Cátedra Paz, Seguridad y Defensa

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Observatorio PSyD

El observatorio opina

23 de Mayo de 2018

Road to Brexit. ¿Un nuevo pacto de cooperación en defensa Unión Europea-Reino Unido?

Alfredo Vázquez Ramos
Comandante de Intendencia, diplomado de Estado Mayor.
Destinado en la Dirección de Asuntos Económicos del Ejército de Tierra.


Resumen: El resultado del referéndum británico de junio de 2016 forzó a la Unión Europea y al Reino Unido a atravesar un territorio hasta ahora inexplorado. Pero aunque el Brexit es primariamente una cuestión económica, y en cierto modo también social, tiene una faceta de Defensa que ha venido siendo descuidada. Este documento pretende revisar la huella de la salida británica sobre la Política Común de Seguridad y Defensa de la UE, y jalonar los espacios de cooperación en el ámbito militar que se ofrecen a ambos interlocutores a partir de marzo de 2019.

Abstract: The result of the British referendum of June 2016 forced the European Union and the United Kingdom to venture them into hitherto unexplored territory. Although Brexit is primarily an economic issue, and to some extent a social one, it has got a Defence side that has been quite neglected. This document aims to review the footprint of the British withdrawal from the EU Common Security and Defence Policy, as well as to outline the potential room for cooperation in the military field that is opened to both partners as from March 2019.

Palabras clave: Brexit, Política Común de Seguridad y Defensa, cooperación militar.

Keywords: Brexit, Common Security and Defence Policy, Military Cooperation

Introducción
¿Qué implicaciones tendrá la prevista salida del Reino Unido en menos de un año de la Unión Europea en términos de operaciones, capacidades militares e industria de defensa? ¿Cuáles pueden ser las consecuencias para la Alianza Atlántica y sus relaciones con la Unión Europea y Gran Bretaña? ¿Puede el Brexit traducirse en una aceleración de la colaboración europea en determinados proyectos de defensa? ¿Cuáles son las opciones para mantener la implicación británica en la Política Común de Seguridad y Defensa europea (PCSD)?

El proceso de retirada del Reino Unido de la UE, que se inició con el referéndum del Brexit en junio de 2016, y arrancó formalmente cuando el gobierno británico invocó el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea, el  29 de marzo de 2017, levantó una verdadera marea mediática y dejó una larga lista de interrogantes en el aire que deben ser resueltos antes de su salida  oficial, el 29 de marzo de 2019.  

Aunque muy intenso en los primeros meses posteriores al plebiscito, el debate se fue apagando lentamente en la segunda mitad del 2017, e incluso abandonando de forma paulatina aquellos temas menos conflictivos, como la seguridad, la política exterior y la defensa,  para concentrarse en aspectos más críticos vinculados a las libertades de circulación de bienes, servicios, capitales y personas [1]. Pero aunque el Brexit es primariamente una cuestión comercial, y en cierto modo también social, tiene indudablemente una faceta de Defensa que ha venido siendo descuidada.

Apenas a un año vista del previsto abandono por parte del Reino Unido del club comunitario, a finales de marzo de 2019, todavía no hay ni una respuesta clara ni pistas sobre los términos de cómo perfilar una relación estable post-Brexit. Dentro de ese marco, este documento pretende revisar el impacto sobre la Política Común de Seguridad y Defensa de la UE de la salida británica, y busca jalonar los espacios de cooperación en el ámbito militar que se abren a ambos interlocutores a partir de marzo de 2019.

Brexit, estrategia británica y PCSD.
Entre los diez principales retos a los que se enfrenta la Unión Europea en 2018, al menos cuatro de ellos están directamente conectados con el Brexit [2]. Al desafío que representa la propia gestión de la retirada británica del club europeo, se unen el terrorismo, la desinformación y la ciberseguridad, y el futuro de la financiación de la Unión. Todos ellos están estrechamente conectados entre sí e implican que los 27 están obligados a clarificar su futura relación con el Reino Unido si quieren ser capaces de articular respuestas para el periodo que cubre el próximo Marco Financiero Plurianual (MFP) 2021-2027 [3].

El pasado 8 de diciembre de 2017, tras seis rondas de negociación, se alcanzó un acuerdo sobre los asuntos definidos como prioritarios, permitiendo al Consejo Europeo decidir que había un “progreso suficiente” para pasar a una segunda fase. Esta nueva etapa debería finalizar en el otoño de 2018 con objeto de conceder tiempo a los parlamentos de ambos partes para aprobar el acuerdo final, no más tarde del 29 de marzo de 2019. A la vez que se van concretando los términos del acuerdo de salida, se están identificando las bases para un marco futuro de las relaciones UE-UK; y aunque mediáticamente hablando, la PCSD no parece ser el asunto más atractivo y crucial, la seguridad y la defensa figuran en la parte alta de las áreas de cooperación a discutir.

