Cátedra Paz, Seguridad y Defensa

Español English

Observatorio PSyD

El observatorio opina

24 de Abril de 2015

Sin interrogantes: Sudán, una camisa de once varas para la Unión Africana*

Darío López Estévez
Lexicógrafo, lingüista, y analista geopolítico

*Este artículo se constituye como una continuación del precedente Sudán, ¿una camisa de once varas para la Unión Africana?, publicado el 14/11/2014 en este observatorio.
*Corrección del artículo publicado con el mismo título el 22 de abril.

No hay lugar a dudas. Las buenas expectativas sobre la intervención de la Unión Africana en los asuntos internos sudaneses a través de su Panel de Alto Nivel para Sudán (AUHIP) han quedado en agua de borrajas. Sin interrogantes, Sudán es una camisa de once varas para la Unión Africana. Tras más de un año del lanzamiento de la Iniciativa del Diálogo Nacional [1] en el que se han sucedido innúmeras contradicciones entre lo proclamado y lo practicado a pesar de la unánime intención de democratizar la arena política sudanesa [2], los esfuerzos por lograr un consenso entre los diversos actores políticos del país ante las próximas elecciones han quedado en saco roto. El 13, 14 y 15 de este mes, de no producirse un vuelco de última hora, se celebrarán las terceras elecciones presidenciales en Sudán desde 1989, año en que el Partido del Congreso Nacional tomó el poder del país mediante un golpe de Estado militar. La cita electoral estará, de nuevo, marcada por el boicot de los mayores partidos de la oposición, reunidos en la coalición de las Fuerzas del Consenso Nacional (qiwà al-i?m?? al-wa?an?), el recrudecimiento del conflicto armado entre rebeldes y autoridades, y una más que clara apuesta del régimen gobernante por el continuismo [3].

A finales del pasado mes de agosto, la Unión Africana decidió ampliar los poderes del AUHIP con el fin de enderezar la andadura de la Iniciativa del Diálogo Nacional (IDN), que estaba, al contrario de lo que propugnaba, fragmentando, aún más, la ya de por sí atomizada arena política sudanesa. Las detenciones de oponentes políticos, las disposiciones legislativas que amordazaban a los medios de comunicación [4], el recrudecimiento de los combates entre los rebeldes y el gobierno central, las declaraciones admonitorias cruzadas entre la coalición gubernamental y la oposición dejaban entrever muy pocas posibilidades de que la IDN consiguiese crear un ambiente distendido propicio para el diálogo y el consenso acerca de cuestiones clave para el futuro del país como las elecciones, la redacción de la nueva constitución [5] y el fin de los conflictos y las crisis humanitarias que durante decenios han asolado el país.

Como ya hemos dicho, la intervención del AUHIP en la política interna del país se ha quedado, una vez más, en un enésimo, fútil e infructuoso intento. Apenas un amago. Pocos días después de la mencionada ampliación de poderes, el 5 de septiembre, los dos frentes del Diálogo llegaban a un acuerdo marco en Addis Abeba en el que se comprometían simplemente a participar en la IDN. Sin embargo, el acuerdo se cimentaba sobre unos pies de barro patentes, entre otras cosas, en el hecho de que las partes no se vieron las caras ni siquiera para su firma. La coalición gubernamental y la oponente, conocida como las Fuerzas del Manifiesto de París [6], suscribieron el documento en días diferentes, el 4 y 5 de septiembre respectivamente. La semilla de la discordia hacía tiempo que había brotado. Quizás ya era demasiado tarde.

Pero la esperanza es lo último que se pierde. Esperando que el acuerdo rebasase el ámbito de las intenciones hacia su materialización, la Unión Africana siguió apostando por enderezar la situación. Entre el 5 y el 6 de noviembre, miembros del AUHIP se personaron en Sudán para entablar conversaciones con las partes implicadas y vislumbrar, al menos, una tregua en el conflicto interno que devasta las regiones de Darfur, Kordofán y Nilo Azul. Los encuentros se saldaron con un más que buen sabor de boca, como expresó la mismísima presidenta de la organización internacional [7], Nkosazana Dlamini Zuma. El 12 y 25 de ese mismo mes tendrían lugar, en la sede de la Unión Africana en Addis Abeba, sendas negociaciones entre el gobierno de Sudán y algunos grupos rebeldes. Primero sería el turno del Movimiento Popular para la Liberación de Sudán – Sección Norte, y el 25 se conversaría con los darfuríes Movimiento por la Justicia y la Igualdad (MJI) y el Movimiento para la Liberación de Sudán. El objetivo sería, como ya se ha dicho, acercar posiciones para acabar con la guerra.

