Peace, Security and Defence Chair

Español English

Observatorio PSyD

The observatory says

27th of February 2019

¿Vientos de guerra en Venezuela?

Javier Jiménez Olmos
Doctor en Paz y seguridad internacional

  Introducción.

Estados Unidos con el Gobierno Trump no descarta la intervención militar en Venezuela. Aunque algunos países como España, que sí han reconocido a Guaidó como presidente de ese país, se desmarcan tajantemente de esa vía militar. Los norteamericanos han planeado su estrategia para, llegado el caso, usar la fuerza para imponer su “sentido de la democracia y los derechos humanos”, como ya lo han hecho en otras ocasiones. A esa escalada de tensión y amenazas del uso de la fuerza se une la posible reacción del ejército venezolano que, al menos entre la alta oficialidad, parece inquebrantable a la hora de defender el régimen chavista. Por si faltaba poco para el ambiente incendiario, Trump ha nombrado Elliot Abrams enviado especial para restaurar la democracia en Venezuela, un personaje con una más que dudosa aptitud para respetar los derechos humanos y las libertades, según consta en su historial.

La estrategia de seguridad norteamericana para Latinoamérica.

La estrategia del Comando Sur estadounidense señala las principales amenazas para la próxima década y su manera de abordarlas. Este Comando señaló, en esa estrategia diseñada en marzo del 2018, a Bolivia, Cuba y Venezuela como posibles peligros. En ella también se considera prioritaria la lucha contra el narcotráfico. Para el Comando Sur también es una amenaza la presencia de China, Irán y Rusia en el continente americano. Esta estrategia está en consonancia con la Estrategia de Defensa Nacional de 2018 y la Estrategia de Seguridad Nacional para 2017-2018 de los Estados Unidos.

Los Estados Unidos tienen cientos de bases militares en todo el mundo (se calcula que unas 800, aunque no se tienen datos oficiales). En Latinoamérica se calculan unas 70, distribuidas en Panamá, Puerto Rico, Colombia y Perú. Además de la IV Flota que controla los mares caribeños. Para los norteamericanos la región del Caribe y América del Sur son primordiales para sus intereses económicos y estratégicos. El control del Canal de Panamá y los recursos naturales como el petróleo de Venezuela constituyen una prioridad, además de controlar la situación en un área donde sus competidores Rusia y China están avanzando.

El control de Colombia y Brasil es clave para la estrategia de seguridad norteamericana. Dos países limítrofes con Venezuela, con gobiernos afines a la política norteamericana. Brasil es el país que mayor presupuesto militar tiene de la región, seguido de Colombia y Argentina. