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Observatorio PSyD

El observatorio opina

6 de Octubre de 2014

Acuerdo de Rusia y China 2014: cuando la realidad puede ser distinta a la existente.

Fernando Martín Cubel
Máster en Relaciones Internacionales.
Miembro de SEIPAZ

“En el color siempre cambiante del arbusto de Shara se recuerda la ley terrenal
de que toda gloria encuentra su fin.”
Heike Monogatari

Resulta absolutamente sorprendente ver la enorme fugacidad de las cosas, de las personas, de las ideas preestablecidas e instituciones en los tiempos de hoy, sobre todo en el ámbito de las relaciones internacionales en el que resulta harto complicado lograr un cierto grado de equilibrio y de perennidad en los conceptos, en las definiciones que se manejan a diario. Aspectos que resultaban ser simplemente estables y seguros se han transformado en frescos recuerdos de un reciente pasado engullido por la aceleración de los acontecimientos y por el intenso flujo de los mismos. Mi reflexión versará sobre esta cuestión y todo ello en lo que entiendo que  es  el nuevo papel de Rusia y China, considerados actores emergentes hasta este momento , pero,  tras  el acuerdo energético entre ambos estados, así como la firma del acuerdo de creación de la Unión Aduanera Euroasiática, en mayo de 2014, dejan entrever una posible modificación del actual status quo contemporáneo, dichos acuerdos pueden entenderse  como verdaderas acciones estratégicas de profundo calado que superan el marco global existente.

¿Acuerdos estratégicos de 2014?

Dentro de la IV Conferencia sobre Interacción y Desarrollo de la Confianza en Asia 2014 (foro de seguridad y cooperación regional) en Shangai, Rusia y China han firmado un acuerdo energético de primer orden mundial entre uno de los mayores exportadores de productos energéticos y uno de los principales consumidores de energía. En concreto, supone que cerca de 30.000 metros cúbicos de gas sean suministrados a China durante 30 años, cuestión capital para el desarrollo futuro de este país y su progresiva transformación económica, el precio establecido es de 263 euros por 1.000 metros cúbicos. Estamos hablando de un acuerdo valorado en 400.000 millones de dólares y que permite, junto a las cuestiones de desarrollo de las correspondientes infraestructuras energéticas así como de gestión de los recursos energéticos contratados, dar cabida a otras cuestiones que han resultado de gran interés para los dos países y que presumen una apuesta decisiva por un progresivo incremento del comercio bilateral entre Rusia y China, que actualmente es de un 10% y que se prevé que pueda doblar en 2020, es decir acercarse a unas cifras de comercio superiores a los 200.000 millones de dólares. Francisco J. Ruiz González[1] señala otros aspectos interesantes de este acuerdo como la ampliación del metro de Moscú, en la que la “China Railways Construction Corporation” invertirá 1.700 millones de dólares. El fabricante chino de automóviles “Great Wall” invertirá 500 millones de dólares para instalar una factoría en Tula, el holding petroquímico ruso SIBUR construirá con SINOPEC una planta de caucho sintético en Shangai, la compañía de inversiones china HOPU firmó con “Metalloinvest” un memorando para la explotación de la mina de cobre de Udokan, y Rusia cederá tecnología aeronáutica a China para el desarrollo conjunto de un avión de pasajeros que compita con Boeing y Airbus. Sin olvidar la elaboración de una “Declaración conjunta sobre la nueva etapa de relaciones de actuación global y cooperación estratégica” en la que se cuestiona el actual modelo económico-financiero dominado por las instituciones de Breton Woods (FMI y Banco Mundial).

A su vez en Astaná (Kazajistán), el 29 de mayo de 2014, se ha procedido a la firma del acuerdo de creación de la Unión Aduanera Euroasiática entre Bielorrusia, Rusia y Kazajistán y a la espera que Armenia y Kirguizistán puedan integrarse en dicho espacio comercial que comenzará su andadura en enero de 2015. En dicho acuerdo, contempla la libre circulación de bienes, servicios, capitales y trabajadores entre los tres países firmantes y les compromete además a la cooperación en los principales ámbitos de la economía, tales como energía, transportes, industria y agricultura. Supone la integración de un mercado de más de 170 millones de personas y con importantes recursos energéticos globales.