La verdad es que, a pesar del optimismo de la Unión Africana, durante el mes que precedió las negociaciones, las partes beligerantes, lejos de preparar los encuentros y buscar espacios para el pacto, se afanaron por asestar el mayor número de golpes al enemigo con el fin de llegar a la mesa de negociaciones desde una posición ventajosa. El mismo Omar al-Bashir anunció  en octubre una ofensiva militar definitiva contra la rebelión y el Frente Revolucionario Sudanés no dio muestras de querer rebajar la tensión en el comunicado que había emitido el 24 de octubre para condenar la reelección del presidente como candidato del Partido del Congreso Nacional (PCN) [8] a las elecciones de abril. A pesar de los numerosos y preocupantes indicios que dejaban presagiar que las intenciones declaradas en el acuerdo del 4 y 5 de septiembre se quedarían en eso, en meras intenciones, los preparativos siguieron adelante y los encuentros, finalmente tuvieron lugar.

El desenlace de las negociaciones sorprendió… por la aplastante frustración que suscitaron. Las negociaciones con el MPLS-N supusieron ya un primer mazazo. Tanto, que fue el mismísimo Thabo Mbeki, presidente del AUHIP, quien decidió suspenderlas por lo lejano e inamovible de las posiciones. De manera análoga se concluirían las negociaciones con los grupos darfuríes, iniciadas el día 25, y por razones similares: mientras los rebeldes se negaban a pactar soluciones parciales y reclamaban tratar la totalidad de los problemas que afligen al país, el gobierno se mantenía firme en su determinación a circunscribir las negociaciones al Acuerdo de Paz de Doha de 2011. Fin, por ende, de unas conversaciones entabladas, digámonos la verdad, sobre un terreno más que yermo.

Al atropellado final no sólo contribuyeron los ya citados acontecimientos en la antesala de las negociaciones, que no hicieron más que alejar ulteriormente las posiciones de los llamados al diálogo, sino también la constitución de la red de alianzas que ya había sido tejida con anterioridad y desde la cual se entablaron las conversaciones. Tanto los grupos darfuríes como el MPLS-N se hallan coaligados bajo la insignia del Frente Revolucionario Sudanés, que se ha afanado, con éxito, por mantener la unidad entre sus filas y evitar que el régimen logre su propósito al ejercer la estrategia del dividi et vinci. Así lo ha declarado el negociador jefe del MJI, Ahmed Tagod, en una entrevista a finales del año pasado [9].

Fin, por ende, de unas conversaciones cuyos objetivos mínimos se revelaron utópicos desde el primer segundo. Posdata: siguen los combates. Una vez descartada la posibilidad ni siquiera de una tregua, disuadidas las partes y la Unión Africana de la infructuosidad de cualquier intento de tender puentes, la escalada de violencia aumentó de manera exponencial. Apenas un mes después del derrumbe de las negociaciones, la ONU contabilizaba nada más y nada menos que 36.000 nuevos desplazados en Darfur. Las Dos Áreas, como se conoce en la jerga de la Unión Africana a Nilo Azul y Kordofán, siguen bajo el flagelo de la guerra.

Disipación, por tanto, de las esperanzas de que una intervención de la Unión Africana sirva verdaderamente para cambiar el rumbo de la política interna, al menos la sudanesa, en contra de la voluntad de las partes implicadas. Ni un ápice han doblegado éstas sus intereses al bien común, al bien de la nación. Ni por sentido de la responsabilidad, ni por patriotismo, ni por las solícitas presiones de la Unión Africana. La institución que representa Thabo Mbeki ha visto como, al menos en esta ocasión –prediquemos con el ejemplo, no perdamos la esperanza-, ha carecido totalmente de autoridad en un país que concentra no pocos de sus esfuerzos personales y económicos. ¿Infracción del principio de la reciprocidad de Keohane? ¿Negación del liderazgo inspiracional que se atribuye a la organización panafricana? ¿O, quizás, falta de recursos para ejercer un real liderazgo transaccional?

