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Observatorio PSyD

El observatorio opina

27 de Junio de 2018

La geopolítica china global y en América latina

Jorge Garris Mozota
Doctor en Historia y Politólogo

En los últimos años China está dejando perplejo al mundo debido a su política de expansión económica y de inversiones, acompañada por acuerdos diplomáticos que la están situando en el lugar adecuado para poder liderar una nueva era de relaciones multipolares.

Ello está contrastando con la política proteccionista que el presidente de los EEUU, Donald Trump, está consiguiendo imponer en la federación, tal y como anunció desde su llegada a la Casa Blanca.

De hecho, el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, TTP, tratado de libre comercio que llevaba operando desde el 4 de febrero de 2016, y que complementaba al de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión, TTIP, en relación con el comercio con la UE; fue rechazado por el presidente Trump el 23 de enero de 2017, anunciando su retirada del mismo, lo cual no impidió que en abril de 2018 se retomara la posibilidad del retorno.

De igual modo, durante el mes de marzo, y tal vez en respuesta forzada a la postura anteriormente citada de China, la Casa Blanca anunció la subida de los aranceles del acero y aluminio en 25% y un 10% respectivamente, respecto de las importaciones provenientes de China entre otros países.

Es obvio que muchos países se han visto amenazados y perjudicados por dichas medidas y entre ellos China, que a su vez también ha declarado su intención de responder en pleno clima de una nueva guerra comercial, a caballo del neo proteccionismo esgrimido por EEUU. México y Canadá han recibido presiones arancelarias en el marco del Tratado de libre Comercio de América del Norte, TLCAN.

Se hace patente que el orden económico mundial se puede ver afectado gravemente por las medidas anteriormente citadas, pero el asunto puede ser si éste es el mejor orden para el mundo.

No obstante a todo ello, China es uno de los países que se están aprovechando de esa corriente proteccionista, puesto que los EEUU están abandonando o debilitando su presencia en determinadas áreas económicas que precisamente están siendo aprovechadas   por el gigante asiático en aras de sus ansias expansionistas.

El año 2017 marcó un hito en la historia china con la consecución de dos importantes eventos; uno de ellos fue la celebración del XIX Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh) [1] que reeligió al presidente Xi Jinping, y la posibilidad de que este ostente durante los cinco próximos años, un poder que no se veía en décadas. El otro evento reseñable fue la Conferencia Económica, en la que se impulsaron objetivos políticos y económicos como: aumentar la capacidad de innovación en productos elaborados en industrias modernizadas, primando la calidad sobre la cantidad, el aumento del crecimiento y la competitividad, desregulación financiera y menor presencia estatal en la actividad económica; todo ello con rasgos similares a lo que se vio en la Nueva Política Económica [2] que vivió la extinta URSS.

Estas dos reuniones clave son las que han llevado a relanzar China como una pujante potencia económica y política, bajo el mantenimiento de una férrea disciplina de partido, eje motor del país, la consolidación del poder de su líder, y la paulatina apertura a la economía de mercado en los sectores que interesan potenciar, acompañada de una agresiva acción inversora en el extranjero, sobre todo, en la adquisición de fuentes de materias primas. Todo ello se enmarca en lo que se ha denominado la etapa de socialismo moderno.

Objetivos clave del gobierno chino son el aumento de la inversión en el extranjero, créditos e infraestructuras, en la actualidad sobre los 190 millones de dólares. Pero otro de los objetivos es consolidar y potenciar la Nueva Ruta de la Seda. El gigantesco proyecto de comunicación y transporte que enlaza Eurasia con Europa, integrando el transiberiano, el nuevo puente de tierra de Eurasia y el ferrocarril transasiático.[3]

En relación con ello, China no ha dudado en invertir en países dirigidos por gobiernos corruptos y con poca fiabilidad de revertir sus ingresos, salvo por la contraprestación de construir puertos y aeropuertos estratégicos a lo largo y ancho del Océano Índico, como apoyo a la comentada Ruta de la Seda.

Sin embargo, existe un lugar del planeta en el que China se ha volcado con especial atención, y ese es el espacio dibujado entre la frontera de México con los EEUU y Tierra de Fuego.

En América Latina, quedó más que patente en la Cumbre China-LAC, Latinoamérica y el Caribe, que se celebró en 2017 en Punta del Este, ya que Uruguay se ha determinado como la auténtica puerta de entrada del dragón asiático en el mercado Sur.

China invierte un gran porcentaje de su Inversión Extranjera Directa (IED) en la región del Sudeste asiático, y tras ella, la segunda prioridad es en América Latina y el Caribe.

Desde los comienzos del año 2000 hasta nuestros días, por países, la inversión ha sido en mayor grado en Brasil, sector energético y minero; Perú, buscando su cobre; Argentina, ferrocarriles y energía solar; Cuba, infraestructura, telecomunicaciones y turismo; y así en la mayor parte de los países, buscando la minería, las comunicaciones, el petróleo, el agua, el gas, el sector de la automoción y la agroindustria principalmente.

Los datos arrojados por el Diálogo Interamericano y el Banco Interamericano de Desarrollo, muestran no ya una pérdida de peso inversor de EEUU y la UE en América Latina, sino un verdadero desplazamiento en general y en algunos sectores en particular; China se ha convertido en el principal proveedor de armamento desde el año 2005, sobre todo en países como Venezuela, Bolivia, Perú y Argentina.

Es muy importante tener en cuenta el nuevo rol que quiere jugar China en América Latina, convirtiéndose en el principal socio y prestamista, y ello con una estrategia a largo plazo, ya que el control de las fuentes de materias primas, la producción y el suministro, entre otros del armamento de sus ejércitos, llevará a China a ocupar el puesto de mayor influencia económica, política y posiblemente cultural en este amplio espacio geográfico. Y todo ello, en lo que se ha considerado durante siglos como la despensa natural de los EEUU.

Por último, esta expansión americana de China, deberá lidiar con las redes de narcotráfico, trata de seres humanos y mercancías, las cuales, a día de hoy y desde hace un tiempo, se encuentran interrelacionadas con las de grupos yihadistas que las emplean como fuente de financiación para sus actividades.

Sin duda, el futuro de América Latina se presenta incierto a la vez que interesante, en las prospectivas que se deban realizar.

Donostia, a 27 de junio de 2018.  




[1] Fundado el 1 de julio de 1921, cuenta con más de 70 millones de miembros, sufrió una transformación con la llamada Triple Representatividad ideada por Jiang Zemin,  que facilitó el avance ideológico hacia la inclusión de capitalistas y empresarios en el partido, alejándose de la lucha de clases. De ahí deriva la concepción actual de Estado fuerte con políticas de mercado.

[2] En el año 1921, durante los años de Lenin, con sustitución del modelo de economía comunista de guerra, que había llevado a la URSS al colapso económico y millones de muertos, financiada por capital internacional.

[3] Cuatro corredores se integran en este plan: el Norte, une Europa y el Pacífico; el Sur, de Europa al Sudeste asiático; el Norte –Sur, conectando Norte de Europa con el Golfo Pérsico, y el del Sudeste asiático.




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