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Observatorio PSyD

El observatorio opina

6 de Julio de 2016

Los proyectos UE y británico en cuestión tras los resultados del referéndum sobre el Brexit 2016. Segunda parte

Fernando Martín Cubel
Máster en Relaciones Internacionales
Miembro de SEIPAZ

En el comunicado final del consejo o reunión informal de los Jefes de Estado de la UE del 28 y 29 de junio, se revindicaba “el compromiso de todos los mandatarios quienes estaban absolutamente determinados a seguir unidos y trabajar estrechamente”. Añadiendo que “el resultado del referéndum del Reino Unido ha dado lugar a una nueva situación en la UE. Estamos resueltos a permanecer unidos y a trabajar en el marco de la UE para afrontar los desafíos del siglo XXI y encontrar soluciones que beneficien a nuestras naciones y pueblos. Estamos preparados para abordar cualquier dificultad que pueda derivarse de la situación actual” [1] . En el mismo, en su punto séptimo se añadía “hoy iniciamos una reflexión política a fin de impulsar más reformas conforme a nuestra Agenda Estratégica y desarrollar la UE con 27 estados miembros. Esto va a requerir liderazgo de los jefes de Estado o de Gobierno…”.  Cuestión que estará en el núcleo de la futura reunión del mes de septiembre en la ciudad de Bratislava.

Desde 2007, justo en el momento del estallido de la crisis financiera y económica -cuando la UE estaba digiriendo su mayor ampliación de países miembros así como la puesta en marcha de las transformaciones políticas e institucionales desde la puesta en vigor del TUE-, UE se encuentra dentro de un escenario de crisis política pero sobre todo identitaria: las continuas reuniones dentro del entramado institucional europeo, la falta de un liderazgo en ideas, propuestas y capacidad ejecutiva son realidades cada vez más acuciantes en el conjunto de la UE. El proyecto europeo debiera entenderse como un proceso y sobre todo con un cariz de indefinición respecto a su configuración final, de puesta en común de competencias soberanas y de incorporación de nuevos miembros. A mediados de 2008 Europa estaba sumida en un proceso de transformación que generaba nuevas prioridades políticas y sobre todo la UE se veía afectada en su configuración, identidad y centros de poder existentes desde su creación. Se inician cambios en las dinámicas, preferencias, posibles coaliciones que en su difícil adaptación conllevaban dificultades a la hora de negociar y adoptar acuerdos. Afectando a algunas de las políticas de la UE caso la agricultura, política de seguridad, cohesión, entre otras. Por medio: la situación de los refugiados, la cuestión del Grexit, las relaciones con Rusia sobre la situación de Ucrania, la falta de una política adecuada para salir de la crisis económica y como no, en el horizonte, el Brexit.

LA UE ante el espejo de su realidad

Las primeras reacciones de la UE han sido de cierta firmeza política ante los resultados del referéndum del Brexit, la canciller germana, A. Merkel, en su comparecencia ante el Bundestag del pasado día 28 de junio afirmaba “Quien se va de la familia europea no puede mantener los privilegios”, añadiendo que se hacía necesario establecer diferencias perceptibles entre los que están en el club europeo y los que no. En su discurso ante el parlamento alemán, la canciller alemana se reafirmó en la idea que solo se logra el acceso al mercado único aquellos que aceptan las cuatro libertades fundamentales europeas: personas, bienes, servicios y capital. Mientras desde París, los representantes galos solicitaban la aplicación del artículo 50 [2] del Tratado de la UE para las negociaciones de salida de GBR del club europeo (por ahora los socios europeos están dispuestos a negociar con arreglo al artículo 50. El proceso es complejo y no favorece al país que se marcha).

Una de las posibles consecuencias de los resultados dentro de la UE, es que GBR debiera ser excluido en los formatos de reunión y decisión que hasta este momento era con 28 estados miembros, la próxima reunión de Bratislava de 2016 dicho país quedará postergado, con ello la situación del Reino Unido pasa a ser secundaria. En este largo proceso de negociación que posiblemente de inicio a la vuelta del verano, deberá saberse quién es el liderazgo británico, ya que en estos momentos los dos principales partidos británicos han entrado en crisis internas de gran calado, sobre todo en el caso del partido conservador y sin olvidar la posible grave división social sobre esta cuestión.

