Juan A. Moliner González
General de División del E.A. (Reserva)
Subdirector del Instituto Universitario Gutiérrez Mellado
La razón de la existencia de una ética aplicada, como la militar, no es sólo articular una argumentación sobre el uso de la fuerza mirando al pasado o inquiriendo en prospectivas de futuro. La ética indaga sobre lo que está bien y lo que está mal para tomar una decisión sobre la conducta a seguir, sobre la que es correcta en el momento presente.
Cuando se analiza éticamente la utilización de la fuerza militar también hay que tener en cuenta el derecho internacional positivo y, particularmente, el derecho internacional humanitario. Este juega un papel esencial aunque, como hemos indicado en alguna ocasión, es la ética la que da, debe dar, un paso más allá de lo legal en su búsqueda de lo legítimo
[1].
Pues bien, la hipótesis que se defiende en este breve trabajo, es que la difusión y el alcance global de un crimen truculento cometido sobre una sola persona, Khashoggi, es lo que ha enervado la sensibilidad moral y humanitaria de gran parte del mundo, y especialmente de Occidente, para que la guerra de Yemen y con ella todos los muertos y desastres que ha producido, pase al primer plano de actualidad, se adopten medidas diplomáticas, políticas y económicas de trascendencia y se empiecen a abordar pasos serios para llegar a su solución.
El esfuerzo por aplicar el razonamiento ético a un conflicto bélico como el del Yemen, que comenzó en 2014 (aunque se pueden rastrear sus orígenes al comienzo del siglo), ha sido considerado, con toda la seriedad y gravedad que requiere, de distinta forma en según qué momentos y su influencia en la opinión pública internacional también ha pasado por altibajos.
Hasta el asesinato del periodista y exiliado en EE.UU. Jamal Khashoggi, la guerra de Yemen aparecía como una noticia, más o menos recurrente, del panorama internacional
[2]. Aunque no parece demasiado racional analizar una guerra en toda su complejidad y dimensión apoyándose en un episodio centrado en una sola persona, eso es lo que está ocurriendo un mes después de la desaparición de Khashoggi cuando entró en el consulado de Arabia Saudí en Estambul y no volvió a salir vivo.
Respecto a la guerra de Yemen hay que consignar que se barajan, según las diversas fuentes, cifras de 10.000 a 80.000 muertos en los últimos tres años, además del riesgo de estar produciéndose una gravísima crisis humanitaria. Dada la dependencia de la inmensa mayoría de los yemeníes de esa ayuda internacional, el riesgo de estar al borde la hambruna, según la ONU, alcanza a más de la mitad de la población de Yemen (27 millones de habitantes)
[3]. Si todo ello no fuera suficiente, a esos desastres debe unirse el brote de una epidemia de cólera, la peor de su moderna historia.
El conflicto ha sido discutido en Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, se han presentado informes de organizaciones humanitarias y se han efectuado apelaciones desde muchos ámbitos a la necesidad de buscar una solución que permita alcanzar la paz.
También se han alzado voces reclamando llevar a los responsables, actores individuales y grupales, estatales y no estatales, por incumplimiento del derecho internacional humanitario –responsabilidad legal- y por atentados al principio de humanidad y la dignidad humana –responsabilidad ética y moral-.
Parece que hasta ese asesinato las denuncias se hubieran hecho en voz baja, aunque desde hace tiempo ambas partes en conflicto deben hacer frente a acusaciones de incumplimientos éticos y legales en la conducción de la guerra (
jus in bello).
Los rebeldes yemeníes Huthis, que están respaldados por tres países, están denunciados por lanzar ataques con drones y misiles armados contra poblaciones civiles de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.
La coalición liderada por Arabia Saudí, en la que participan o apoyan diez países y que es respaldada por otros, incluyendo estados occidentales
[4] y la Liga Árabe, debe responder a inculpaciones de llevar a cabo bombardeos aéreos en zonas habilitadas por civiles, incluyendo el bombardeo sobre un autobús lleno de niños
[5], incumpliendo el principio de discriminación/distinción de la Guerra Justa.
En este sentido es de especial gravedad la acusación contra ambos contendientes de reclutar a niños y cometer diversos tipos de violencia contra ellos
[6]. Así como otros abusos y violaciones de los derechos humanos
[7].
Ante todo ello, resulta sorprendente e interesante constatar que la comisión de un crimen, por algunos definido como «de Estado», haya llevado, más que las terribles consecuencias indicadas, a que figuras internacionales como la canciller alemana Angela Merkel o los Secretarios de Estado y Defensa de EE.UU., Pompeo y Mattis, presionados por parte de miembros del Congreso y Senado de ese país, hayan hecho declaraciones anunciando la adopción de medidas de presión y exijan firmemente el cese de los combates por ambas partes y el establecimiento de conversaciones de paz en treinta días
[8].
