Cátedra Paz, Seguridad y Defensa

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Observatorio PSyD

El observatorio opina

24 de Junio de 2013

A vueltas con los numeritos

TCol Jesús Perdices Mañas
DIGENECO-Oficina presupuestaria

En esta ocasión intentaremos acercarnos a los famosos y no por ello conocidos presupuestos. Recurrentemente hay épocas del año en que nos encontramos continuamente el tema presupuestario. Podríamos incluso decir que nos acorrala y persigue en todos los ámbitos. Y también es una constante la queja de que son insuficientes, tanto si estamos en bonanza como en crisis económica. Nunca estamos satisfechos. Nos situamos en una continua ansiedad sobre la situación que nos atenaza e incluso bloquea intelectualmente hablando. ¡Qué difícil es ser feliz!

Para comenzar es fácil entender que los datos presupuestarios, tal como están presentados en las cámaras legislativas, son difíciles de comprender salvo para los conocedores de la legislación presupuestaria, sus actores y muy poquitos más. Son técnicamente hostiles para un común mortal. Cada loco con su tema.

Lo peor son los “profetas” que interpretan lo que consideran que hay, se supone que con buena intención, y nos confunden en un alto porcentaje de los casos. En España, los presupuestos sólo aportan cierta información sobre límite de gasto y sobre las políticas hacia las que van orientados, dependiendo de los acuerdos que nuestros legisladores adopten. 

Pero hasta el fin nadie es dichoso. Es decir, realmente sabremos en qué hemos empleado los recursos financieros. Por cierto, los que tenemos y, en muchos casos, los que no tenemos; los de nuestros descendientes: hijos, nietos, sobrinos y demás. Ya sé que pueden estar pensando que aunque preferiríamos verlo, la naturaleza nos va a privar de esa ocasión; aunque, al ritmo que van las cosas, quizá lo veamos y eso será una muy mala noticia por lo que implicaría para muchos sectores vitales.

Y hay algunos autores que se aventuran a intentar exponer la realidad o mejor dicho un intento de aproximación al esfuerzo realizado en algunos sectores. Y en particular en relación a los gastos en defensa (militar) a través del análisis de ejecución de presupuestos[1]. Independientemente de las cifras que manejen, encontramos diferencias grandes; incluso muy grandes entre lo presupuestado y lo ejecutado. Sorprende como lo “estético” invade la información en aquellos momentos que citábamos arriba, mientras que la realidad queda olvidada. Entonces, ¿por qué sufrimos tanto? ¿Se han cumplido los objetivos vitales, básicos y demás?

Vamos a reflexionar. Para comenzar, la dinámica de la economía en la que el crecimiento era menor o mayor pero era crecimiento constantemente, ha sido rota. Con lo cual la recaudación por impuestos de todo tipo ha dejado de crecer e incluso ha provocado un hundimiento del recurso financiero propiamente dicho. La otra fuente de financiación es la deuda pública cuya devolución lo será en función de los retornos esperados en base al valor añadido que se producirá en el futuro; es decir, en base a la generación de ingresos que son esperados. La ruptura de ingresos y la perspectiva de incapacidad de lograr los extraordinarios nos trae a la situación actual. La confianza de los inversores, el que proporciona los recursos financieros que se añaden a los fiscales, ha disminuido drásticamente; su disposición a prestarnos es menor y más cara. Resumiendo: tenemos una gran disminución de capacidad financiera.

Continuando con la reflexión, en el otro lado de la balanza tenemos las necesidades. Como suelo decir en el aula: la “Carta a Sus Majestades los Reyes Magos”. ¡Cuántos buenos recuerdos, escribiéndola!; y alguna frustración el día de autos. Pues, me temo que estamos en una situación muy parecida e incluso más grave, porque ahora debemos llegar a un acuerdo sobre “los juguetes”: que si el estado del bienestar, los  parados, la defensa (militar), las infraestructuras, la educación, la … .Y los grupos de presión de todo tipo reclamando al unísono e incluso por medios poco aceptables: ¿qué hay de lo mío?

