Cátedra Paz, Seguridad y Defensa

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Observatorio PSyD

El observatorio opina

23 de Enero de 2015

Las causas del terrorismo yihadista. El terrorismo en el mundo.

Javier Jiménez Olmos
Doctor en “Paz y Seguridad Internacional” por la UNED
Miembro de la Fundación “Seminario de Investigación para la Paz” de Zaragoza

Según el informe del Global Terrorism Index en el año 2013 se produjeron 17.958 ataques terroristas en el mundo, un aumento del 61% con respecto al 2012. Cuatro organizaciones terroristas fueron las responsables del 66% de los atentados: El Estado Islámico, Boko Haram, Al Qaeda y los talibanes.




El 80% de todos esos atentados se produjeron en: Irak, Afganistán, Pakistán, Nigeria y Siria. Irak es el país donde más atentados se produjeron: 2.492 ataques con 6.362 muertes, lo que significó un incremento del 164% con respecto al 2012.

Desde el año 2000 en los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), en la que se encuentran los países más desarrollados, se contabilizaron 3.151 atentados, el 7% del total mundial, que causaron 4.861, con el 5% del total de víctimas mundiales (hay que tener en cuenta que sólo los atentados del 11S de 2001 causaron casi 3.000 muertes).

La mayoría de los atentados se cometen contra musulmanes por parte de otros musulmanes. Por eso, hay que desestimar la idea de una guerra o choque de civilizaciones. La inmensa mayoría de los musulmanes condenan los actos terroristas como contrarios a las enseñanzas del Corán.

Las guerras están teniendo lugar en lugares como Siria, Irak, Libia o Afganistán, y precisamente todas ellas son guerras civiles en las que la “barbarie” aparece como lo ha hecho a lo largo de los siglos en todos los lugares del planeta. La barbarie siempre ha usado alguna excusa para su implacable crueldad, desde la ideológica o la nacionalista a la religiosa o étnica. Y esa “barbarie” usa el terrorismo en los países mencionados  sobre todo, y en el resto del mundo para provocar ansiedad, miedo e incertidumbre.

La tentación de denominar guerra a lo que son ataques terroristas es entrar en el juego de lo que los terroristas pretenden. No son combatientes, atacan objetivos no militares y causan víctimas inocentes. De nada sirve respuestas militares desproporcionadas. Los fracasos militares en Afganistán e Irak en la lucha contra el terrorismo así lo demuestran. La llamada “guerra el terror”, causante de las invasiones de esos dos países, no ha hecho sino incrementar la actividad terrorista.




Los datos objetivos y los hechos son evidentes, el terrorismo no ha disminuido después de las invasiones de Afganistán e Irak, más bien parece todo lo contrario. Por lo tanto, parece lógico poner en duda nuevas operaciones de guerra para combatir algo que no es una guerra.

El terrorismo es un fenómeno complejo cuyo análisis requiere de una tranquilidad emocional que se ve perturbada cuando tiene lugar un atentado. Es difícil liberarse de la indignación que la barbarie causa en los sentimientos humanos. Sin embargo, hay que mantener la serenidad para poder afrontar los desafíos con una reacción correcta, proporcionada y de acuerdo a las leyes democráticas y los derechos humanos.

EL FENÓMENO TERRORISTA

Si el fanatismo religioso no es patrimonio exclusivo del Islam, tampoco lo es el terrorismo. El primer problema que aparece cuando queremos afrontar el fenómeno terrorista es el de su concepto y definición. Parece que cuando se pronuncia la palabra terrorismo todos creen estar hablando de una misma cosa. Se piensa que todo ser humano porta dicho concepto como si de algo natural e indiscutible se tratara. La realidad es bien distinta.

Organizaciones consideradas terroristas acusan a los organismos internacionales y a los Estados de ser a su vez los responsables de actos de terrorismo al amparo del poder que les garantiza la supremacía sobre los oprimidos. Para un palestino Israel practica el terrorismo cada vez que mata a uno de sus compatriotas mediante un ataque selectivo. Para muchos musulmanes Estados Unidos es un Estado que ejerce su supremacía a base de procedimientos terroristas como bombardear poblaciones civiles.

La definición de terrorismo ha sido motivo de discusión tanto en el plano intelectual como en el político. No existe un acuerdo para definir esta actividad porque la definición siempre está sujeta a la lógica del que defiende determinados actos o a la del que los combate. No todo el mundo está de acuerdo con su definición, como tampoco lo está sobre la exclusividad de los que la utilizan.