Reflexiones

Pero, como bien sucede con todo acuerdo comercial entre protagonistas tan subrayables para la sociedad internacional como es el caso de Rusia y China, así como la firma del acuerdo de Astaná, no son acuerdos inocentes ya que abren innumerables interrogantes sobre el significado del mismo: ¿Permite a Rusia reforzar su capacidad de maniobra respecto a UE-EEUU? ¿Convierte a Rusia en un serio competidor energético para más de una de las monarquías del Golfo Pérsico, cómo puede alterar el mercado energético global? ¿Es una señal de que Europa pasa a ser la periferia del nuevo mundo que está creándose y qué consecuencias tiene para el espacio europeo? ¿Cómo debe ser visto el nacimiento de un nuevo espacio comercial en el este europeo-Cáucaso por UE? ¿Refuerza la acción y presencia de estos dos estados ante ciertos acontecimientos internacionales, como hemos podido observar en el caso de Libia o Siria? ¿Alguien podía pensar que China y Rusia permanecerían ancladas en su papel de potencias emergentes? ¿Podemos considerar que se inicia una variación en el espacio que ocupan  estos estados emergentes dentro del escenario global? ¿Qué modelos nos plantean frente a lo ya establecido, aspiran a tener un destacado papel dentro del respeto al status quo establecido? ¿Qué mecanismos de institucionalización global y regional van a generarse? ¿Alguien podía pensar en algún momento que resultaba lógico y racional el considerar a Rusia una potencia emergente? ¿Qué conlleva la cada vez mayor presencia de China en los mercados y mares del Sudeste Asiático?

Dejar al margen el impacto estratégico y político global que estos acuerdos comerciales tienen sería olvidar que parte de impulso de dichos conciertos tienen de fondo un calado estratégico, y en el que el juego de los intereses mutuos es realmente esencial para entender los pasos que tanto Rusia como China están llevando a cabo. Son dos visiones, tanto la rusa como la china, cercanas en cuestiones de seguridad internacional véase los ejemplos de Siria o Libia, aunque en el tema de Crimea no ha sido así; mantienen perfil similar en su actuación dentro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y sobre todo están comenzando a desarrollar un anclaje de intereses estratégicos –sobre todo energéticos- que permite pensar en un incremento de sus actuaciones y presencias en el escenario global, cada vez más visibles e intensas. Un aspecto en el que coinciden plenamente es en la cuestión de la diversificación energética, tanto para  China como gran consumidor como en el caso de Rusia como valedor de importantes reservas energéticas. A la vez, Rusia sin perder de vista su vecindad europea, centra su atención en el nuevo y progresivo asentamiento ruso dentro de la nueva “cuenca de Asia-Pacífico” a través del factor energético, espacio geoestratégico en el que hay cada vez una mayor demanda de necesidades energéticas no sólo en el ejemplo chino sino en otros como Indonesia, India,... A su vez, China desarrolla una política energética diversificada e intenta asegurar un mejor acceso a las fuentes energéticas mundiales que le permiten una mayor estabilidad y un incremento de su presencia en la esfera global.

Por ello, la cuestión sería plantearnos si ha llegado la hora de valorar que estos dos países han dejado de pertenecer al grupo de potencias emergentes y han comenzado a ser verdaderas potencias que quieren tener influencia, voz y presencia global, que han sabido aprovechar los beneficios y aspectos positivos del marco establecido dentro de los BRIC y de unas relaciones internacionales en las que aceptaban un conjunto de reglas del juego que  permitían un adecuado desarrollo como países y, por tanto, comienza a ser el momento de generar nuevos modelos y una presencia más significativa que la derivada de pertenecer a los países emergentes, dicha cuestión creo que podrá ser estudiada en el transcurso del tiempo en el que veremos cuáles son los pasos que van a seguir ante los complejos desafíos del actual escenario global.

9 de junio de 2014










[1] Francisco J. Ruiz González. Rusia: Del divorcio con Occidente a la luna de miel con China.



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