Francamente, en la manga de la Unión Africana no parecen abundar los ases. Los elementos de presión a su alcance para imponer su autoridad no sólo son escasos, sino que los pocos de los que dispone parecen cumplir la función contraria. Es la conclusión que se deriva de la orden de expulsión de la UNAMID, la Misión Híbrida de las Naciones Unidas y la Unión Africana para Darfur, fundamentada en los interrogantes que aún se ciernen sobre la autoría de la violación masiva en la localidad darfurí de T?bit, el pasado mes de octubre. No sólo su intervención se revela vana, sino que su acción también se ve contrastada por las autoridades sudanesas, indiferentes a la gravedad de las consecuencias que sus desafiantes decisiones le puedan acarrear. Quizá se deba a la convicción, basada en la experiencia, de que tales hipotéticas consecuencias no se materializarán. La CPI ha suspendido sus investigaciones sobre las atrocidades cometidas en Darfur ante la pasividad del Consejo de Seguridad de la ONU, los Estados Unidos han mostrado un claro acercamiento al régimen sudanés en el último año, Jartum ha acogido tanto la reunión de los países de la cuenca del Nilo como el encuentro entre los servicios de seguridad e inteligencia africanos, celebrado los días 23 y 24 de marzo. Algunas voces incluso se aventuran a calificar a Sudán como un “discreto socio de los Estados Unidos contra el terrorismo”[10].

Sin interrogantes. Sudán es una camisa de once varas para la Unión Africana. Su indefensión frente a las veleidades y pulsiones de los acores políticos sudaneses no sólo se ha verificado en la continuidad y recrudecimiento de un conflicto armado que se proponía frenar, fracaso en parte justificado por lo ambicioso del objetivo. También se ha manifestado en la incapacidad ya no de ser una parte más o un mediador consolidado, sino de enderezar lo más mínimo la trayectoria de la Iniciativa de Diálogo Nacional [11]. Tres pruebas incontestables son el Llamamiento a Sudán, el Manifiesto de Berlín y la campaña “¡largo!”.

Tras el fracaso de las negociaciones, las fuerzas del Manifiesto de París, firmante del acuerdo de septiembre acerca de la participación en el Diálogo Nacional, persistieron en su empeño de ampliar el apoyo y dar forma a su causa. El tres de diciembre, las Fuerzas del Consenso Nacional (FCN), el Frente Revolucionario Sudanés y la Iniciativa de la Sociedad Civil (ISC) firmaron en Addis Abeba el Llamamiento a Sudán [12], un documento que le valió la prisión tanto a F?r?q Ab? ??sà, presidente de las FCN, como a Am?n Makk? Madan?, presidente de la ISC. El 25 de enero, los Hermanos Musulmanes anunciaban su decisión de sumarse al contenido del Llamamiento a Sudán y de boicotear las elecciones. El 2 de febrero, era lanzada oficialmente la campaña de boicot a las elecciones, bautizándola como “¡largo!”. Finalmente, el 27 de febrero, la oposición daba una última oportunidad al régimen con la firma del Manifiesto de Berlín [13], en el que se reafirmaba en su decisión de promover un levantamiento popular masivo en caso de que el gobierno no acceda a sus peticiones.

Amplio, complejo y numeroso. Demasiado intricado como para resolverlo a corto plazo. La próxima semana se celebrarán unas elecciones en las que la Unión Africana, muy a su pesar, se deberá limitar a hacer las veces de mero observador. Más allá de los resultados electorales y de su grado de previsibilidad, la cita electoral supondrá la materialización de la falta de autoridad de la Unión Africana y de su incapacidad para alterar la política interna en contra de la voluntad de sus actores. De seguir la linealidad racional, la lógica causa-efecto que se dio en las negociaciones de paz, las elecciones de abril de 2015 serán un simple, puro y mero acto formal que intentará tintarse como muestra de la legitimidad de un régimen que, de no haberse celebrado, difícilmente habría seguido una trayectoria diferente. Al igual que si no hubiera intervenido la Unión Africana.