Esta nueva realidad, abre un tiempo de nuevas opciones en las futuras negociaciones de las dos partes, Charles Grant [3] establece tres posibles tipos de relaciones que puedan ser las más coherentes: en primer lugar el modelo noruego que resultaría el menos perjudicial, GBR se apartaría de las principales políticas comunitarias como la agraria, pesqueras, de la Unión Aduanera, pero estaría dentro del Mercado Único (sin voz ni voto). Una segunda opción es el modelo de negociación entre la UE y Canadá que conlleva eliminar aranceles, otorga un acceso limitado al Mercado Único, junto a numerosos obstáculos para diversas industrias caso de la automovilística que necesitan de la aprobación de la autoridad regulatoria de UE para exportar. Y una tercera opción consistiría en que GBR fuera miembro de pleno derecho de la OMC, los británicos tendrían que proponer unos niveles arancelarios para cada artículo cubierto por las normas de la OMC y convencer a los 162 miembros de la organización para que los aceptaran. A partir de ese momento Gran Bretaña comerciaría con la UE en las mismas condiciones que países como Rusia y China. Junto a estas opciones deben situar cuestiones como las negociaciones respecto a los compromisos sobre pensiones, las participaciones comunitarias a las regiones británicas y como no la situación de los derechos de los ciudadanos de las dos orillas del Atlántico.

Para la UE, como bien ya he señalado es un nuevo desafío a los ya acumulados y que amenazan la credibilidad no solo de su proyecto sino también del propio proceso, en estos momentos el Presidente de la Comisión Europea, el Sr. Jean-Claude Juncker aboga por “más Europa” y por una mayor capacidad de generar políticas que superen el marco de decisión donde los estados miembros se encuentran muy cómodos. Frente a esta posición, el Presidente del Consejo de Europa Sr. Donald Tusk quien aboga por una posición más crítica sobre el grado de “centralización y de más acción europea”. Mientras comienzan a aparecer ciertos riesgos , entre ellos la cada vez mayor presencia de los movimientos populistas que consideran el Brexit como el momento de fractura en la actual UE y plantean microbrexit en países como Holanda, Francia  y todo ello sin olvidar, que en un futuro no muy lejano están las elecciones francesas y alemanas de 2017. ¿serían necesarias nuevas reformas que se acomoden a la nueva realidad surgida tras el Brexit?, ¿cuál es la percepción de las élites políticas de cada estado miembro respecto al proyecto europeo?, ¿debe inmediatamente plantearse el proyecto de salida de GBR que permita una mejor readaptación de UE? Y, sobre todo ¿qué sucede con la cuestión de identidad europea? Estamos ante un proceso que evidentemente ha aportado grandes beneficios al conjunto del continente, sin embargo se hace necesario en estos instantes que esos otros aspectos intangibles en cualquier proceso humano sean capaces de amalgamar el mismo. La UE, en el conjunto de las regiones del mundo, es hoy día un espacio en crisis, una crisis que puede resultar una auténtica oportunidad de transformación si se genera un adecuado relato o hilo conductor que permita salir a adelante: cuestiones como los logros conseguidos, la memoria histórica sobre dónde estamos y quiénes somos, los aspectos comunes del trabajo y esfuerzo común y el inicio de la superación del marco estatal han de ser analizados con gran precisión dentro del proyecto europeo. Con toda probabilidad la próxima reunión de Bratislava 2016 de la UE resulte una oportunidad aprovechada por el conjunto de los países miembros y que permita avanzar en el proceso, sino fuera así, con toda seguridad estaríamos ante la parálisis de la UE. Se hace necesarios un marco claro de valores e intereses comunes en la defensa de un proyecto básico para el conjunto del continente europeo como es la UE.

6 de julio de 2016




[1] Reunión informal del Consejo Europeo de 29 de junio, Declaración final. http://www.consilium.europa.eu/es/meetings/european-council/2016/06/28-29/ [ 2 de julio de 2016]

[2] El artículo 50 del TUE señala: 1. Todo Estado miembro podrá decidir, de conformidad con sus normas constitucionales, retirarse de la Unión. 2. El Estado miembro que decida retirarse notificará su intención al Consejo Europeo. A la luz de las orientaciones del Consejo Europeo, la Unión negociará y celebrará con ese Estado un acuerdo que establecerá la forma de su retirada, teniendo en cuenta el marco de sus relaciones futuras con la Unión. Este acuerdo se negociará con arreglo al apartado 3 del artículo 218 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea. El Consejo lo celebrará en nombre de la Unión por mayoría cualificada, previa aprobación del Parlamento Europeo. 3. Los Tratados dejarán de aplicarse al Estado de que se trate a partir de la fecha de entrada en vigor del acuerdo de retirada o, en su defecto, a los dos años de la notificación a que se refiere el apartado 2, salvo si el Consejo Europeo, de acuerdo con dicho Estado, decide por unanimidad prorrogar dicho plazo. 4. A efectos de los apartados 2 y 3, el miembro del Consejo Europeo y del Consejo que represente al Estado miembro que se retire no participará ni en las deliberaciones ni en las decisiones del Consejo Europeo o del Consejo que le afecten. http://www.boe.es/doue/2010/083/Z00013-00046.pdf  [consultado, 3 de julio de 2016]

[3] Charles Grant. “La oferta de Europa a una Gran Bretaña post Brexit”. http://www.esglobal.org/la-oferta-de-europa-a una-gran-bretana-post-brexit/ [consultado, 3 de julio de 2016]


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