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21 de Enero de 2013

El sostenimiento de las Fuerzas Armadas: ¿exceso de gasto en tiempo de crisis económica?

Ricardo Canals Lizano
Senador. Miembro de la Comisión de Defensa

Archivado como: Presupuestos y gasto en defensa

Reconozco que el título de este escrito no es original; lo he leído y escuchado en numerosas ocasiones como pregunta, pero también como afirmación en conversaciones coloquiales y en medios de comunicación y expresado por líderes de opinión y destacados políticos. También en los diarios de sesiones del Congreso de los Diputados y del Senado es fácil encontrarlo en las intervenciones referentes a los Presupuestos Generales del Estado de los últimos años. La lejanía en el tiempo de conflictos armados, junto a la consolidación de la democracia, el desarrollo social, la pertenencia a la Unión Europea y la participación en organizaciones internacionales, entre otros motivos, crea un entorno de confianza que puede hacer reflexionar a los españoles sobre el futuro de las Fuerzas Armadas y su sostenimiento.

Hay quienes defienden que nuestra actual seguridad es una incuestionable realidad per
manente que nadie nos va a arrebatar y que obedece a un cambio sociocultural de “toda” la población mundial, que al unísono: olvida disputas, acepta diferencias, perdona a los que ofenden, prohíbe la guerra y se deshace de las armas. En consecuencia, quienes así opinan sostienen que los recursos económicos y humanos destinados a la defensa nacional, haya o no crisis económica, son un despropósito intolerable y abogan por cambiar la Cultura de la Defensa por lo que ellos denominan Cultura de la Paz.

Otros, en busca del aprovechamiento eficiente de la escasa hacienda pública actual, apoyan el adelgazamiento de nuestras Fuerzas Armadas o el abandono de compromisos internacionales y, con esos recursos, taponar alguna de las múltiples heridas ocasionadas por la crisis económica española, muchas de ellas ocasionadas por la falta de planificación, visión, entereza y valentía de los que les correspondía actuar y viéndola llegar a partir de 2008 callaron, ocultaron y negaron.

Por tanto, hay una parte de la sociedad a la que le gustaría que las Fuerzas Armadas desaparecieran ya que no creen que haya amenazas presentes ni futuras que pongan en riesgo nuestra seguridad y otros que, aun reconociendo la existencia de amenazas, escogen presupuestariamente otros sectores bajo la premisa de que gastar hoy en seguridad es un derroche. Desde mi punto de vista estos últimos planteamientos están equivocados y la inmensa mayoría de españoles consideran imprescindibles la existencia y el sostenimiento de unas Fuerzas Armadas modernas, actualizadas y operativas, de las que se sienten orgullosos y a las que están muy unidos.

Quienes minusvaloran la existencia de amenazas para España y sus intereses parecen ignorar nuestra ubicación geopolítica con sus conflictos inherentes, a los que hay que sumar la realidad de lo que está ocurriendo en el mundo, donde la internacionalización del terrorismo ocupa un papel preferente y del que nuestro país ya ha sufrido zarpazos que nos costará olvidar. La crisis de los estados fallidos y la transformación de los países árabes, especialmente los del Magreb, unidos a la delicada situación del Sahel pueden colocar conflictos muy cerca de nuestras fronteras. El ejemplo más reciente está siendo la guerra contra el terrorismo en Mali, que precisa de una contundente respuesta internacional y donde España estará con sus aliados.

Es incuestionable que la inmensa mayoría de la población apuesta por la Paz, pero la única cultura que la asegura es el fortalecimiento de la Cultura de la Defensa, porque con ésta nos exigimos garantizar: la paz, la libertad, la soberanía, nuestros intereses y, de una forma prioritaria, la lucha contra el terrorismo internacional. Pero en un mundo globalizado no siempre podemos hacerlo solos, por eso necesitamos tener amigos con principios e intereses similares, aliados comprometidos para defendernos mutuamente y crear espacios de paz y libertad.

Es responsabilidad de los gobiernos democráticos velar por la calidad de vida de las personas, pero quiero destacar que el bienestar de los ciudadanos empieza por la confianza de tener futuro y estar protegidos ante las amenazas reales que puede tener su país. Quienes la garantizan son unas Fuerzas Armadas con capacidad real de respuesta y el apoyo solidario de sus aliados.

No obstante, es cierto que la situación económica española no es precisamente buena y hay que ser muy rigurosos con el dinero público, mirando con lupa cada euro gastado. Los Presupuestos Generales del Estado deben adaptarse a la realidad económica y los aprobados para 2012 y 2013 así lo han hecho. Son prudentes, realistas y austeros; pero suficientes para cumplir con sus objetivos, especialmente lograr un crecimiento sostenible y garantizar el bienestar de los ciudadanos. Todos los Ministerios se han adaptado a la situación actual y han sido solidarios con el esfuerzo que hacen los españoles, también los miembros de las Fuerzas Armadas, para salir de la crisis cuanto antes. Del mismo modo ha reducido su presupuesto el Ministerio de Defensa; pero mantiene, aunque sea ajustada, la suficiencia económica para garantizar la seguridad nacional y la de nuestras tropas, estén donde estén. La priorización de las diferentes partidas presupuestarias permite mantener los compromisos internacionales con nuestros aliados y actualizar, modernizar y mantener la capacidad operativa de nuestros ejércitos.

Respondiendo a la pregunta que me formulaba al inicio de este escrito de que si en tiempo de crisis el sostenimiento de las Fuerzas Armadas es un exceso de gasto, claramente hay que responder que no. Existen posibilidades reales de amenazas para España, por lo tanto debemos ser leales con nuestros aliados para exigir reciprocidad. Tenemos que seguir modernizando y actualizando de forma permanente y hay que tener unidades con capacidades operativas y que estén disponibles. Pero para que esto sea posible hace falta financiación y hay que afirmar que la actuación del Gobierno de la Nación ha sido ejemplar en los Presupuestos Generales del Estado; aun en tiempos de grave crisis económica ha sabido combinar, en la previsión de ingresos y gastos para el Ministerio de Defensa, las cuantías suficientes para garantizar las necesidades reales de nuestra defensa y de las Fuerzas Armadas.

En definitiva y respetando las diferentes opiniones, es imprescindible disponer de unas Fuerzas Armadas que cumplan las misiones que le encomienda el artículo 8º de la Constitución y que éstas tengan una financiación suficiente que lo posibilite.

Zaragoza, 21 de enero de 2013

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