Pero la esperanza es lo último que se pierde. Esperemos, pues, es sólo cuestión de tiempo.

24 de abril de 2015





[1] La Iniciativa del Diálogo Nacional (mub?darat al-?iw?r al-wa?an?) fue lanzada por el presidente de la República Sudanesa, Omar al-Bashir, en enero de 2014. Con ella pretendía congregar a todas las fuerzas políticas del país, tanto pacíficas como armadas, para negociar los términos en los que se celebrarán las próximas elecciones presidenciales y legislativas, así como la redacción de la nueva constitución nacional.

[2] Para mayores detalles sobre  la evolución de la política sudanesa desde el lanzamiento de la Iniciativa de Diálogo Nacional en enero de 2014, consúltese El Diálogo Nacional Sudanés, cronología de una democratización tambaleante, de este mismo  autor. Disponible en http://baabalshams.com/?p=3927.

[3] Ante el anuncio de la campaña de boicot de la oposición, el régimen se ha mantenido firme en su propósito de celebrar las elecciones en las fechas anunciadas desde un principio. En octubre de 2014, pese a haber declarado que no era su intención presentarse de nuevo como candidato a la presidencia de la República de Sudán, Omar al-Bashir fue reelegido por el PCN como candidato a las elecciones, por tercera vez.

[4] El año pasado, durante el cual la Incitativa de Diálogo Nacional se mantuvo activa, Sudán reculó dos puntos en el Press Freedom Index, pasando a ocupar el puesto 172 de 180. Datos disponibles en https://rsf.org/index2014/en-africa.php.

[5] Sudán se rige, aún, por una constitución provisional aprobada en 2005. La redacción de la nueva constitución lleva ocupando a la Asamblea Nacional, órgano de representación política del país. Los partidos de la oposición han denunciado reiteradamente su exclusión de las sesiones asamblearias.

[6] El Manifiesto de París es el resultado de varios días de negociaciones, del 6 al 8 de agosto de 2014, entre el Partido Nacional de la Umma, oponente, y el Frente Revolucionario Sudanés, alianza que congrega a los principales grupos rebeldes del país. El documento constituye la primera declaración de intenciones conjunta entre un partido político de la oposición y los grupos rebeldes en la andadura de la IDN.

[7] El comunicado oficial de la Unión Africana puede consultarse en http://cpauc.au.int/en/content/african-union-welcomes-agreement-reached-sudanese-parties-their-participation-national-dialogue.

[8] El PCN es el partido gobernante de Sudán, presidido desde su fundación, en 1996, por Omar al-Bashir, si bien éste llegó al poder en junio de 1989 mediante un golpe de Estado apoyado por los islamistas acólitos del carismático ?asan al-Tur?b?.

[9] La entrevista está disponible en https://www.youtube.com/watch?v=NTrWIWBrOLA

[10] Chanda, TRITHANKAR. Le Soudan discret partenaire des Etats-Unis contre le terrorisme
(24.03.2015) Consultado el 26.03.2015. Disponible en http://www.rfi.fr/afrique/20150324-khartoum-reunion-panafricaine-sanctions-economiques-soudan-embargo-americain-el-bechir-renseignements-niss/?utm_source=march+25+2015_FR&utm_campaign=3%2F25%2F2015+fr&utm_medium=email

[11] Pasemos por alto la liberación de Ibr?h?m al-Šaij y Mariam al-Mahd?, en septiembre de 2014, gracias a un perdón presidencial tras el cual parece ser que se hallaba la acción mediadora de Thabo Mbeki.

[12] Es posible consultar una traducción del documento original, de este mismo autor, en el siguiente enlace: http://sudanatualcance.weebly.com/llamamiento-a-sudaacuten-diciembre-de-2014.html

[13] Para consultar la traducción del documento, visite http://sudanatualcance.weebly.com/manifiesto-de-berliacuten-febrero-de-2015.html

Descargar documento en PDF:

‹ volver

Cátedra Paz, Seguridad y Defensa - Universidad de Zaragoza Gobierno de España - Ministerio de Defensa