En Junio de 2012 se publicó la primera Estrategia Nacional de Seguridad y Defensa de Chile (ENSYD)[1]. La estrategia chilena representa uno de los ejemplos en el continente americano en cuanto a la toma de conciencia, no sólo como estado sino como país, y de su papel ante un nuevo contexto internacional: en su aspecto económico, respecto de su inserción internacional así como de los nuevos horizontes estratégicos. Y por lo que respecta al modelo de gestión política en el ámbito de la Seguridad, de la Defensa y de lo Militar, no olvidemos que una estrategia nacional de seguridad es la proyección de una Agenda política de un país.

Dos ideas destacan desde el inicio de este escrito: por un lado el valor que se da a la ENSYD como “Política de políticas” y, por otra parte, la definición de “Seguridad Ampliada”. Estamos ante un salto cualitativo en la manera y forma de gestionar la seguridad: es una ampliación de las tradicionales coordenadas de la Seguridad no sólo interior sino también externa de Chile y convierte a dicha estrategia en un polo de desarrollo de nuevas políticas públicas; es el primer paso hacia una moderna y visible capacidad estratégica. Unido a todo ello, la ENSYD establece tanto su marco definitorio así como su ámbito temporal de aplicación y revisión (2012-2024) en la línea de otras estrategias nacionales de seguridad: …”esta ENSYD será sometida a revisión cada cuatro años, o como mínimo una vez cada período de gobierno, teniendo siempre una proyección de futuro de a lo menos doce años”[2]

Respecto a su “Carta de Presentación”, qué encontramos, lo primero que hay que afirmar es su grado de certidumbre respecto al qué y cómo Chile gestiona su seguridad; país que, no tenemos que olvidar, está en pleno desarrollo -cuestión capital para su seguridad-, lo que supone que sus percepciones en esta cuestión estén supeditadas a aspectos sobre su propio desarrollo económico, madurez política y social, siendo un factor capital en la estrategia chilena frente a aquellas otras estrategias nacionales que, simplemente, una vez logrados sus objetivos de desarrollo, deben preservar y defender dichos estándares de desarrollo: ”…El desarrollo de Chile y su seguridad están estrechamente relacionados, conformando un círculo virtuoso. No hay desarrollo sin seguridad”[3]. Como bien cabe suponer, dicha estrategia refleja el quiénes somos y, en consecuencia, sus intereses; y es necesario observar que ello implica no sólo el presente sino, también, el futuro del país: Chile Soberano, Chile Próspero y Chile Seguro[4], aspectos básicos de su agenda proyectados en la estrategia nacional de seguridad de un país emergente.

La ENSYD dedica la Parte II a lo que representan “Los Intereses de seguridad de Chile en el mundo”: Chile y América Latina; Chile y Antártica; Chile y la Cuenca del Pacífico; Chile y sus relaciones con USA y Canadá; Chile y Europa; la seguridad de Oriente Medio y África y, finalmente, su papel y participación en los foros internacionales, así como su incorporación a las Operaciones Internacionales de Paz. Consecuentemente, una apuesta decidida por la multipolaridad y al reforzamiento de la presencia chilena en el ámbito regional y más cercano.[5]

Por lo que respecta a la cuestión de los riesgos, amenazas y desafíos, la ESNYD bascula, por una parte, entre reflejar un conjunto de tendencias que pueden ser generadoras de posibles riesgos y desafíos para el propio país -caso del cambio climático, la evolución tecnológica o las disfunciones de la propia globalización- y , por otro lado, concreta una serie de riesgos y desafíos al país: narcotráfico, terrorismo, tráfico de armas, catástrofes, ciberataques;  así como de las posibles vulnerabilidades que puedan incidir en el completo desarrollo del país y de su inserción: vulnerabilidad energética, desigualdad social, población insuficiente, restringida visión geopolítica de la integración territorial.[6]

¿Cómo responde Chile en su estrategia a los diferentes desafíos y vulnerabilidades? La ENSYD establece tres ámbitos: Integral, Participativo y Cooperativo. Son consecuencia de una profunda reflexión que, en el aspecto  integral, busca la modificación de su entorno y una mejor comprensión de la seguridad y de los riesgos asumidos; en la esfera participativa resulta novedoso, ya que supone la incorporación de nuevos actores en la gestión y participación en seguridad, un gran paso adelante; mientras que a nivel cooperativo se define una modalidad de trabajo orientado a la esfera internacional y su plena inserción como mejor mecanismo para hacer frente a los riesgos y desafíos. Constituye una absoluta novedad que en este documento se proceda a la creación de una “arquitectura institucional pública” y a la posible incorporación de la esfera privada y de la propia participación ciudadana, lo que son reflejo del grado de madurez alcanzado en la elaboración de la ENSYD.[7]

Finalmente, todo desarrollo de una nueva estrategia nacional de seguridad conlleva para el país que la elabora asumir una  nueva responsabilidad en la esfera internacional, como es en el caso de la ESNYD. Supone la creación de su carta de presentación y del reflejo de la certidumbre por parte de dicho país, en este caso la chilena, indicadora del: qué somos, cuáles son nuestras líneas de acción, qué es para nosotros la seguridad, cuáles son nuestros intereses estratégicos como elementos activos de un país en desarrollo. Es el reflejo de una nueva forma de gestión y reflexión que se incorpora a la esfera internacional, pero que a la vez es la señal de un sustancial cambio en las políticas públicas de seguridad de Chile. Y, sobre todo, dicho documento establece las bases de su proyección estratégica; consecuentemente, una nueva Agenda de Seguridad se ha incorporado a la Sociedad Global.

Zaragoza, 4 de abril de 2013

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[1] Documento ENSYD cuya dirección electrónica es:
http://www.aainteligencia.cl/wp-content/uploads/2012/08/ENSYD-version-definitiva1.pdf
[2] Op.cit., pag 3-5 
[3] Op.cit. Pag 5
[4] Op.cit., apartado titulado  “Los Intereses Nacionales”
[5] Op.cit., en su capítulo titulado: “Chile y sus desafíos de Seguridad”
[6] Op.cit., en su capítulo titulado  “Chile y sus desafíos de Seguridad”
[7] Op.cit., en su capítulo titulado  “La respuesta Nacional”