Cátedra Paz, Seguridad y Defensa

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Observatorio PSyD

El observatorio opina

1 de Abril de 2015

El conflicto de Libia, ¿Hay solución?

Javier Jiménez Olmos
Doctor en Paz y Seguridad Internacional. UNED

ANTECEDENTES

El 16 de enero de 2011, el coronel Gadafi decidió bloquear el acceso a Youtube temeroso de que la revolución de la llamada “Primavera Árabe” se extendiera en Libia a través de internet, como ya había sucedido en Túnez y Egipto. A pesar de esa medida, las protestas no se detuvieron y comenzó la represión por parte del régimen con todas las consecuencias que han tenido lugar desde  entonces.

A principios de marzo, la oposición se rebeló contra el régimen y también tomó las armas para combatirlo. Todo parecía indicar que había estallado una guerra civil, en principio, con dos bandos en un combate desigual: el de Gadafi aparentemente bien armado, organizado, disciplinado y fuertemente ideologizado a favor del dictador; el otro, el de los rebeldes, sin otra cohesión que la motivación contra la dictadura, sin otro armamento que el requisado a las propias fuerzas de Gadafi, sin aviación y sin organización ni disciplina, aunque parece que finalmente gozaron de un importante apoyo exterior.

El 26 de febrero de 2011, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas dictó la resolución 1970 por la que se remitía a la Corte Penal Internacional las actuaciones represivas del régimen de Gadafi, por si se hubieran cometido crímenes contra la humanidad; en la misma resolución se decretaba un embargo para evitar el aprovisionamiento de armamento, la congelación de los activos financieros y la prohibición de viajar al extranjero de los principales líderes libios.

En marzo de ese año, la guerra civil se había generalizado, las principales ciudades del país se habían convertido en campos de batalla donde se luchaba en cada calle. La comunidad internacional reaccionó y el Consejo de Seguridad de la ONU dictó una nueva resolución el 17 de marzo, la 1973, aunque con significativas abstenciones como la de Rusia, China, Alemania, Brasil e India. En esta resolución se aprobó una zona de exclusión aérea y adoptar todas las medidas necesarias para proteger a la población civil de los ataques militares.

Resolución 1970 26 febrero 2011 Remisión Corte Penal Internacional presuntos crímenes contra la humanidad. Embargo de armas. Congelación activos.Prohibición viajar líderes libios.
Resolución 1973 17 marzo 2011 Zona exclusión aérea. Medidas necesarias proteger población civil.


OPERACIÓN “UNIFIED PROTECTOR”. BOMBARDEOS DE LA OTAN EN LIBIA

La discusión sobre el procedimiento a seguir provocó disenso entre los aliados occidentales –Alemania decidió no participar-. No obstante, el 19 de marzo, Estados Unidos, Francia y el Reino Unido iniciaron ataques masivos contra instalaciones militares de las tropas leales al coronel Gadafi. Las operaciones militares se realizaron con ataques de los cazabombarderos franceses Rafale y misiles Tomahawk lanzados desde buques estadounidenses y británicos. Los objetivos fueron los sistemas de mando y control y las defensas aéreas con el fin de que la aviación aliada pudiera actuar libre de amenazas.

Sin embargo, el líder libio no se detuvo y continuó atacando por tierra. Su aviación fue paralizada, pero no sus fuerzas terrestres. La lucha fue todavía más dura, se combatía en cada frente y en cada ciudad para ganar posiciones que duraban horas porque volvían a ser retomadas una y otra vez por los bandos en litigio.

La coordinación inicial fue bastante dificultosa por la división interna de la OTAN en cuanto a la intervención. Hay que recordar que Alemania y Turquía no estaban muy satisfechas con que la OTAN se hiciera cargo de la operación. Por ello, las primeras acciones sobre Libia fueron dirigidas por el AFRICOM (Comando Operativo para África) con sede en Stuttgart (Alemania) y con mando exclusivo norteamericano. Pero Estados Unidos no tenía interés especial en liderar esta operación y optó por solicitar a la OTAN que tomara el mando.

