Cátedra Paz, Seguridad y Defensa

Español English

Observatorio PSyD

El observatorio opina

25 de Junio de 2014

La gran incógnita de los MIA, POW y DUSTWUN? o cuando la realidad supera la ficción.

Raúl C. Cancio
Doctor en Derecho.
Letrado del Tribunal Supremo (Sala de lo Contencioso-Administrativo)

«They want you to lose faith. Lose faith in your country, which they say is the devil. In your brother marines, who they say aren't coming for you because you have no military value. In your wife, who they say has got her arms wrapped around someone else».

      Nicholas Brody (cap. 3, 1ª  Temporada  Homeland)


Seis premios Emmy; cinco Globos de Oros, incluyendo en ambos casos a la mejor serie dramática; cuatro Satellite Awards o dos premios al mejor guión del año, unido a audiencias medias de 1.850.000 televidentes con picos que superaron los dos millones en una televisión por cable como es Showtime, han convertido a la serie Homeland en un verdadero fenómeno televisivo durante los dos últimos años. Como todos ustedes saben, la serie –versión norteamericana de la idea original del israelita Giddeon Raff, escritor y productor de Hatuffin-, nos cuenta como Carrie Mathison (Claire Danes), oficial de operaciones de la CIA destinada en Irak, recibe información de que un prisionero de guerra estadounidense se había unido al grupo terrorista Al-Qaeda. De vuelta a Langley, la agente es informada de que Nicholas Brody (Damian Lewis), un sargento del Cuerpo de Marines que había sido considerado como desaparecido en combate desde 2003, ha sido rescatado por unidades del Army Compartmented Elements (ACE) –los popularmente conocidos como Delta Force- de su confinamiento bajo custodia del grupo terrorista. A partir de ese momento, se plantea, de una parte, los esfuerzos de Carrie por demostrar que Brody es ese activo reclutado por Al Qaeda, frente a la consideración de héroe de guerra del que tienen de él tanto el gobierno federal como sus superiores en la CIA. La trama se complica notablemente desde el momento en que entre Carrie y Brody surge una relación sentimental, lo que dificulta aun más el cabal discernimiento de la agente de inteligencia con respecto a las verdaderas intenciones del militar liberado.

Bien, sustituyan el nombre de Brody por el de Bowe Bergdahl y eliminen los inevitables aditamentos sentimentales, y se darán cuenta del asombroso paralelismo entre la ficción televisiva y la polémica suscitada recientemente en la opinión publica y en la clase política norteamericana. Educado por sus padres en una cabaña sin línea de teléfono del minúsculo pueblo de Hailey (Idaho), el joven Bergdahl siempre fue un alma libre y sensible al que le gustaba refugiarse en los más de cinco mil libros de su casa, el ballet clásico, o todo o relacionado con técnicas de supervivencia en la naturaleza. Tras convalidar su formación doméstica en el College of Southern Idaho, se interesó por las artes marciales y el budismo.  Con veinte años inicia un viaje por Europa, llegando a París con la excusa de estudiar francés, pero con el único y larvado objetivo de ingresar en la Legión Francesa, algo que no logró, graduándose sin embargo en la Academia de Infantería de Fort Benning a finales de 2008, siendo  destinado al 1er batallón del 501º Regimiento de Infantería Aerotransportada de la 4ª Brigada de Combate de la 25º División del Fuerte Richardson. En marzo de 2009 parte  hacia Afganistán, adscrito a una unidad de contrainsurgencia destinada en la zona de Mest-Malak, donde algunos de sus compañeros pronto advirtieron su carácter introspectivo y el creciente interés por conocer el idioma pastún, confraternizando más con lugareños que con los miembros de su propia unidad. El ahora sargento –ascendido en ausencia- fue tomado prisionero por un grupo de talibanes pertenecientes a Al-Qaeda el 30 de junio de 2009 y luego transferido a la red Haqani. En 2010, el Pentágono aseguró, después de avanzar investigaciones sobre la captura de Bergdahl, que éste había desatendido a su equipo militar saliendo de los límites del campamento y abandonando su unidad. En este sentido, en declaraciones a la CNN, el soldado Nathan Bethea, compañero del Bergdahl, no albergaba dudas de que había desertado, debiendo ser juzgado ante una corte marcial.

La liberación del soldado norteamericano el pasado 31 de mayo pasado en las proximidades de Khost, no se produjo en este caso como consecuencia de una operación militar, sino merced a laboriosas gestiones diplomáticas, en las que ha sido pieza clave la intermediación del Emir de Qatar, Tamim bin Hamad al Zani. Así, en este pasado mes de mayo se alcanzó un acuerdo por el cual se liberaba a Bergdahl a cambio de la salida de Guantánamo y su ulterior estancia en el emirato catarí durante un año y bajo vigilancia de los activistas Khairullah Said Wali Khairkhwa; Mullah Mohammad Fazl; Mullah Norullah Noori; Abdul Haq Wasiq y Mohammed Nabi Omari, todos ellos destacados miembros de la estructura operativa talibán. En 2010 The Daily Mail informó que, según un comandante de Al-Qaeda, Bergdahl se habría convertido al Islam y estaría compartiendo sus conocimientos militares con la célula terrorista, entre los cuales figuran técnicas de emboscadas, fabricación de bombas y metodología operativa del ejército de Estados Unidos. En cartas y correos electrónicos enviados a sus padres, Bergdahl expresó inquietudes relacionadas con el modo de operar del ejército de Estados Unidos. “Me siento avergonzado de ser americano”, llegó a escribir. En el video realizado y distribuido por la célula de Al Qaeda que mantenía privado de libertad a Bergdahl, un talibán le dice cuando sube al automóvil: “No vuelvas a Afganistán. La próxima vez no habrá nadie para liberarte”.