Ahora es cuando la “estética” hace su parte y se confeccionan unos numeritos que intenten tranquilizar al menos a la mayoría. Aunque ya se sabe que “el que más grita…”. Hasta aquí hemos prescindido de los números. Porque lo realmente interesante es hacer una buena presupuestación que sea realista en cuanto a los objetivos que pretende alcanzar con el límite de recursos a ellos dedicados. 

Realmente las crisis -y más ésta en particular- nos están forzando a ser ingeniosos y mucho más exquisitos. Porque es muy claro que, hasta que la economía recupere niveles de crecimiento suficientes para generar recursos tributarios excedentes, para cubrir los gastos del propio ejercicio presupuestario, más los requeridos para devolver los consumidos “a cuenta” y financiados con deuda pública; debemos conformarnos con cubrir los mínimos. Es aquí donde está el núcleo de la cuestión: definir dónde ponemos las famosas “líneas rojas”; o del color que queramos mientras sean realistas y fundamentadas en necesidades, capacidades y objetivos en el largo plazo. Hay que superar ese constante cortoplacismo que tantos esfuerzos intelectuales y económicos consume, por falta de una coherencia en el largo plazo. Por ejemplo, el definir una capacidad asistencial hospitalaria debe tener un horizonte de previsión de varias décadas. En el caso de plataformas militares: aviones, vehículos de combate, buques y demás; debemos tener en cuenta su ciclo de vida. Es decir, tenemos que evaluar y valorar además de la adquisición (diseño, construcción y puesta en servicio) su ciclo de vida (mantenimiento, sostenimiento, actualizaciones y adaptaciones) y su desmilitarización y desarme.

Las crisis proporcionan oportunidades en el sentido de discriminar y redefinir, así como impulsar acciones. Puesto que la unión hace la fuerza, es una buena ocasión para trabajar con nuestros socios europeos en estos aspectos relativos a seguridad y defensa. Además de la estructura política, se podría intentar evolucionar hacia una realista defensa compartida. Y es un buen aspecto el de dimensionar nuestras capacidades como si estuviéramos integrados en una estructura defensiva supranacional. Se han dado pasos en política monetaria y política fiscal. Es la Europa de los “pasitos” donde hemos ido aportando soberanía y las Directivas del Consejo son de obligada trasposición. Luego podemos continuar en la misma senda de integración y aportar soluciones realistas y económicas, a la vez que eficaces e incluso eficientes, dentro del ámbito comunitario.

Hemos visto sin “numeritos” que los “numeritos” provocan confusión y sólo tras un análisis posterior nos reflejan algo, tampoco demasiado, de la realidad. Por otro lado, también hemos hablado de la crisis y la disminución de las disponibilidades financieras. Lo que nos proporciona la oportunidad de repensar tanto las necesidades como el nivel de capacidades a alcanzar y mantener en el tiempo de una forma realista; en ambos sentidos de necesidad y capacidad. También hemos apuntado la necesidad de compartir capacidades, puesto que somos socios con otros que también tienen el mismo problema financiero. Después de aportar posibles vías de trabajo, encontraremos soluciones que nos permitirán entender de una forma más precisa el estado de la cuestión, sin que tengamos que dar vueltas a los “numeritos”.

Madrid 24 de junio 2013

[1] Vamos a citar aquí tres de entre estos estudios: Cosidó Gutierrez, Ignacio. El gasto militar. El presupuesto de defensa en España (1982-1992). Eudema. 1994. Pérez Muinelo, Francisco. El gasto de defensa en España (1946-2009). Ministerio de Defensa 2009. Perdices Mañas, Jesús A. “La financiación de la defensa en España: 1977-2007” en “El Ministerio de Defensa. Creación, desarrollo y consolidación” por el Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado de la UNED. Madrid 2008.      

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