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21 de Febrero de 2018

EL ASCENSO DE CHINA ¿PROPAGANDA O REALIDAD?

Javier Jiménez Olmos
Doctor en Paz y Seguridad Internacional
Miembro del Seminario de Investigación para la Paz de Zaragoza

El poder de China

El poder de las naciones va ligado a su desarrollo económico y tecnológico. Ese poder hace aumentar su poder político. En el caso de las grandes potencias, todo eso conlleva un incremento del presupuesto militar como sostén principal de ese poderío político-económico. Estados Unidos sigue estando a la cabeza del poder en el planeta, un poder hasta ahora hegemónico desde el final de la Guerra Fría, con la desaparición del imperio soviético.

China en continuo ascenso, sabe que por el momento sus capacidades militares distan de las norteamericanas, sobre todo en fuerzas navales, aéreas y nucleares, y en calidad de las armas de las que disponen. Para contrarrestar esa diferencia China se ha lanzado a incrementar sus gastos militares y a buscar otros campos de batalla como el espacial, aunque la política oficial china es de no militarización del espacio. Los dirigentes chinos, con el presidente XI Jimping a la cabeza, prosiguen la escalada militar, con el lema de que la competencia política y económica “solo se negocia entre iguales”.

La primera explosión nuclear china tuvo lugar en octubre de 1964, desde entonces este país se ha convertido también en una gran potencia militar. La tecnología militar china ha seguido en constante incremento desde entonces. En octubre de 1966 los chinos ensayaron con éxito en el desierto de la región de Xinjiang el primer disparo de un misil con capacidad para transportar cabezas nucleares. Del mismo modo comenzaron la conquista del espacio con fines militares con el lanzamiento de un satélite en abril de 1970.

La doctrina oficial china, sin embargo, declara el “no empleo del arma nuclear en primer lugar”, sólo la utilizarán con fines defensivos en caso de que fueran atacados con ese tipo de armamento. Además, promete esa doctrina no emplear su potencia nuclear contra las naciones que no dispongan de ese tipo de armamento.

No se sabe con certeza si la tecnología actual de las capacidades chinas es lo suficientemente moderna para constituir una grave amenaza a las grandes potencias nucleares como Estados Unidos y Rusia. No obstante, China se está dotando de bombarderos, submarinos y misiles capaces de trasportar armamento nuclear a objetivos lejanos. En cuanto al número de cabezas nucleares no se tiene certeza absoluta, el SIPRI estima que pueden estar sobre las doscientas.

El ascenso de China a potencia mundial

China vive un momento de ascenso económico como consecuencia de un proceso de reformas ya iniciado en los años setenta, cuando se abordó una modernización en los campos de la economía, la tecnología y la defensa. En la etapa actual se está comenzando a culminar el “sueño chino” para poner fin al periodo de decadencia iniciado en el siglo XIX, cuando con las llamadas “guerras del opio” perdió parte de su territorio para cederlos a los imperios europeos y al británico principalmente.

El PIB chino inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial era el mismo que tenía en 1890. Pero desde 2014 se ha convertido en la primera potencia económica mundial con el PIB más alto de la comunidad internacional. No obstante, a nivel político la evolución no es tan evidente. En cuanto a sistema político y de gobierno parece que se encuentra estancada.

La vida política en China está vertebrada alrededor del Partido Comunista Chino (PCC), la política china es la política del partido único. Por el momento en su agenda no encaja la palabra democracia, al menos como se entiende en Occidente. Para el PCC su prioridad es continuar el crecimiento del país. También es cierto que, al menos de cara a la imagen, una de sus grandes prioridades es la lucha contra la corrupción, algo que se antoja difícil dadas las estructuras del partido donde la falta de “lealtad” se castiga duramente. La propaganda del PPC chino difunde la intención de disciplinar a sus miembros y hacer un cuerpo de funcionarios preparados y eficaces. Al mismo tiempo pretenden acercar el partido al pueblo.

El PCC ha logrado sobrevivir a lo largo de los años a pesar de tantos problemas internos, de la corrupción y de tantos fracasos. El pragmatismo ha sido factor determinante para su adaptación gradual a los tiempos actuales. No cabe duda que en las últimas décadas ha habido también algunos procesos de reforma y apertura. Otra de las claves para su supervivencia ha sido su mutación hacia el nacionalismo, algo que desde la más pura ortodoxia marxista parece un contrasentido.

Sin embargo, el PCC continua en manos de unas élites cuasi hereditarias, que constituyen dinastías de gobernantes. Estas élites controlan la sociedad civil en general, la economía y las fuerzas armadas. El control del sistema educativo es férreo, para actuar más como adoctrinador que como educador, al igual que con los medios de comunicación. En todos los ámbitos de la vida de los chinos el partido siempre está presente. No obstante, el partido ha evolucionado desde la revolución a convertirse en un partido de gobierno burocrático, y así controla también las empresas públicas e, incluso, también a las extranjeras. La presencia del PCC en el ejército es total, las fuerzas armadas dependen del Comité Central, por tanto, el ejército es el “ejército del partido”.

En total, el partido tiene 90 millones de militantes. Como ya se ha dicho, para el PCC la máxima prioridad es el desarrollo económico, pero la economía china no es una economía de mercado, es una economía en la que manda el partido.

Con su líder actual XI Jinping, China quiere tener un papel destacado en el mundo globalizado, por lo que ha puesto en marcha un ambicioso plan de activismo diplomático. Su economía es la bandera de su diplomacia. A través del poder blando, eso es al menos lo que trasmite, el dirigente chino manifiesta que para conseguir ese papel destacado no buscará enfrentamientos. Sin embargo, ha abordado una gran reforma militar para mejorar sus capacidades armamentísticas.

La propaganda china parece convencer a grandes sectores sociales y a los dirigentes de la mayoría de los países en el mundo. No se sabe si por interés, dado el potencial de china que invierte en numerosos países, o por no producir alarmas y tensar las relaciones. Otra de las razones es que por el momento los chinos “no molestan”, es decir, invierten, negocian y se instalan pero no pretenden exportar ni su modelo ni su cultura.

El entusiasmo por el crecimiento y el modelo chino que cautiva a ciertos sectores sociales que no ven más allá que los datos del PIB hay que debatirlo y mirarlo con cierta cautela. ¿Es China una democracia? ¿Se puede confiar en los datos que proporciona? ¿Parte de ese crecimiento, no se debe a las condiciones laborales de los trabajadores chinos? ¿Se respetan los derechos humanos?

Mientras se considera la primera economía mundial, un par de datos para reflexionar: índice de desarrollo humano de China, que mide variables como la esperanza de vida, el nivel de la educación, además del PIB, es de 0,738, y ocupa el lugar noventa en el ranking mundial; y suspende en el coeficiente GINI, que mide la desigualdad, con un 0,46 en 2014 (0 es la igualdad perfecta y 1 la desigualdad total). Por tanto, en el ascenso de China habrá que tener en cuenta lo que hay de propaganda y la realidad en la que viven millones de chinos.

Zaragoza 21 de febrero de 2018









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