Desde la liberación de Bowen Bergdahl, 8.273 personas han demostrado su apoyo a un grupo de facebook, que le denuncia como un desertor que ha sido ascendido a sargento injustamente por la cúpula militar. El grupo reúne archivos, entrevistas y múltiples opiniones sobre el caso de Bowe Bergdahl, más los testimonios de sus ex compañeros. Al mismo tiempo, familiares del sargento rescatado han promovido desde su captura en 2009, un sitio web en apoyo a los esfuerzos de liberación y para que ahora se valore su inocencia en cuanto a la presunta de deserción.

Este caso plantea una multitud de reflexiones desde diversos puntos de vista. En primer lugar y desde una perspectiva estrictamente legal,  toda vez que conforme a la National Defense Authorization Act for Fiscal Year 2014, que regula los procedimientos de intercambio de prisioneros internados en Guantánamo, se exige que cualquier acuerdo de transferencia sea comunicado al Congreso con treinta días de antelación, extremo que no se ha verificado en este caso, con el argumento por parte de la Casa Blanca de que dicha previsión interfiere en el poder ejecutivo del Presidente como comandante en jefe en casos como el presente.

En segundo lugar, y ya en el plano moral y político, el intercambio de prisioneros pone sobre la mesa el espinoso y tan cercano para nosotros asunto de la negociación entre gobiernos legítimos y grupos terroristas. Para los que censuran el acuerdo alcanzado para liberar al soldado americano, la operación constituye una pésima señal que lo único que va a lograr es estimular la captura de objetivos norteamericanos como moneda de cambio, desbaratándose consecuentemente el principio de que los Estados Unidos no negocian con terroristas. Frente a ello, se argumenta que Bergdahl era técnicamente un prisionero de guerra y fue canjeado por otros prisioneros de guerra, pues los cinco talibanes son mandos en una estructura militar perteneciente a un país soberano como Afganistán, lo cual, por cierto, es una postura legalmente admirable y, sin embargo, radicalmente opuesta a la tesis que ha amparado durante todos estos años el inadmisible limbo jurídico de los internos en el  Camp Delta guantanameño, al  considerar que los guerrilleros talibanes detenidos no estaban amparados por los Convenios de Ginebra y, por tanto, no podía serles aplicado su contenido, calificando además a Afganistán como un estado fallido y, consecuentemente, deslegitimado para impetrar su aplicación. Bienvenido sea este asombroso y frontal cambio de criterio. Por otra parte,  la Casa Blanca y el Pentágono sostienen que el gobierno de los Estados Unidos jamás abandona a un ciudadano americano que viste el uniforme militar para combatir lejos de casa y es capturado por el enemigo, sin que pueda ser un factor a tener en cuenta en aras de su liberación que sus captores sean un grupo terrorista, un estado o cualesquiera otros tipos de entidades. Primero se le libera, y luego se pregunta.

Por último, y para finalizar, la mixtura entre realidad y ficción; la ingente cantidad de información a la que las redes sociales permiten acceder; la inmediatez entre lo factual y lo ficticio, han generado un progresivo clima de desconfianza entre la industria cinematográfica y televisiva y las autoridades militares y gubernativas en ese país, habida cuenta de la información y los datos que, tras el velo de la ficción, se vierten en la opinión pública. Los recientes estrenos de films como Zero Dark Thirty (Bigelow, 2012) o Godzilla (Edwards, 2014), han generado, para el primer largometraje, interpelaciones en sede parlamentaria, solicitando la comparecencia de responsable de la CIA y del Departamento de Defensa acerca de la posible filtración de información clasificada relativa a la operación en la que resultó abatido Osama Bin Laden. En cuanto a la cinta de ciencia ficción estrenada este mismo año, el Cuerpo de Marines, que participó en la versión de Emmerich de 1998, declinó intervenir en ésta, siendo la Navy la que cedió aeronaves y buques de guerra.

En relación con el caso Bergdahl, sólo nos resta desear que la realidad no se parezca a la ficción o que la ficción no se factualice, y que este sargento no se convierta en un nuevo Brody. Atentos.

18 de junio de 2014






*Missing in Action, Prisioner of War y Duty Status - Whereabouts Unknown (desaparecido en combate, prisionero de Guerra y en paradero desconocido).







      





Descargar documento en PDF:

‹ volver

Cátedra Paz, Seguridad y Defensa - Universidad de Zaragoza Gobierno de España - Ministerio de Defensa