Cátedra Paz, Seguridad y Defensa

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Observatorio PSyD

El observatorio opina

10 de Octubre de 2013

La importancia de una Estrategia de Seguridad española en África, más allá de nuestras fronteras

José Chaín Pérez
Teniente Coronel de Infantería

De cara a la estrategia europea en el Mediterráneo, es innegable que después de más de dos mil años de historia común, los países de sus costas tengan estrategias, si no comunes, al menos coincidentes con relaciones estratégicas, económicas, culturales y humanas o sociales, de complicados alcances y conexiones.

Estos estrechos vínculos entre los países del Sur mediterráneo (además de sus lazos comunes), lo mismo que ocurre entre los de la rivera Norte, dotan al conjunto de este espacio de un valor estratégico único en lo que se refiere a las relaciones transfronterizas.

Nuestros intereses comunes son múltiples: relaciones bilaterales, relaciones de comunidad, intereses energéticos, demográficos, sociales, recursos estratégicos o de alto valor, inversiones, etc… que todos ellos además se refuerzan al participar en comunidades internacionales con interés en la seguridad colectiva, en particular contra el terrorismo y los tráficos ilegales (de todo tipo). A este respecto, la inseguridad manifiesta a lo largo de esa primera línea que se puede trazar desde el Medio Oriente al Magreb engarzando la totalidad de países con sus estados en situación de “inestabilidad revolucionaria” (Siria, Líbano, Israel, Egipto, Libia, Túnez y Argelia) crea un espacio de vacío, o al menos de déficit de seguridad, con repercusiones potenciales sobre el Mediterráneo y, evidentemente, sobre la Europa del Sur.

Tras ese collar de inestabilidad, otro no menos importante: el Sahel, que es la siguiente línea que podemos trazar de Este a Oeste y recorrer desde el Mar Rojo, comenzando desde el cuerno de África, hasta finalizar en Mauritania asomándonos al Atlántico.

Aunque en una primera impresión nos pueda resultar lejana esta franja del África Subsahariana, nada en ella nos es ajeno, tanto desde un punto de vista comunitario como desde un enfoque individual como estado del Sur de la Unión Europea, afectando directamente lo que allí ocurra a nuestros intereses nacionales: intereses pesqueros, tanto en el Índico como en el Atlántico, intereses energéticos sobre recursos estratégicos, intereses comerciales de sociedades o particulares, interés en los movimientos demográficos de claro impacto social e incluso el interés propio que, como país responsable, hemos de tener en defender a nuestro personal (cooperante, religioso, diplomático, turista, etc.) expatriado en la región, ante la inseguridad manifiesta en la zona.

Esta segunda línea tiene como característica común la fragilidad de sus estados (muchos de ellos en la categoría de “estados fallidos”[1]) y la incapacidad de los mismos para poder controlar su propio territorio o sus fronteras y, como nexo, la importancia de las dinámicas transnacionales en el área, lo que unido a lo anterior proporciona un territorio ideal para los movimientos ilegales, criminales y tráficos ilícitos de todo tipo (personas, drogas, armas, etc.) que no sólo funcionan como una enriquecedora trastienda para la inestabilidad de los países africanos del Norte (los de la primera línea), sino que, sobrepasando la frontera mediterránea, son un riesgo estratégico de primer orden para Europa o sus intereses.

Más allá de esta franja saheliana, se abre el África de los países y mercados emergentes (África Occidental y Golfo de Guinea) donde otras potencias mundiales han convertido la región en objetivo estratégico de interés económico, como China[2], India[3], USA[4], Canadá[5] o Australia, lo que ha llevado a un crecimiento y desarrollo desigual tanto regional, sectorial como social.