Es claro, por tanto, que no han sido los indicios que apuntan al desprecio de las básicas consideraciones éticas y legales (algo que habrá que demostrar fehacientemente) y que exigen no bombardear por la coalición objetivos civiles cuando el nivel de precisión no presenta, con un razonable margen de seguridad, la ausencia de bajas civiles no combatientes. Ni tampoco las informaciones que achacan a los huthis lanzar misiles y drones sobre áreas civiles, con plena conciencia de la falta de respeto a la neutralidad de los no-combatientes. Ni siquiera, opiniones de juristas de EE.UU. advirtiendo de que la asistencia de ese país «podría inducir a personal militar de EE.UU. a ser vulnerable a alegaciones de crímenes de guerra»
[9].
Explicar las razones por las que un solo crimen ha despertado la conciencia ética de la comunidad internacional exigiría profundizar en motivaciones de psicología social y sociología internacional a las que este somero análisis no se atreve a llegar. Algunas voces han apuntado que el abandono de la política de reformas y protección de disidentes ha impulsado a los autócratas de la región a convertirse en más insensatos y brutales
[10].
A ello habría que añadirle la importancia creciente, y como se aprecia en este caso decisiva, de la opinión publica (mundial) en la toma de decisiones políticas que afectan al uso de la fuerza militar, o sea, a la guerra. La difusión global y prácticamente en tiempo real de la información sobre el caso Khashoggi ha actuado como catalizador en el replanteamiento de reflexiones éticas y legales que, muy a menudo, no son adecuadamente tendidas en consideración por los líderes políticos que, además de la defensa de sus intereses, deberían reflexionar sobre el principio de humanidad, imprescindible también incluso en el uso de la fuerza, aunque se tenga la convicción de defender una causa justa.
Parece obvio que las características del asesinato del periodista Khashoggi, así como la identidad de los aparentes responsables del mismo, en lo que todo apunta a personas de la más alta responsabilidad de un Estado implicado en la guerra del Yemen, han servido para movilizar las convicciones éticas de aquellos que, habiendo podido influir, hasta ese momento no se habían atrevido a tenerlas en consideración.
En la utilización de la fuerza en la guerra, su naturaleza sigue teniendo en la política y en la violencia sus elementos estructurales. Debe darse la bienvenida a que haya sido esta violencia atroz y siniestra, por más que haya sido empleada en una sola persona, la que haya contribuido a reafirmar la primacía de los principios éticos y legales a la hora del uso de la fuerza que es la guerra, ya que las razones políticas, por si solas, no habían contribuido a plantear la seria y urgente necesidad de poner fin al conflicto de Yemen.
[1] Sobre la diferencia entre ética y derecho véase MOLINER GONZÁLEZ, J.A. (2018). ¿Qué es la ética militar? En IEEE:
Documento Marco 16/2018, Madrid, p. 7.
[2] En España las noticias sobre la guerra del Yemen han estado en el candelero político y mediático desde unas semanas antes, dado el debate generado por las dudas ante la venta de 400 misiles guiados de precisión a Arabia Saudí.
[3] Naciones Unidas. Consejo de Seguridad.
The situation in the Middle East. 8379 meeting, S/PV.8379, 23 October 2018.
[4] EE.UU. ha venido apoyando a la coalición en operaciones de reabastecimiento en vuelo, intercambios de inteligencia y apoyo en sofisticados sistemas de armas, además de haber recibido acusaciones de colaborar en la elección de objetivos sin cumplir las reglas de la guerra y los códigos éticos. A este respecto véase HUBBARD, B. (2018).
Yemen civilians Keep Dying, but Pompeo Says Saudis Are Doing Enough, the New York Times, 12 Sep 2018
https://www.nytimes.com/2018/09/12/world/middleeast/saudi-yemen-pompeo-certify.htm Visitado el 01.11.18
[5] BAYOUMI, M. (2018).
US bombs are killing children in Yemen. Does anyone care?, 25 Aug 2018
https://www.theguardian.com/commentsfree/2018/aug/25/us-bombs-yemen-children-humanitarian-disaster Visitado el 02.11.18
[6] Naciones Unidas. Asamblea General y Consejo de Seguridad. Informe del Secretario General.
Children and Armed Conflict, A/79/836-S/2016/360, 20 April 2016.
[7] Naciones Unidas. Consejo de Derechos Humanos.
Situation of human rights in Yemen, including violations and abuses since September 2014. A/HRC/39/43, 17 August 2018.
[8] BORGER, S. (2018).
Yemen war: US unveils blueprint for ceasefire and peace talks, the Guardian, 31 oct 2018,
https://www.theguardian.com/world/2018/oct/30/yemen-peace-talks-james-mattis-saudi-arabia-houthi Visitado el 31.10.18
[9] RYAN, M. (2018).
Congress forces a reckoning on U.S. role in Yemen, The Washington Post, 11 April 2018,
https://www.washingtonpost.com/world/national-security/congress-forces-a-reckoning-on-us-role-in-yemen/20/18/09/11/22226760-b2ac-11e8-9a6... Visitado el 01.11.18
[10] BAZZI, M. (2018).
Khashoggi`s fate isn`t a surprise: Trump has emboldened Saudi Arabia, The Guardian, 16 Oct 2018,
https://www.theguardian.com/commentsfree/2018/oct/16/khashoggi-saudi-arabia-bin-salman-trump Visitado el 03.11.18