Cátedra Paz, Seguridad y Defensa

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Observatorio PSyD

El observatorio opina

7 de Abril de 2013

El conflicto en la República Centroafricana

Javier Jiménez Olmos
Dr. en Paz y Seguridad y Coronel del Ejército del Aire (reserva)

Introducción

Cuando todavía está sin resolverse el conflicto de Mali, una nueva situación de emergencia aparece en África Subsahariana, esta vez en la República Centroafricana. Este país obtuvo su independencia de Francia en 1960; pero los colonizadores franceses, como los de otras nacionalidades en otros lugares, no perdieron la oportunidad de seguir teniendo el control de los recursos naturales de este país africano. Para ello no han tenido reparos en apoyar o financiar golpes militares al objeto de poner al frente gobiernos que sirvieran a sus intereses. Una vez que el dictador de turno no servía se cambiaba por otro a conveniencia.

En los nuevos tiempos el imperialismo ha transformado su cara: ya no son los Estados nacionales los que llevan a cabo la explotación; ahora son las empresas transnacionales las que se apropian de los recursos naturales de terceros países aunque, eso sí, solicitan el apoyo del Estado, generalmente en forma de ayuda militar, cuando ven en peligros su intereses de ultramar.

Estas empresas transnacionales explotan las minas de uranio de Bakouma a través de la empresa sudafricana Uramin que es una filial de la poderosa Areva francesa, líder mundial en energía nuclear. La concesión de las minas proporciona a Uramin el 90% de los beneficios de la explotación. En la República Centroafricana hay, además, minas de oro, diamantes y cobalto así como plantaciones de algodón, café y tabaco que también están en manos de transnacionales, empresas todas ellas que no han demostrado preocupación alguna por el respeto a los derechos de los trabajadores y el medioambiente.

Lo sucedido en este país no es ninguna sorpresa, sólo es una noticia mediática que desaparecerá de portadas e informaciones en muy poco tiempo (algo que está sucediendo con la situación en Mali, como ejemplo más reciente de los problemas de África Subsahariana).

En la República Centroafricana la violencia forma parte de la vida cotidiana, las tres cuartas partes de sus habitantes han vivido algún episodio grave de violencia directa, la esperanza se vida no alcanza los 48 años. El país ha vivido, desde su independencia, en un estado de guerra permanente, con las graves consecuencias que conlleva para su población. Los golpes de estado, la corrupción y el expolio son fieles servidores del beneficio. Pero el mundo se entera de vez en cuando y sigue su camino.

Datos de la República Centroafricana

Población: 4.486.837(en 2011 según Banco Mundial).
Superficie: 622.984 km²  (algo mayor que España).
Idioma: francés (oficial), sangó (nacional) y otras 68 lenguas y dialectos regionales (baya, banda, kreish, sara, bagirmi...).
Religión: cristianos, católicos y protestantes (50%), musulmanes (15%), creencias animistas (24%).

COMPARATIVOS
  PIB per cápita $ USA(Banco Mundial 2010) Esperanza de vida(CIA World Fact 2009) Índice Desarrollo Humano(ONU 2012) Índice Percepción Corrupción (Transparencia Internacional 2010) Mortalidad infantil/1000(ONU 2010) Mortalidad mujeres parto/100000(Banco Mundial 2012)
Francia 34.123/23 80,98/8 Alto/20 6,8/25 3,54/9 8
España 32.230/25 81,9/6 Alto/22 6,1/30 3,76/13 6
Malí 1.065/168 50,35/174 Bajo/182 2,7/116 101,35/184 540
República Centro Africana  789/176  44,47/182  Bajo/180  2,1/154  105,38/185  890
 

Historia

Como la mayor parte de los Estados africanos, los habitantes del territorio que hoy conforma la República Centroafricana provienen de la mezcla de diferentes etnias. Los vestigios de primeros pobladores datan del 800 A.C. y, entre ellos, se encuentran los pigmeos, que perduran hasta la actualidad en las selvas del suroeste del país. En el siglo XVIII, tras la abolición de la esclavitud, incrementan la población algunos grupos de esclavos liberados de diversa procedencia étnica.

A finales del siglo XIX, los alemanes, belgas, británicos y franceses comienza el proceso de colonización para explotar las materias primas de la zona. Fueron los belgas y franceses los que finalmente se repartieron el territorio, quedándose los primeros con el territorio al sur del río Ubanqui, lo que actualmente ocupan Congo y la República Democrática del Congo (ex Zaire). Los franceses fundaron al norte del mencionado río lo que llamaron Congo Francés, con capital en Bangui. En 1891, los franceses cambiaron la denominación para llamarlo Ubangui-Chari; en 1903 le fue concedido el estatuto de colonia y en 1910 fue integrado en el África ecuatorial francesa.