 Se podría definir el terrorismo como:

 Acto de violencia desproporcionado, innecesario e indiscriminado que se comete contra objetivos materiales o personas, perpetrado por Estados, organizaciones o individuos con el objetivo de atemorizar y desestabilizar para conseguir fines políticos, sociales, económicos o militares[1].

Sí que se puede, sin embargo, establecer algunos conceptos que permiten servir de base para estudiar este fenómeno, haciendo abstracción de quiénes llevan a cabo las acciones terroristas y a qué objetivos finales pretenden. La primera premisa es considerar el terrorismo como un medio para conseguir algo y no como un fin. Ese medio es el empleo de violencia física o psíquica que produzca terror en la población. Para ello necesita no solo víctimas, también ha de encontrar un vehículo que haga llegar al resto de la población el efecto de sus acciones. Ese conductor de la propaganda, de la que depende, son los medios de comunicación social de masas. Todo el mundo puede ver, escuchar y leer repetidamente las imágenes de la destrucción, el horror de la muerte y las consecuencias de no pertenecer al bando de sus autores.

La última característica del terrorismo es su capacidad desestabilizadora. Los terroristas tienen bien presente que la violencia provoca reacciones irracionales que llevan a romper la estabilidad emocional de sociedades, gobiernos y Estados.

Nadie permanece impasible ante la irracionalidad de atentados como los de Nueva York, Madrid, Londres o París y, por ello, se modifica la manera de entender la convivencia como se tenía hasta entonces. Habría entonces que reflexionar acerca de estos tres factores: miedo, comunicación y desestabilización. Habría que trabajar en la línea de racionalizar el miedo, limitar el acceso a la propaganda y buscar consensos políticos contra la desestabilización.

Tradicionalmente se acepta que es utilizado por los más débiles, es decir, cuando no pueden reivindicar sus pretensiones de una manera simétrica, pero de acuerdo con la definición expuesta anteriormente, no solo los débiles pueden usar el terrorismo, también lo hacen los poderosos con bombardeos indiscriminados, con armamento nuclear o usando fuerzas paramilitares que ejecutan un genocidio. Por tanto, es discutible la afirmación de que el terrorismo es el arma de los débiles.

El grupo de los fundamentalistas religiosos es el más conocido, no solo por ser el de mayor actualidad, sino también por ser el más numeroso y peligroso. El fundamentalismo religioso tiene unas causas más complejas porque en este concepto se engloban múltiples reivindicaciones que tienen un factor integrador y poderosísimo para mover las conciencias humanas: la visión extremista de las religiones, su seguimiento fanático y literal y su visión guerrera de Dios.

LAS CAUSAS DEL TERRORISMO

Estudiar las causas del terrorismo es otra tarea compleja, se requiere analizar los múltiples elementos que se conjugan en una sociedad y que son objeto de variadas disciplinas. Es necesario estudiar sociología, psicología, economía, geopolítica e historia, entre otras.

El fenómeno terrorista es multicausal: conflictos étnicos, religiosos, ideológicos, pobreza, desigualdad, ausencia de democracia, debilidad gubernamental y corrupción.

La revolución científico-tecnológica de la globalización ha permitido el acceso a los terroristas al transporte rápido y barato y al uso de Internet, que les facilita la movilidad y la comunicación. La conciencia de desigualdad trasmitida en directo a través de los modernos medios de comunicación de los que sí disponen los más desfavorecidos permiten a los líderes políticos o religiosos arengar a las masas desheredadas para el combate terrorista; las posiciones moderadas encuentran una gran dificultad a la hora de frenar esos discursos.

CARACTERÍSTICAS DEL TERRORISMO

El terrorismo trata de extender el terror al mayor número posible de ciudadanos, elige víctimas inocentes y no acepta límites en su acción violenta. El terrorismo es antidemocrático porque no tiene en cuenta ni las urnas ni la opinión pública; es una herramienta, una arma psicológica para derribar; necesita de la propaganda para hacer llegar al público su contenido ideológico, político, religioso o nacional.