La presión demográfica que ejerce el Golfo de Guinea[6] junto con el nuevo trazado de las rutas del narcotráfico (aprovechando las características ya citadas de la zona) superponiéndose a las ya existentes del tráfico de seres humanos y contrabandos de todo tipo, así como el devenir de armas y combatientes a través de unas fronteras porosas e inestables donde intentan hacerse fuertes y con el control de todo ello grupos radicales integristas musulmanes hace obligatorio el desarrollo de grandes estrategias de acompañamiento por parte de los actores ajenos, pero, a la vez, los más interesados en la estabilidad de la zona; a la cabeza, la Unión Europea con su Estrategia del Sahel[7] y su Estrategia para el Golfo de Guinea, en las que se incluyen el apoyo a países[8], a organizaciones regionales[9] y a proyectos de todo tipo como el ya lanzado de la Ruta Marítima del Golfo de Guinea, CRIMGO[10].

En España, la importancia que se debería dar a estas sucesivas líneas, bien entendidas activamente como “de acción exterior” o pasivamente como “de defensa”, no ha calado en una opinión pública con un grado de interés por la política exterior y los asuntos internacionales mínimo, cuando no nulo. El hecho de estar inmersos en un proceso de recuperación de una profunda y generalizada crisis no ha de aislarnos de la realidad exterior. Al contrario, ha de ser un acicate para nuestra unión y para emprender una común búsqueda de soluciones incluso más allá de nuestras fronteras nacionales o comunitarias y, por supuesto, no ha de dejar de mantenernos alertas ante los riesgos y amenazas de y a nuestro entorno. Esta actitud, hemos de interpretarla como una postura responsable con nuestros intereses individuales tanto económicos como sociales, con nuestros intereses colectivos nacionales, con los intereses colectivos comunitarios europeos e incluso con los de nuestros aliados del resto del mundo, ya que es una parte esencial del mismo en la que debemos desempeñar el papel que la geografía y la historia nos llama a ocupar.

Malí 10 de octubre de 2013

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[1] Cuando la propia existencia del Estado y la posibilidad de ejercer libremente todos sus poderes es dudosa, se considera que es “fallido”. Este término está muy extendido, aunque carece de una total aceptación debido a que se toma por oposición a lo que Weber definió para cuando un estado ha tenido “éxito”: cuando ha sido capaz de mantener el monopolio del uso legítimo de la fuerza dentro de sus fronteras. La sesgada interpretación o manipulación a la que se puede prestar, así como a la escasa concreción de su definición, hace que no sea muy “exitoso” su empleo.
[2] Las prioridades de la nueva administración china quedan claras en que  el segundo destino elegido (tras Rusia) para la  visita oficial de su presidente ha sido África; como posibles socios no alineados con occidente, potencias emergentes y ricos en recursos naturales. Ha desembarcado con oleoducto en el Chad, contratos de ingeniería en Sudán, puerto en Mauritania, minas en Liberia, minas y prospecciones en Guinea, etc.
[3] Segundo socio comercial de África con el 14% de los intercambios (China el 1° con más del 30%).
[4] Estados Unidos ya importa más del 15% de su petróleo del África Subsahariana (cantidad comparable a la que compra a Arabia Saudí). Y se  estima que llegará al 25 % en el 2020, más que todo el golfo Pérsico.
[5] Minerías de oro y uranio principalmente.
[6] Nigeria, país emergente, 7° país en población del mundo próximo a los doscientos millones de habitantes que posiblemente los duplique en 2050.
[7] “Estrategia de la Unión Europea para la Seguridad y el Desarrollo en el Sahel” (marzo de 2011).
[8] EUTM-Mali, misión de entrenamiento a las Fuerzas Armadas Malienses.
[9] Apoyo a la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO/ECOWAS), a la Comunidad Económica de Estados de África Central (CEDEAC/ECCAS) y a la Comunidad de Estados del Golfo de Guinea.
[10] Proyecto para ayudar a combatir los actos de piratería y el robo a mano armada en las aguas del Golfo de Guinea. Fue presentado  en Cotonou (Benin) por La jefa de la Unión Europea (UE) en Benin, Francoise Collet, el 19 de septiembre de 2013. El Fondo de Estabilidad de la Unión Europea contribuirá con 4,5 millones de euros, en este proyecto piloto sobre siete países  (Togo, Benin, Nigeria, Camerún, Gabón, Guinea Ecuatorial y Santo Tomé y Príncipe).





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