El 27 de marzo, por fin se clarificó el mando de las operaciones para cumplir la resolución 1973 y el Consejo Atlántico tomó el mando y control de las operaciones en Libia. Para ello se designó al Mando Aliado Conjunto de Nápoles la dirección de las operaciones, y como comandante al segundo jefe de dicho mando el general canadiense Charles Bouchard. Todo ello con un complicado entramado de responsabilidades ya que algunos países de la coalición no participaron en esta operación.

Los ataques a objetivos de sistemas de mando y control y defensa aérea resultaron relativamente fáciles debido a la superioridad militar de la coalición. No resultaron tan fáciles los ataques a fuerzas terrestre móviles, que en las zonas urbanas se camuflaban y confundían con la población civil. Las bajas que se produjeron entre los civiles a causa de estos ataques provocaron disensiones en el seno de la coalición, protestas de algunos países y organizaciones civiles, así como un deterioro del apoyo de parte de la opinión pública a esta operación.

El objetivo de zona de exclusión aérea se consiguió plenamente porque las fuerzas aéreas de Gadafi no dieron señales de operatividad durante toda la campaña. La aviación Libia contaba al inicio de la operación con trece mil hombres y más de trescientos aviones de combate, la mayor parte de ellos de fabricación rusa, además de más de seiscientas baterías de misiles tierra-aire. Lo que sí quedó demostrado es que conforme las acciones de la Alianza fueron más continuas y eficaces las tropas leales a Gadafi fueron perdiendo terreno.

Los bombardeos y la guerra provocaron un gran número de víctimas, incluidas las colaterales y las de fuego amigo (se calcula que pudieron morir ente 5 y 30 mil personas, aunque estos datos no están suficientemente comprobados).

España participó en esa operación con:
* cazabombarderos F-18 españoles, aviones cisterna B-707 y TK-10 Hércules
* una fragata, 2 submarinos y un avión de reconocimiento aéreo

DISCUSIÓN DE LA INTERVENCIÓN MILITAR CONTRA GADAFI

La intervención en Libia fue discutida por parte de aquellos que argumentan que solo obedeció a objetivos económicos de las potencias interesadas en su petróleo. No obstante, también se puede argumentar en sentido contrario diciendo que la intervención fue un paso importante de la seguridad humana porque con ella se trató de proteger a la población civil de un dictador implacable. Militarmente la operación Unified Protector contribuyó a que las fuerzas contrarias a Gadafi ganaran esa guerra. Sin embargo, la operación Unified Protector demostró que la OTAN tiene algunas divergencias entre sus miembros.

Conviene recordar algunas circunstancias para comprender las circunstancias históricas que condujeron a estos ataques de la OTAN.

Las potencias occidentales a través de sus grandes empresas transnacionales ligadas a la explotación de recursos naturales siempre habían mostrado preocupación por las grandes reservas de gas y petróleo libias. El régimen de Gadafi no había sido de su agrado, no sólo por las actitudes dictatoriales y apoyo a grupos terroristas sino también por su personal control de esos recursos.

Así, hasta 2004, cuando el dictador decidió cambiar su política exterior de combate por una más aperturista, los dirigentes de esas potencias se mostraron complacidos y acudieron a tratar con él. Comenzaron a hacer negocios, muchos de ellos con absoluta falta de transparencia como ya están apareciendo en algunos medios de comunicación.

Como muestra de tal “volubilidad diplomática”, baste recordar que entre 2006 y 2009 algunos países europeos vendieron armamento a Gadafi por un importe de 1.400 millones de euros, teniendo en cuenta de que en esa apertura hacia un Gadafi más comprensivo la ONU había levantado el embargo a la exportación de armas en el 2003. España ha reconocido, según la Secretaría de Estado de Comercio, haber vendido armas a Libia por un importe de 10,7 millones de euros desde 2005 hasta 2011. No obstante de la existencia de la ley 53/2007 que impide vender armamento a aquellos países sobre los que exista sospecha de la vulneración de los derechos humanos.

