio europeo y frente a países como los bálticos o la propia Hungría que sufren más de cerca el boicot ruso; cada vez más puede hacer valer su influencia en el seno de la toma de decisión de las políticas europeas respecto a Rusia, algo que puede incomodar a la acción de Berlín.

Respecto a EEUU, la verdad es que la postura en relación a la acción rusa en Ucrania se ha endurecido, algo que se echa en falta en el conflicto sirio, la política de sanciones  está centrada en paralizar el gran corazón que genera las potencialidades rusas como es el sector energético y que tiene enormes implicaciones en áreas estratégicas para Rusia como el Ártico (la administración Obama ha prohibido cualquier tipo de apoyo de empresas norteamericanas a los proyectos petrolíferos rusos en el océano Ártico, salvo el ámbito financiero) aunque es verdad que el sector del gas ruso no se ve afectado, puede que se busque con ello que una adopción de medidas sancionadoras en el sector del gas ruso pueda repercutir de manera negativa en los consumidores de sus aliados europeos. Sin olvidar que EEUU bloquea la actuación al conglomerado financiero y de defensa rusos, caso del banco Sberbank. ¿Tiene algún sentido este verdadero enfrentamiento en el ámbito sancionador para EEUU, UE y Rusia?, y en su caso ¿junto con la supuesta nueva actuación OTAN, forma parte todo ello de una nueva política de seguridad respecto a Rusia?

Sinceramente, resulta difícil saber cuáles son las líneas futuras que de este conflicto de Ucrania se deriven, si cabe señalar que resultaría muy interesante que alguien pudiera explicarnos cómo es posible que un conflicto en principio no violento ha podido derivar a la actual situación y sobre todo en qué momento tanto EEUU, UE como Rusia van a creer que el espacio más adecuado para lograr consensos y estabilidad sobre Ucrania reside en el decisivo papel de la OSCE y no tanto en la puesta en marcha de capacidades únicamente militares y de seguridad tradicional, tal y como se deriva de la Cumbre de la OTAN 2014 celebrada en Cardiff, así como inaugurar una especie de gran comedia de sordos muy preocupante.

Igualmente, deberemos esperar a los primeros pasos de la nueva Comisión Europea, si es que finalmente inicia su andadura ya que creo crucial definir sobre la base de las diferentes sensibilidades y voces del espacio europeo una postura común que nos permita ser capaces de defender nuestros intereses ante la presión no solo rusa sino también norteamericana, el fracaso del acuerdo de asociación de Vilna 2013 pone de manifiesto que los europeos debemos valorar  la importancia de los espacios estratégicos naturales ya existentes así como las denominadas zonas de influencia, pero sobre todo no podemos permitir que vuelvan a imponerse viejas y caducas políticas de seguridad en el espacio europeo que fueron acalladas con el cerrojazo de 1991 y en ello la UE tiene una alta responsabilidad y fortaleza como espacio integrador e innovador.

Epílogo: mientras finalizo de redactar este artículo, Pilar Bonet, periodista de El País, nos relata que por desgracia no hay la suficiente valentía para mantener el acuerdo de 5 de septiembre de 2014, los combates por el control del aeropuerto de Donetsk continúan así como la continua amargura de la población civil que sufre las consecuencias del fuego de artillería y de las insensatas decisiones de este absurdo conflicto.

31 de octubre de 2014


[1] Acuerdo de 5 de Septiembre 2014, Minsk, con doce medidas . Para un conocimiento adecuado del mismo remito a la siguiente dirección electrónica. http://en.wikipedia.org/wiki/Minsk_Protocol . [consulta 02-10-14]. No olvidemos también, las  siete propuestas de Putin presentadas durante su viaje a Mongolia: cese de las operaciones de asalto, retirada de las unidades militares a una distancia de no agresión, respeto del alto al fuego, exclusión de uso de aviones de combate, intercambio de personas detenidas, creación de corredores humanitarios e inicio de la reconstrucción de infraestructuras y servicios destruidos.

[2] Polonia puede llegar a aportar los 5Mmillones de mc, Hungría unos 1,5Mmillones de mc y Eslovaquia 10Mmillones de mc.

[3] Ruth Ferrero-Turrión, ¿Quién gana y quien pierde con las sanciones rusas? [consulta 02-10-14] http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/web/rielcano_es/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_es/zonas_es/comentario-ferreroturrion-quien-gana-quien-pierde-con-las-sanciones-rusas#.VDG0gWd_tgg





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