4 de Enero de 2013
Bosnia 20 años después
Col. Carlos Calvo González-Regueral
Jefe del Estado Mayor. Brigada Logística
El pasado otoño se cumplieron 20 años desde que la primera unidad militar española desplegara en el marco de la fuerza de protección de Naciones Unidas en el territorio de Bosnia-Herzegovina. Aunque la participación española en la ex-Yugoslavia se había iniciado prácticamente desde el inicio de la guerra civil, hasta octubre de 1992 se había limitado a una aportación reducida de observadores militares o monitores en el marco de la misión de la Unión Europea. El despliegue de la Agrupación Táctica Málaga representaba un punto de inflexión puesto que se trataba del primer despliegue de una unidad militar española en el exterior en muchos años. A día de hoy todavía permanece en el territorio bosnio una reducida misión de cuadros de mando en asesoramiento de las Fuerzas Militares de ese país.
Más allá de los 23 muertos, 89 heridos, más de 46.000 participantes y cerca de 2.000 millones de euros invertidos, podemos preguntarnos, transcurrido un periodo de tiempo suficiente, qué ha aportado el esfuerzo realizado en las sucesivas misiones en Bosnia-Herzegovina tanto a los militares españoles, como al Ejército de Tierra y, también, a la sociedad española.
Desde el punto de vista individual todos los participantes hemos quedado, en mayor o menor medida, marcados por una experiencia que nos abría las puertas a desarrollar una carrera profesional muy diferente de la que nos planteábamos cuando nos incorporamos al Ejército; una experiencia tremendamente enriquecedora desde el punto de vista militar y personal y unas vivencias que nos han mostrado la cara más negra del ser humano pero también el valor del esfuerzo, la camaradería y la solidaridad. También hemos olvidado nuestros “complejos” al tratar con otros Ejércitos a los que considerábamos diferentes o mejor preparados, cuando lo único que tenían era una mayor experiencia.
Para el Ejército de Tierra la operación en Bosnia representó un verdadero punto de inflexión. El Ejército de reclutamiento obligatorio, anclado en la defensa del territorio y con una limitada vocación exterior ha dado paso a un Ejército plenamente profesional, con gran capacidad de proyección y dispuesto a defender los intereses de España más allá de nuestras fronteras de acuerdo con las decisiones políticas que en cada momento se determinen.
Desde el punto de vista de la preparación, el ciclo de adiestramiento rutinario sin una finalidad clara que se realizaba hasta primeros de la década de 1990 ha dado paso a una preparación mucho más realista orientada a la misión. Las unidades operativas se han homogeneizado en cuanto a preparación y todas tienen un excelente nivel, olvidando ese Ejército de dos velocidades que teníamos en aquel momento.
Desde el punto de vista del equipamiento los avances han sido notables. Nuestro caballo de batalla durante estos 20 años en operaciones, el BMR, mostró ser un medio fiable, nuestro vestuario y equipo ha mejorado y el apoyo logístico necesario para el sostenimiento de las unidades y los materiales en operaciones se ha orientado a capacidades desplegables relegando poco a poco el carácter territorial y estático sobre el que se basaba nuestra logística cuando se inició la participación en UNPROFOR.
Desde el punto de vista del personal no sólo disponemos de un personal con una cualificación mayor, totalmente equiparable a la de otros Ejércitos, sino que además se trata de personal profesional en todos los empleos, cuerpos y escalas. No olvidemos que una de las razones, aunque no la única, de la profesionalización plena de las FAS se encuentra en la limitada capacidad de participación en operaciones exteriores que se tenía manteniendo un modelo de reclutamiento obligatorio o un sistema mixto. No debemos dejar citar en este papel la integración de la mujer en nuestras Unidades que actualmente está plenamente asumida y hace dos décadas era meramente testimonial o anecdótica.
Desde el punto de vista de estructuras, el modelo de Agrupación Táctica ideado para la AGT Málaga se ha ido consolidando, con las lógicas evoluciones derivadas de las características de los diferentes escenarios, y ha sido la base sobre la que estructurar de forma modular las capacidades requeridas en cada momento. El planeamiento y conducción de las operaciones, que en aquellos momentos se realizaba desde una óptica puramente específica, ha evolucionado de tal manera que actualmente tiene un carácter más conjunto.
Pero si tanto a nivel individual como desde el punto de vista de organización los militares hemos evolucionado, también lo ha hecho la sociedad. Recordemos que la valoración de los españoles hacia sus FAS entre 1975 y 1990 no era especialmente alta y, sin embargo, hoy en día somos la institución más valorada. Tras ese reconocimiento social está en buena medida la participación en operaciones exteriores que se inició en Bosnia y se ha continuado por muchas otras zonas de conflicto. Hemos podido explicar nuestro papel y se ha producido un acercamiento real entre los españoles y sus Fuerzas Armadas. La sociedad ha comprendido cual es el papel de los ejércitos, ha asimilado como natural que despleguemos fuera de nuestras fronteras en defensa de los intereses nacionales y los españoles se sienten orgullosos de sus Ejércitos.
Desde el punto de vista de la acción de gobierno la experiencia adquirida desde 1992 ha mostrado al nivel político la utilidad de las FAS como herramienta de la acción exterior del Estado. La cooperación cívico militar en operaciones, reducida cuando se inició la participación en BiH, es cada día más estrecha y, aunque en este aspecto queda mucho camino por recorrer, se han reforzado las relaciones entre unidades militares y organizaciones civiles tanto en territorio nacional, con carácter previo al despliegue, como posteriormente sobre el terreno durante el desarrollo de la operación. Nuestras autoridades y nuestras empresas han asimilado que la presencia militar allende nuestras fronteras permite abrir oportunidades de cara a la reconstrucción en las zonas de conflicto y facilita su presencia en programas de cooperación internacional, aunque en este ámbito todavía tengamos mucho camino por recorrer.
Para España el coste al que hemos aludido ha supuesto unos retornos que van más allá de los 60 millones de euros anuales que exportamos a BiH en bienes y servicios, una cantidad evidentemente pequeña. Nos hemos integrado plenamente en las estructuras de seguridad y defensa, jugamos un papel más activo en la esfera internacional y mantenemos presencia activa junto con nuestros socios en las zonas de conflicto dónde se juega la estabilidad de nuestra sociedad occidental.
Aunque todavía tenemos muchas cosas que debemos mejorar, más allá de un mero aniversario: los 20 años que se acaban de cumplir desde que los primeros componentes de la AGT Málaga iniciaron su misión han supuesto un hito que representó el inicio de un cambio de mentalidad en nuestros militares, nuestros Ejércitos y nuestra sociedad.
Zaragoza, 04 de enero de 2013.
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