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Observatorio PSyD

El observatorio opina

8 de Julio de 2013

Químicos en Oriente Medio, las vaporosas líneas rojas

David Corral Hernández
Periodista TVE

Las armas químicas y Oriente Medio tienen una relación perversa. Perversa por la cantidad de vidas que se cobraron en la guerra que enfrentó a Iraq y a Irán, o en el bombardeo de la población kurda por parte del régimen de Saddam Hussein. Perversa por recibir condenas tibias e inocuas de Naciones Unidas ante la indignación generalizada por el uso de estas armas, en su mayoría llegadas o producidas con materiales recibidos de Occidente o Rusia. Perversa por utilizarlas, los gobiernos extranjeros, como argumento para trazar líneas rojas que se saltan o mueven a conveniencia según sea el interés o el momento. En 2003 los supuestos arsenales de armas químicas y de destrucción masiva fueron la excusa para que una coalición liderada por EE.UU. invadiera Iraq y terminase con el régimen de Saddam Hussein. Las tropas comandadas por el entonces presidente George W. Bush, al igual que sus servicios de inteligencia, nunca encontraron estas armas… pese a la detallada presentación de “pruebas” para justificar esta invasión que hizo el secretario de Estado de EE.UU., Colin Powell, ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Diez años después, en la Casa Blanca se vuelve a plantear un escenario similar. Un nuevo presidente, Barack Obama, tiene ante sí una guerra en la que supuestamente se están empleando armas químicas: el conflicto civil que sufre Siria. Desde hace meses son múltiples las noticias que aseguran que se están empleando armas químicas y que están causando decenas de muertos y heridos. No pasó mucho tiempo, desde que saltase la primera noticia, para que Estados Unidos comenzase a tirar líneas rojas. La primera de ellas: afirmar que el uso de armas químicas por parte del régimen de Assad supondría una intervención armada. Tras ésta llegaron otras, pero en Siria no solo se libra en primera línea una guerra que enfrenta a su pueblo. También, en la sombra, la que enfrenta al poder de Estados Unidos con el de Rusia y China, países que apoyan al régimen de Damasco, o la que enfrenta a Irán con los países del Golfo, encabezados por Arabia Saudita… entre otras. En este tablero tan irregular son muchas las líneas rojas, pero pocas las fáciles de trazar. Los químicos, de las más zigzagueantes y difusas. Pese a las amenazas y acusaciones no ha sido fácil demostrar si realmente se usaron armas químicas en esta guerra; o, peor aún, si efectivamente lo fueron, ¿las usaron los leales al presidente Assad o los rebeldes? ¿De dónde salieron? ¿Cualquier indicio justificaría una intervención militar para, técnicamente, poner fin a la violencia en el país? Y si hacemos líneas rojas con cierto paralelismo… con menos y escaso apoyo de la ONU se derrocó en Iraq al régimen de Sadam por unas armas que aún siguen en paradero desconocido, si es que están en algún paradero. En Libia, bajo el amparo de la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la comunidad internacional intervino militarmente para poner fin a la represión del régimen de Gadafi contra sus opositores. Había pasado apenas un mes de conflicto interno y los muertos no llegaban entonces al millar. Volvemos a la actualidad, a Siria. Allí la guerra civil dura ya más de dos años mientras los bombardeos indiscriminados y la devastación están causando una crisis humanitaria que va en aumento según pasan los días. Según Naciones Unidas, los muertos son más de 80.000. Entre 95.000 y 120.000 para el Observatorio Sirio de Derechos Humanos y algunos de ellos, efectivamente, parecen ser causados por armas químicas. Los refugiados superan el millón y medio, el 2% de la población total del país, uno de los mayores éxodos de nuestra época. Diez años después de las armas de destrucción masiva que acabaron con Saddam en Iraq, o dos después de la protección humanitaria que puso fin al régimen de Gadafi en Libia, parece que queda poca tinta en la comunidad internacional para tirar una firme y decidida línea roja que ponga fin a la destrucción de Siria y a la muerte de su población.

Madrid 8 de julio de2013

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