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Observatorio PSyD

El observatorio opina

8 de Abril de 2016

Consecuencias derivadas de la guerra de Siria (II)

Jorge Garris Mozota Comandante de Ingenieros
Doctor en Historia y Politólogo
Máster en Liderazgo, Diplomacia e Inteligencia, CEU Abat Oliba.

Tras estos cinco años de guerra en la tan importante área geoestratégica del Oriente Próximo y tras el avance cuasi imparable del Estado Islámico que se hizo con el control de importantes oleoductos y enclaves en Siria e Irak, se produjo el 30 de septiembre de 2015 la aprobación, por parte del Senado Ruso, de la intervención militar directa, a solicitud del gobierno sirio y en coordinación con sus fuerzas.

Hasta el momento, las intervenciones militares de la Coalición, con EEUU a la cabeza, no habían conseguido retener el avance del EI, al menos de una forma tangible y a pesar de los más de seis mil ataques, al coste de diez millones de dólares cada uno. Situación hartamente complicada, habida cuenta de la actuación del Ejército Libre Sirio y una amplia panoplia de milicias yihadistas, suníes y chiíes: Ansar Al Islam, Ejército Islámico de Irak, Partido Baaz iraquí, Ejército de Naqshbandi, Frente Al Nusra, Hamás, Hezbolá, Ahrar Al Sham… sin olvidar a las milicias kurdas que tan importante papel han desarrollado, primero con el comercio de crudo del EI en el mercado negro y segundo en la lucha actual contra el mismo EI apoyados por los EEUU.

En este totum revolutum, el Ejército Sirio había perdido importantes territorios en los últimos años, situación que evidentemente cambió a partir del apoyo directo ruso. Desde el primer momento,  el público pudo observar a través de imágenes en los medios de comunicación y por internet, las acciones militares rusas, más de mil seiscientos ataques aéreos sobre cerca de dos mil objetivos terroristas, descritas con minucioso detalle por el portavoz del Ministerio de Defensa Igor Konashenkov. Esta forma de proceder se encontraba inserta en un conjunto de acciones  que acompañan a la hoja de ruta fijada por Vladimir Putin y los euroasianistas presentada en el Club Internacional de Debate de Valdai, Sochi,  a saber: liberar a Siria de terroristas, lograr el compromiso de los jefes de Estado árabes de luchar contra movimientos yihadistas, apoyo financiero a Siria para evitar el éxodo de emigrantes y, en el trastero de todo ello, el deseo de empujar a Rusia a un nivel de potencia mundial reconocida. Para esto último, no se dudó en presentar ante el mundo la capacidad militar desde las bases de Tartus, Jmeimim, Jableh, Latakia y de Hama, empleando aviones de combate de quinta generación T-50, competidores directos de los  F-22 Y F-35 useños, además de reforzar la capacidad nuclear y presentar el nuevo carro de combate T-95 Armata, también competidor de su homónimo Abrams.

Pero la guerra de Siria ha traído muchas más consecuencias, ya que la anterior de Libia consiguió entre otras cosas, aproximar a Rusia con China y  fortalecer la Unión Euroasiática, apoyo importante para su política gasística hacia el gigante asiático si las ventas hacia Occidente decrecen. De igual modo, Rusia intenta recomponer sus flotas del Mediterráneo desde la base naval de Tartus, la del Mar Negro desde Sebastopol, y la del Báltico desde Kaliningrado; el eje estratégico ruso en Europa.

EEUU, por su parte, y en palabras del general Philip Breedlove, debería reforzar las dos brigadas de más de tres mil hombres que se encuentran en “la nueva Europa” que decía el ex Secretario de Estado de Defensa Donald Rumsfeld, así como modernizar el arsenal nuclear acorde con lo que está haciendo Rusia. En similares términos se expresó el Secretario de Defensa Ashton Carter con respecto a la necesidad de revisar los programas de entrenamiento de los EEUU en el Irak y demás milicias en Siria y que no han dado los frutos deseados por una escasa “voluntad de vencer”, razón entendible cuando la mayor parte son sunníes que deberían luchar contra los sunníes del Estado Islámico.

Irán por su parte, se ha convertido en un actor de primer orden en el conflicto y ello es debido a varios factores que se comentarán seguidamente: en primer lugar, la consabida relación de la minoría alauita siria pro chiíta con Irán, que forma parte de un triángulo de poder de este último junto a los hutíes pro chiítas del Yemen; en segundo lugar, el intento de control por parte de  Irán sobre la bolsa de gas de South Pars, en el Golfo Pérsico y en frente de Qatar, el estrecho de Ormuz y la salida del trafico naval por un lado, así como  la zona hutí de Yemen salida y entrada del tráfico en el Mar Rojo por otro; en tercer lugar, la acción exterior a través de grupos terroristas como Hezbolá, que operan con diversos nombres en Líbano, en el hijaz de Arabia Saudita y en el ya mencionado Yemen de los hutíes, que extienden los tentáculos iraníes por la zona.

Demonizado Irán desde la revolución de Jomeini, que en los años ochenta fijó la atención y esfuerzo de los EEUU en ella, obviando o considerando de menor peligro el desarrollo de grupos terroristas suníes en los países árabes controlados por ellos, tras el embargo económico al que se vio sometido en la época de Almanideyah por el desarrollo del programa nuclear, en recientes semanas, ya con Hassan Rowhani, se ha convertido en un nuevo amigo de Occidente, dispuesto  a suministrar petróleo y gas a bajo precio  así como  cumplir con las normas de las inspecciones sobre su programa nuclear, todo ello tras el papel moderado y forzado en sus respuestas a las muertes en las avalanchas de la Meca en septiembre de 2015, la mayoría chiíes, que supuso una amenaza de Irán sobre Arabia Saudita, incluso de respuesta militar.

No obstante a todo lo anterior, el asunto del control sobre el yacimiento de South Pars, con los dos proyectos de gaseoductos contrapuestos, uno de Irán y otro de Qatar, siguen estando detrás, en el trasfondo de la guerra de Siria. Una zona donde se encuentran diversos yacimientos de gas alrededor de la isla de Chipre y en la que éste último junto con Israel, Egipto, Rusia y Noruega, compiten por hacerse con el monopolio de la explotación por sectores marítimos.

Antes de la guerra de Siria, este país se hallaba inmerso en el proyecto de la “Estrategia de los cuatro mares” con Irán, Turquía y Azerbaiyán, potenciando centros en Homs, Damasco y Alepo, unidos al estudio de la construcción en 2011 de un gaseoducto que enlazaría Irán e Irak con Siria, sin olvidar la intensificación en el intercambio de crudo prevista en el año 2013 entre Moscú y Damasco para atraer a Siria a la Unión Euroasiática.

Parece clara la postura de alineamiento de muchos países en torno a Siria o contra ella, en función de los intereses compartidos o contrapuestos en el control, importación y exportación de gas y petróleo. La guerra de Siria ha aflorado la conformación de dos claros bloques político-militares  con países de todos los continentes.

8 de abril de 2016


























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