Desde entonces, los franceses explotaron los recursos naturales de la colonia: algodón, café, caucho, marfil y diamantes. Tras la Segunda Guerra Mundial, Francia se vio obligada a abolir la explotación mediante el trabajo en condiciones de semiesclavitud de los nativos y concedió a esta colonia, como a las del resto de África, el estatuto de “territorio de ultramar”. Mediante esta nueva condición los habitantes de las colonias tenían derecho a representación en la Asamblea legislativa de la República. Sin embargo, Francia continuaba ejerciendo el poder absoluto sobre el comercio, los impuestos y todo lo relacionado con la actividad militar.

Desde 1949 se empezaron a detectar movimientos organizados para conseguir la independencia. El más importante fue el Movimiento para la Evolución Social de África Negra (MESAN) con Boganda como líder del mismo. En 1958, Boganda murió en un accidente aéreo.

El 13 de agosto de 1960, la República Centroafricana obtiene la independencia. David Dacko, su primer presidente, inauguro la lista de dictadores que han gobernado el país desde entonces. Dacko obtuvo la protección francesa y estadounidense a cambio de las explotaciones de uranio y cobalto.

En 1965, el coronel Jean Veden Bokassa derrocó a su primo Dacko. En 1977, este peculiar personaje se proclamó emperador en una costosa ceremonia (28 millones de dólares) subvencionada por  Francia, Sudáfrica e Israel mientras que su pueblo permanecía en la miseria. Su otro gran aliado era el presidente de Zaire, Mobutu Sese Seko.

En 1979, Francia intentó limpiar su imagen de apoyo a la dictadura de Bokassa y apoyó un golpe de estado por el que devolvió al poder al depuesto presidente Dacko. Francia consiguió a cambio la estratégica base aérea de Bouar al oeste del país. Sin embargo, Dacko no cambió el modo de gobernar y continuó la represión y la corrupción.

El general Kolingba derrocó a Dacko en septiembre de 1981 mediante otro golpe militar con el posible apoyo de empresas estadounidenses que obtuvieron a cambio la concesión para explotación de las minas de uranio. Kolingba gobernó de la misma manera dictatorial que sus antecesores. Ante las denuncias de fraudes electorales continuados por parte del gobierno de Kolingba, Francia amenazó con retirar su ayuda militar y económica, con lo que el dictador tuvo que convocar unas elecciones abiertas a la participación de la oposición, lo que hasta ese momento había impedido. Como consecuencia de ese proceso electoral fue elegido presidente de la república Ange-Félix Patassé en septiembre de 1993.

Patassé fue hostigado desde principios de su mandato por tropas rebeldes  a las que combatió con ayuda francesa. En febrero de 1997, Patassé negoció con los rebeldes e incorporó a su gobierno alguno de sus líderes. El resultado fue la exigencia a Francia del abandono de sus bases militares en el territorio centroafricano.

En marzo de 2003, François Bozizé toma el poder mediante otro golpe de estado. Con este gobernante tampoco han mejorado las condiciones del país, que se encuentra entre los más pobres del mundo y con todos los condicionantes para ser un estado fallido en el que se sucedan los conflictos internos, como así ha sucedido.

Las elecciones generales celebradas en marzo de 2005 dieron la victoria a Bozizé y legitimaron, en cierta medida, el régimen seguido por el militar desde el golpe de Estado que le puso a la cabeza del Gobierno en 2003.

Conflicto actual

El 24 de marzo de 2013, Mchel Djotodia, líder del grupo rebelde Seleka, se rebeló contra Bozzizé, quien fue obligado a abandonar la capital Bangui y buscar refugio en la vecina República Democrática del Congo. Djotodia ha suspendido la Constitución y ha disuelto el Parlamento durante un periodo de transición que ha establecido en tres años.

Djotodia, de 63 de edad, tiene una larga trayectoria política, ha participado en dos ocasiones en elecciones parlamentarias, aunque no consiguió los votos suficientes para acceder al Parlamento. Durante su cargo como cónsul de la República Centroafricana en Nyala (Sudán) fundó la Unión de Fuerzas Democráticas por la Unión (UFDR) con el apoyo de los rebeldes chadianos. La UFDR atacó la ciudad de Birao, al norte del país, cerca de las fronteras de Chad y Sudán, lo que produjo su arresto hasta el año 2008, desde cuando desaparece de la vida pública hasta que se integra en la coalición rebelde Seleka en diciembre de 2012.

El 10 de enero de 2013, los rebeldes de Seleka y el gobierno de Bozizé firmaron un acuerdo de paz en Libreville para finalizar las hostilidades y reintegrar a los rebeldes a las fuerzas armadas. En estos acuerdos se nombró a Djotodia viceprimer ministro y ministro de Defensa de un gobierno de unidad nacional. El grupo rebelde Seleka ha acusado a Bozizé de no haber cumplido los acuerdos de Libreville, excusa utilizada para la rebelión y toma de la capital Bangui.