Es innegable que la participación británica en la Política Común de Seguridad y Defensa ha sido muy limitada desde sus inicios en 1998. El Reino Unido ha oscilado en las últimas dos décadas entre la necesidad de dar una respuesta a su menguante capacidad de moldear el entorno estratégico y una aversión insular a profundizar en los compromisos en defensa con sus socios continentales.  

Irónicamente para los responsables británicos no ha sido nunca incompatible alentar a la cooperación dentro del marco europeo con abstenerse de participar en la mayor parte de los proyectos lanzados por la Unión, en frenar o vetar el desarrollo de las estructuras de la PCSD, en favorecer las relaciones bilaterales fuera de los marcos institucionales o en contribuir muy por debajo de sus posibilidades a las operaciones y misiones militares de la UE (gráfico1) [4].

Gráfico nº1: Contribución acumulada de efectivos UK a operaciones y misiones PCSD (2003-2014)



Fuente: European University Institute EU Global Engagement Index.

Esta ambivalencia instintiva permitía –a los ojos del Gran Bretaña- asegurar, por una parte, que cualquier potencial colaboración no erosionase bajo ningún concepto sus espacios de soberanía nacional, y por otra, que la primacía de la OTAN en todo aquello que significase el ámbito militar no fuese cuestionada por una Europa de la defensa progresivamente más autónoma [5]. En este último aspecto, el Reino Unido nunca ha ocultado que la Alianza Atlántica es la piedra angular de su defensa [6]. Aún con un refuerzo de su contribución militar a las iniciativas de OTAN, como lo prueban sus recientes compromisos en el este de Europa, la retirada de la Unión predeciblemente reducirá su valor como intermediario entre ambas organizaciones.  Los líderes británicos de todos los colores jamás sostuvieron ante su auditorio doméstico que la cooperación en defensa con Europa fuese de algún modo una política rentable, incluso en términos de ventaja para mejorar su posición en su relación transatlántica. En la práctica la construcción y desarrollo de capacidades militares europeas ha sido para el Reino Unido un terreno tabú. El contexto de la crisis económica, la intensificación de los retos de seguridad en nuestro vecindario, o el desplazamiento norteamericano hacia el Pacifico tampoco supusieron un cambio en la orientación británica respecto a su actitud con la política de defensa europea. Con los datos de los últimos años en la mano, una conclusión preliminar indicaría que el Brexit tiene una repercusión muy limitada sobre la PCSD [7].

A pesar de todo, los socios continentales son plenamente conscientes del factor de calidad y credibilidad que proporciona el peso del Reino Unido para cualquier acción europea en el dominio militar. Con una de las mejores Fuerzas Armadas de Europa, el primer presupuesto de Defensa de los 28 [8] y el segundo de la OTAN, y una amplia experiencia operacional, una PCSD sin Gran Bretaña no ofrece ninguna ventaja tangible para los socios comunitarios más allá de considerar que, eventualmente, podrían avanzar más rápido en los proyectos comunes [9]. Pero no hay que olvidar que si la salida británica remueve barreras a la cooperación en defensa al acabar con el tradicional veto británico, no elimina definitivamente las diferencias estratégicas entre los socios que han dificultado el despegue de la PCSD hasta la fecha.


[1]“EUROPEAN COMISSION (2018). Negotiating documents on Article 50 negotiations with the United Kingdom. Disponible  en;
https://ec.europa.eu/commission/brexit-negotiations/negotiating-documents-article-50-negotiations-united-kingdom_en?field_core_tags_tid_i18n=351&field_publication_type_tid_i18n=358&page=1
[2] EUROPEAN PARLIAMENT RESEARCH SERVICE (2018). Ten issues to watch, January.
[3] EUROPEAN COMMISION (2017). Reflection paper on the future of EU finances, June.
[4] La contribución británica al denominado mecanismo Athena, que administra la financiación de los costes comunes de las operaciones y misiones militares europeas, es también  reducida. Con un presupuesto común medio de 68M€ entre 2006 y 2017, el Reino Unido sufraga en torno al 15%.
[5] E FIOT, D. (Ed). (2015). The Common Security and Defence Policy: National Perspectives. Egmont Royal Institute for International Relations.
[6] Defence Secretary Michael Fallon´s speech at the International Security Conference, 27 de marzo 2017.
[7] MAJOR, C. and VON VOSS, A. (2017). European Defence in View of Brexit, SWP Comments, April.

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