LA CAÍDA DEL REGIMEN Y LA ERA POST GADAFI

El 20 de octubre de 2011, Gadafi es capturado vivo y poco después asesinado por las milicias pertenecientes a las fuerzas rebeldes en las proximidades de Sirte, ciudad natal del líder libio en la que se había refugiado con sus más leales servidores. Tres días después, el 23 de octubre, el Consejo Nacional de Transición, que aglutinaba a las fuerzas opositoras declaraba que “Libia había sido liberada”.

Con la caída del régimen no solo no se acabaron los problemas para los libios sino que comenzó un periodo de inestabilidad e incertidumbre que parece agravarse a la vista de los últimos acontecimientos. Las luchas internas entre diversas facciones, que obedecen a intereses contrapuestos por rivalidades históricas entre tribus, se han visto empeoradas por la aparición del yihadismo radical y por la inoperancia o ineficiencia de los actores externos.

Hasta casi un año después de la muerte de Gadafi no se pudieron celebrar elecciones. El 7 de julio de 2012 los libios eligieron los miembros del Congreso General de la Nación con sede en la capital Trípoli. En esta ocasión, a diferencia de lo que ocurrió en Túnez o Egipto, los islamistas no obtuvieron una victoria rotunda, aunque sí una gran representación.

El 8 de agosto de 2012, el Consejo Nacional de Transición transfirió el poder al recientemente elegido Congreso General de la Nación con Mohamed Al-Megareyef, un islamista moderado, en la presidencia. No obstante, no se ordenó el desarme de las distintas milicias, que constituían la oposición contra Gadafi, con la excusa de que eran la garantía del orden en las principales ciudades del país. Lo que causó un desorden mayor, ya que dado las tradicionales rivalidades tribales cada facción trató de imponer su propia ley.

De una parte, las brigadas del Zintan, en un territorio a unos 200 kilómetros al oeste de Trípoli; estas milicias apoyaron a la OTAN a expulsar a los partidarios de Gadafi de la capital y adueñarse del control del aeropuerto. De otra, las brigadas de Misurata, al oeste de Trípoli, a otros 200 kilómetros, pretendían su parte en el reparto del poder. Por último, los islamistas de la zona oeste, próxima a Bengasi, en la región Cirenaica de fuerte implantación separatista. Además, otros grupos como Bereberes, situados en el sureste, Tuareg en el sureste y Tubu en el sur, también participan en el caos de la Libia post Gadafi.

El 11 de septiembre de 2012 se agravó la situación con el ataque al consulado de Estados Unidos en Bengasi por parte de milicias islamistas, con el resultado de cuatro muertos entre los que se encontraba el Embajador norteamericano. Poco más de un mes después, el 14 de octubre, Ali Zeidan, un antiguo opositor al régimen de Gadafi, es nombrado primer ministro.

En julio de 2013 se recrudeció la violencia con los ataques de grupos yihadistas radicales a las instalaciones petrolíferas del este, oeste y sur de Libia. La consecuencia inmediata fue la reducción de la producción con la consiguiente pérdida de ingresos. Ataques que se endurecieron con atentados en Bengasi y Trípoli durante el mes de octubre.

Ante tal inestabilidad, el 23 de diciembre, el Congreso General de la Nación decidió extender su mandato un año más, hasta el 24 de diciembre de 2014. Pero los problemas se siguieron acumulando y, el 11 de marzo de 2014, el primer ministro Ali Zeidan fue destituido por no controlar la seguridad del país y sobre todo, la de los pozos petrolíferos. Se nombró primer ministro interino a Abdullah AL-Theni.