Seleka es una alianza de grupos rebeldes, algunos de los cuales pertenecen a facciones fundamentalistas islámicas, cuyos miembros son chadianos y sudaneses. Según el misionero salesiano Juan José Aguirre, los rebeldes han incrementado sus efectivos con la incorporación de jóvenes centroafricanos a medida que avanzaban hacia la capital. Aunque los musulmanes son minoritarios -sólo el 15% de la población- hay que prestar mucha atención a este hecho. Según el citado misionero, los rebeldes disponen de buen armamento, por lo que infiere la ayuda de algún país importante.

Reacción internacional

Las Naciones Unidas, la Unión Europea y la Unión Africana han condenado la rebelión y Francia y Estados Unidos han instado a Seleka a cumplir los acuerdos de Libreville. Ban Ki Moon, secretario general de Naciones Unidas, ha insistido en que se debe restaurar a la mayor brevedad el orden constitucional precedente. La ONU ha trasladado su personal no esencial en la República Centroafricana al vecino Camerún hasta que se pueda garantizar su seguridad.

Francia es el país más afectado por este conflicto. En la república centroafricana viven unos 1200 franceses que en su mayoría trabajan para empresas francesas que explotan los recursos naturales del país. Sin embargo, Francia sólo tiene la intención de desplegar 350 soldados, que se añadirán a los 250 que ya tenía en ese territorio.
Sudáfrica, disponía en el momento de la rebelión militar de un reducido contingente de soldados, unos 350, cuya misión oficial era entrenar al ejército de la República Centroafricana, aunque lo más probable es que su presencia se debiera a la defensa de los intereses mineros sudafricanos. En su enfrentamiento con los rebeldes han sufrido casi una veintena de bajas, el número exacto está sin confirmar.

Los Estados Unidos han condenado el golpe militar y han amenazado con retirar la ayuda de 1,7 millones de dólares que prestaban al régimen anterior.

Catástrofe humanitaria

Según UNICEF las vidas de 600000 niños se verán afectadas si el conflicto persiste. Esta organización, como ha hecho Naciones Unidas, también ha retirado provisionalmente parte de su personal a Camerún. La violencia indiscriminada impide el normal desarrollo de la ayuda humanitaria.

La hambruna podría extenderse a un país ya de por sí castigado por la miseria; antes del comienzo de este conflicto, UNICEF estimaba que había unos 13.500 niños con grave riesgo de muerte por desnutrición. La violencia obliga a huir al personal sanitario y los centros de abastecimiento de alimentos son saqueados; los medicamentos son escasos; las escuelas se cierran y más de 150.000 niños se quedarán sin educación.

Los niños también serán víctimas de la recluta forzosa por parte de los grupos combatientes y la violencia de género con mujeres y niñas puede ser generalizada. Ya antes del conflicto UNICEF estimaba que unos 2.500 niños y niñas estaban integrados en los grupos armados.

UNICEF y otras agencias humanitarias ya había solicitado ayuda para la población centroafricana antes de este conflicto; ayuda que, sin embargo, llegó escasamente (se solicitaron 129 millones de dólares para 2013, de los cuales solo ha llegado el 1%).

Conclusiones

La comunidad internacional permanece impasible, a pesar de las grandilocuentes palabras de condena, ante las vulneraciones continuas de los derechos humanos en algunas zonas del planeta, como es el caso de la República Centroafricana.

El mundo desarrollado, pendiente y preocupado por su crisis económica olvida que una gran parte de los seres humanos malviven en la más absoluta de las miserias: es el caso de esta república subsahariana que no ha conocido la paz desde su independencia.

Francia y algunas empresas transnacionales tienen gran parte de la responsabilidad de lo que actualmente sucede en este territorio. Los intereses han primado sobre la dignidad de los sufridos habitantes centroafricanos; pero también es responsable la comunidad internacional en su conjunto por no prestar atención y ayuda a este país.

No es de extrañar que el fundamentalismo islámico también comience a expandirse en esta zona de mayoría cristiana. Los fundamentalistas siempre reclutan adeptos donde impera la miseria.

La República Centroafricana es otro de los estados fallidos del África Subsahariana, uno de los tantos “polvorines” de la zona donde la guerra es una constante que amenaza con extenderse y enquistarse.

Zaragoza 7 de abril de 2013

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Comentarios

10 ABR 2013

Francisco Rubio Damián:
Ha estado muy acertado el autor al sacar a colación un conflicto que está pasando hasta cierto punto desapercibido ante el protagonismo de otros escenarios de crisis con mayor interés mediático. En mi opinión, con independencia de la carga de responsabilidad que pueda achacarse a Francia y a las empresas multinacionales, no deberíamos desviar nuestra atención de los grupos rebeldes, primeros culpables del drama humanitario que se vive en la República Centroafricana.
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