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Observatorio PSyD

El observatorio opina

31 de Mayo de 2013

Fuerzas Armadas, el valor de la seguridad

Col. Francisco Rubio Damián
Director Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales

El 1 y 2 de junio se celebran en España los actos centrales del Día de las Fuerzas Armadas, excelente ocasión para reflexionar sobre el papel que desempeña esta institución en nuestra sociedad y que se resume en constituirse en la base de la defensa nacional y contribuir de forma solvente al fortalecimiento de la seguridad. Sin estos dos elementos, defensa y seguridad, no es posible alcanzar un desarrollo económico y social satisfactorio; no obstante, con demasiada frecuencia olvidamos que disfrutar de un entorno de paz y estabilidad es un privilegio que requiere de la atención y el esfuerzo de todos.

En este sentido, se podría afirmar que existe cierta analogía entre seguridad nacional y salud personal. La falta de buena salud dificulta el desarrollo personal, hace vulnerable al individuo y le limita para la práctica autónoma de las actividades cotidianas. Sin embargo, mientras se goza de buena salud se tiende a relegar su cuidado a un segundo plano y a no prestarle la suficiente atención. Aunque desde una óptica racional esta actitud resulta poco sensata, lo cierto es que son muchos los que abandonan los hábitos de vida saludable y los tratamientos preventivos que les fortalecen frente a la enfermedad y disminuyen las posibilidades de tener que sufrir tratamientos paliativos.

De la misma forma que el descuido de la salud personal aumentaría la exposición a las enfermedades, la falta de interés y preocupación por la seguridad nacional disminuiría la fortaleza del Estado ante un número cada vez mayor de riesgos potenciales. Solemos olvidar o desconocer que la paz y la seguridad no están garantizadas y que nos enfrentamos a amenazas que, de materializarse, podrían debilitarnos como Estado, atacar la integridad de las personas y desgastar la confianza de los ciudadanos en los principios de nuestra sociedad. Con ser muy grave, las amenazas no se limitan al terrorismo nacional e internacional; en mayor o menor medida, también estamos expuestos a otros factores de riesgo de muy diversa naturaleza, entre los que destacan la proliferación de armas de destrucción masiva, los conflictos regionales, la descomposición de los estados, la delincuencia organizada, la competencia por los recursos naturales, la dependencia energética, el cambio climático, los ciberataques, las desigualdades sociales, los flujos migratorios descontrolados y, por supuesto, la crisis económica.

En su concepción clásica, la seguridad se identifica con la defensa de la soberanía nacional, de la integridad territorial y de los intereses nacionales en el exterior, todos ellos elementos críticos para la supervivencia del Estado. Sin embargo, los nuevos riesgos, el desarrollo social y la preocupación por el individuo han ampliado sustancialmente el ámbito de la seguridad, de modo que en 1994 el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo presentó el concepto de seguridad humana, centrándolo en las personas en lugar de en los Estados. Así, mientras la seguridad nacional se ocupa de la defensa del Estado contra las agresiones externas, la seguridad humana se orienta a la protección de los individuos y las comunidades frente a cualquier forma de violencia política, abarcando aspectos como la seguridad económica, alimentaria, de la salud, medioambiental, personal y política.

Por su parte, defensa, seguridad y paz están estrechamente relacionadas. La defensa abarca el conjunto de políticas y actividades que llevan a cabo los Estados con el fin de evitar y rechazar las agresiones provenientes del exterior. Por lo tanto, constituye la parte central de la seguridad y, aunque vincula a los estamentos políticos y a la sociedad civil, las actividades más resolutivas están asignadas a las fuerzas armadas. Las actuaciones relacionadas con la defensa pueden ejecutarse de forma preventiva o reactiva, en territorio nacional o en el exterior, y a título nacional o como parte de un proyecto supranacional.

Es importante insistir en que las amenazas y los riesgos a los que se enfrenta la seguridad son factores contrarios a la paz. Ya en 1945, el Secretario de Estado norteamericano Edward Stettinius declaró en su informe sobre la Conferencia de San Francisco -por la que se instituyó la ONU- que “la batalla de la paz debe librarse en dos frentes. El primero es el frente de la seguridad, en el que la victoria significa libertad respecto del miedo. El segundo es el frente económico y social, en el que la victoria significa libertad respecto de la miseria. Solo la victoria en ambos frentes puede asegurar al mundo una paz duradera”. Las fuerzas armadas contribuyen a la paz actuando en el frente de la seguridad, lo que da sentido a las operaciones exteriores como elemento del complejo mecanismo para mejorar las situaciones de inseguridad política y social.

La importancia y naturaleza de sus cometidos fundamentan que el militar esté dispuesto a ser empleado en las ocasiones de mayor riesgo y fatiga. Se trata, pues, de una profesión de servicio a la sociedad en cuyo ejercicio se asumen graves riesgos para la propia vida. Este precepto, que no alude a una predisposición hacia un modo de actuar temerario, exige por el contrario proteger la vida y la integridad física, evitando riesgos innecesarios. Dicho de otro modo: las circunstancias en las que se desenvuelve la actividad del militar pueden llevarle a tener que enfrentarse a situaciones complejas y cambiantes, cuando no peligrosas. En estas condiciones, los riesgos deben afrontarse con valor y serenidad, bajo la dirección de un jefe que sepa cómo mantener la moral, la disciplina y el orden del grupo, poniendo en práctica su capacidad de análisis e iniciativa, con mentalidad abierta, para finalmente alcanzar los objetivos sin descuidar la seguridad. Para lograrlo, es imprescindible que concurran en el militar una serie de rasgos entre los que destacan el aprecio a la vida, la pericia, el sentido de la responsabilidad y, por encima de todo, un compromiso absoluto con la defensa y la seguridad de la nación. En definitiva, un alto grado de exigencia que merece el reconocimiento de nuestra sociedad.

Jaca 31 de mayo de 2013

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