Los rasgos definitorios del nuevo terrorismo internacional son: lo forman grupos sin estructuras rígidas con heterogeneidad nacional y clase social; persiguen cambios a escala regional o global; están dispuestos a sacrificar sus propias vidas; sus atentados son más indiscriminados buscando el mayor número de víctimas posibles; están imbuidos de un fuerte sentimiento de nacionalismo y religión y causan una mayor inseguridad en la comunidad internacional.

Desde el punto de vista psicológico, no se trata de una psicopatía pero presenta determinados rasgos comunes como: sentimiento de posesión de la verdad, proyección antisocial, cohesión del grupo de pertenencia y deshumanización con extrema crueldad. El que surja una personalidad psicótica y agresiva en determinadas circunstancias es algo inevitable, lo que sí se puede evitar es la marginación que conduce a una oposición al sistema.

Los terroristas deben cometer atentados para mantener su nivel de prestigio, no se tolera el disenso. La postura del terrorista es maximalista, la negociación la percibe como un deshonor. Es difícil disolver un grupo o desligarse de él, en los procesos de disolución, suelen aparecer ramas más violentas que las anteriores.

El componente cultural influye por el sentimiento de pertenencia a un grupo y la percepción del extranjero como amenaza. La religión, como mandato divino que conduce a la salvación puede convertir la violencia en extrema hasta el punto de la propia inmolación.      

El terrorista quiere que su enemigo gaste en seguridad al mismo tiempo que busca una reacción violenta de este para justificar la suya y para reclutar nuevos adeptos cuando esa reacción violenta produce víctimas inocentes entre sus seguidores o simpatizantes.

Los terroristas se enrolan porque sus experiencias personales ligadas a un determinado desarrollo educativo y familiar le han hecho crecer en un ambiente donde la violencia es la norma; el terrorista en esos ambientes se convierte en un héroe para los defensores y simpatizantes ideológicos. Según la lógica terrorista su único medio de combatir al poderoso es ese tipo de violencia indiscriminada.

ACABAR CON EL TERRORISMO

Para que el trabajo contra el terrorismo resulte eficaz hay que estudiar sus causas, no solo sus consecuencias. En el caso del terrorismo denominado yihadista hay que encontrarlas en un contexto provocado por:

* Los conflictos de Oriente Medio (Afganistán, Irak, Siria, Palestina)
* La inestabilidad en el Norte de África, Sahel, Golfo de Guinea, Cuerno de África
* El fracaso islamista en la llamada “Primavera Árabe”
* Factores estructurales como pobreza, la desigualdad, el desempleo y debilidad institucional
* Falta de integración en las sociedades
 occidentales por algunos musulmanes que perciben exclusión, racismo y xenofobia

Este contexto favorece la radicalización, es decir el intento de cambiar la situación. El recurso al pasado glorioso del Islam, a la interpretación más rigorista y excluyente del Corán conduce al fundamentalismo religioso como siguiente paso. Y de ahí al extremismo violento que conduce a matar o morir en nombre del Islam.

Según el mencionado Global Terrorism Index el 80% de las actividades terroristas cesaron por acoso policial y procesos políticos. Solo el 7% finalizaron por operaciones militares. El resto lo fueron por otras causas, incluidas aquellas en las que los terroristas lograron sus objetivos (sobre un 10% de los casos).

La actividad policial incluye inteligencia, información, seguimiento, detención y entrega a la justicia. Para ello es necesaria la colaboración coordinada a nivel internacional y la vigilancia continua de los focos de propaganda y recluta, con especial atención a las redes sociales.

El proceso político no significa cesión alguna ante las demandas terroristas, ni debilidad de las instituciones democráticas a la hora de aplicarles la ley, significa:

* modificar los factores estructurales y culturales que conducen a la violencia
* actuar con arreglo a las leyes internacionales y los derechos humanos.
* fomentar unas relaciones internacionales basadas en el multilateralismo y la seguridad humana por encima de los intereses económicos y del militarismo.
* no dar pábulo a choques de civilizaciones que conduzcan guerras preventivas o invasiones de terceros países.
* invertir en los proceso de integración a través de la educación para el respeto y la tolerancia.
* incentivar iniciativas de paz como la Alianza de Civilizaciones de las Naciones Unidas.

23 de enero de 2015










[1] Definición del autor en la que intencionadamente se propone incluir el terrorismo de  Estado. La discusión sobre la definición de terrorismo es un asunto que suscita emociones y casi siempre visiones muy interesadas, como consecuencia de esa emotividad, de las posiciones ideológicas y de los intereses creados.




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