El 16 de mayo de 2014 aparece en escena el general Haftar, que acaudilla la “operación Dignidad” para acabar con el Terrorismo, representado principalmente por la milicia Ansar al-Sharia. Haftar es un militar que perteneció al ejército de Gadafi pero que se exilió a Estados Unidos hace una veintena de años. Se cree que está apoyado para esta asonada por los norteamericanos.

Así que, la situación actual de enfrentamiento se puede simplificar en dos bandos:

* El pro Haftar, apoyados por elementos del antiguo régimen y por la milicia Zintan
* Los islamistas, que cuentan con los Hermanos Musulmanes, los yihadistas de la región Cirenaica y con las milicias de Misurata

Ante la ineficacia del Congreso General de la Nación el 25 de junio de 2014 se convocaron nuevas elecciones. El nuevo parlamento nace con poca legitimación dada la escasa participación en los comicios. Según la Constitución, la Asamblea debería de instalarse en Bengasi, pero la ola de violencia que sacude esa ciudad ha obligado su traslado a Tobruk, casi en la frontera con Egipto. Los islamistas no consideran legítima esta Asamblea y, por tanto, solicitaron la continuidad del Congreso General de la Nación con sede en Trípoli, en el que ellos tienen mayoría.

El 13 de julio de 2014 hay una lucha feroz entre los dos bando enfrentados  (Haftar/Zintan contra Islamistas/Misurata) por la toma del aeropuerto de Trípoli. En esas fechas, aviones sin identificación bombardean posiciones islamistas. La sospecha de estos ataques recae sobre Egipto y Emiratos Árabes Unidos, lo que complica todavía más la situación. Los milicianos islamistas se hacen con el control del aeropuerto el 23 de agosto de 2014. Los combates se extienden por todo el país. Las regiones de suroeste son controladas por traficantes (drogas, armas, seres humanos) y por los yihadistas del Sahel.

Los islamistas encargan a Omar Al-Hassi, el 25 de agosto de 2014, que lidere un gobierno de salvación nacional. De este modo la situación política quedaba del  modo siguiente:

* Congreso General de la Nación de Trípolí: de una parte, el gobierno provisional, y de otra, el gobierno de salvación nacional
* Asamblea de Tobruk

LIBIA UN CAOS

La situación en Libia es de auténtico caos. Es además un polvorín para toda la región el norte de África y el Sahel. La falta de gobierno ha conseguido que un país tan rico en recursos naturales sea uno de los mayores riesgos para la estabilidad y la paz en el Mediterráneo.

Se ha convertido en uno de los mayores exportadores ilegales de armas, provenientes de los arsenales militares del ejército de Gadafi, que ahora se encuentran en poder de milicias incontroladas. Ese armamento constituye una fuente de alimentación para futuros conflictos, en África principalmente, y un abastecimiento fundamental para la yihad islámica.

A pesar de sus intentos, el liberal Zeidan no fue capaz de poner de acuerdo a las diferentes facciones islamistas o nacionalistas, ni a los caudillos de las numerosas tribus libias. Los milicianos controlan los puertos del golfo de Sirte y la región Cirenaica, lugares donde sale la mayor parte de la producción de petróleo.

Durante su mandato, Gadafi controlaba todo el país de una manera dictatorial. Desde la justicia a la economía, pasando por el ejército y las instituciones políticas y sociales estaban sometidas a sus dictados. Más de 40 años de férreo control hicieron que los libios no pudieran desarrollar unos hábitos democráticos. A su muerte, los que estaban sometidos por la fuerza y lucharon contra él renacieron las rivalidades reprimidas por la fuerza de Gadafi.

No obstante, las críticas a su régimen, Gadafi consiguió que su país tuviera una renta per cápita de más de 13 dólares, muy superior a la media de los otros países del Norte de África, que estaba sobre los 9 mil, aunque sus detractores argumentan su desigual distribución que favorecía a los más afines a su régimen. La actual situación no augura un crecimiento de esa renta, sino más bien todo, lo contrario.

1 de abril de 2015









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