13 de Diciembre de 2012
Cúpulas truncadas
David Corral Hernández
Periodista RTVE
En 2012 las tres grandes potencias militares del mundo han visto alteradas sus cúpulas de Defensa por tres motivos muy diferentes: un escándalo, un caso de corrupción y un relevo generacional. En las tres, además, los cambios han coincidido con modificaciones en el escenario presidencial. En Estados Unidos ha sido reelegido Barack Obama. En Rusia Vladimir Putin ha vuelto, por tercera vez, al Kremlin. Y en China, el Partido Comunista ha dado paso a líderes más jóvenes al frente del país, convirtiendo así a Xi Jinping en el nuevo presidente, el nuevo líder del Partido Comunista (PCCh) y en cabeza de las fuerzas armadas de China.
El 9 de noviembre, apenas tres días después de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, y tras casi cuatro décadas de servicio, el condecorado general de cuatro estrellas del Ejército de los Estados Unidos David Petraeus presentó su dimisión como director de la CIA. “Después de haber estado casado durante más de 37 años, demostré un pésimo juicio al comprometerme en una relación extramatrimonial. Ese comportamiento es inaceptable, como esposo y como líder de una organización como la nuestra”. El caso “Petraeus” ensombreció rápidamente las celebraciones por la reelección de Obama y complicaba al presidente, de manera imprevista, la agenda de cambios para la que será su próxima administración. Este escándalo extramatrimonial con su biógrafa Paula Broadwell (el adulterio está castigado en el código de justicia militar) truncaba la carrera de Petraeus y su posible nombramiento como secretario de Defensa relevando a Leon Panetta en los primeros meses de 2013. De momento el FBI estadounidense, que investiga a Broadwell por el uso ilícito de información, considera que este caso no tiene implicaciones criminales para Petraeus y por ello no está siendo investigado. Pero lejos de quedar zanjado el escándalo con la dimisión de Petraeus, éste se ha expandido poniendo en entredicho a la cúpula de la seguridad estadounidense. Otro de sus generales más respetados, John Allen, se ha visto implicado en la trama y, de momento, se ha quedado sin el nombramiento de máximo comandante en la OTAN y debe dar el relevo al general Joseph Dunford como máximo responsable militar en Afganistán. Según el Pentágono Allen mantuvo una “comunicación inapropiada” con una de las personas implicadas en el caso, Jill Kelley, la mujer a la que Paula Broadwell había enviado mensajes. No han sido los únicos excesos a los que se han tenido que enfrentar en los últimos tiempos tanto el Pentágono como la Casa Blanca. El general Ward, ex jefe de las fuerzas estadounidenses en África, tuvo que devolver 82.000 por excederse en gastos de transporte y otro general, destinado en Afganistán, fue retirado del servicio después de que se le acusara de agresiones sexuales. Investigaciones del departamento de Defensa, solo en la primera mitad de 2012, han iniciado 142 casos contra altos mandos (civiles y militares). Tal es la preocupación en el seno de las fuerzas armadas estadounidenses que el secretario de Defensa de Estados Unidos, Leon Panetta, ha pedido al jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas, el general Martin Dempsey, que se revise en profundidad la formación ética de los altos mandos ya que cree que los escándalos “pueden minar potencialmente la confianza en nuestro liderazgo y en nuestro sistema para reforzar nuestros altos estándares éticos”.
Otro escándalo, esta vez en Rusia, supuso la destitución del ministro de Defensa, Anatoli Serdiukov, acusado de malversación de fondos estatales y nepotismo. El recién llegado presidente Vladímir Putin tomó esta decisión el mismo día en el que Estados Unidos celebraba sus elecciones presidenciales, el 6 de noviembre. El motivo fueron 95 millones de dólares por supuesto fraude en la venta de bienes inmuebles, terrenos y acciones pertenecientes a la empresa “Oboronservis”, controlada por el ministerio de Defensa. En lugar de Serdiukov, un ministro de defensa “civil”, Putin nombró como nuevo ministro de Defensa al general Serguéi Shoigu, ex titular del Ministerio de Situaciones de Emergencia y, en los últimos seis meses, Gobernador de la provincia de Moscú. Días después Putin nombró al coronel general Valeri Guerásimov como nuevo jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia. En palabras del presidente ruso “una de sus tareas más importantes es, por supuesto, el rearme del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. Pero hay otras, como la modernización de la estructura y el sistema de mando de las tropas”. Al igual que sucediera con el ministro de Defensa, el anterior jefe del Estado Mayor, Nikolái Makárov, fue destituido de su cargo y despedido del servicio militar.
También China sufrió profundas modificaciones en sus estructuras de mando políticas y militares en noviembre, cuando el partido comunista renovó casi por completo su cúpula en su 18 Congreso. Durante la misma semana se produjo el cambio de los máximos líderes en las dos potencias mundiales, Estados Unidos y China. El Comité Central del Partido Comunista de China, en su pleno, eligió al vicepresidente del país, Xi Jinping, como nuevo secretario general del PCCh como último paso de una renovación generacional en el seno del Partido. Junto al nuevo vicepresidente del Gobierno, Li Keqiang, asumirán en marzo de 2013 la presidencia de China y la jefatura del Gobierno, respectivamente. Además, en un hecho no muy habitual, Xi Jinping fue nombrado presidente de la poderosa Comisión Militar Central del PCCh, hecho que sucedió en la Primera Sesión Plenaria del XVIII Comité Central. Esto ha sido una novedad respecto a lo sucedido cuando Hu Jintao asumió el mismo cargo en 2002. Entonces el presidente saliente, Jiang Zemin, conservó el cargo de líder militar durante dos años. Analistas y expertos consideran que esta concentración de poder, y su rápida cesión, facilitará el control del partido y del país al nuevo líder en un momento en que el Partido Comunista ha vivido su peor crisis en décadas por los escándalos de corrupción y las diferentes luchas internas. El nuevo comandante en jefe de las fuerzas armadas del Ejército Popular de Liberación de China, el mayor ejército del mundo con un total de 2,3 millones de soldados, exhortó recientemente a sus militares a “entrenar en condiciones lo más parecidas posible al combate real a fin de mantener y maximizar su capacidad de respuesta militar”.
Será en 2016 cuando, según se estima, China supere a Estados Unidos como primera potencia militar mundial. En 2030 posiblemente Washington, Pekín y Moscú, junto a la India y Brasil, sean las grandes potencias mundiales y se hablen ya entre ellas como “primus inter pares” y no como la primera potencia y las emergentes. De la fluidez de este diálogo y de la mayor o menor tensión militar, especialmente en el Pacífico, serán responsables los hombres que en estos días toman el poder político y militar en Estados Unidos, Rusia y China. Quizá los escándalos y la corrupción hagan más daño a sus estructuras de seguridad que la pura fuerza militar.
13 de diciembre 2012
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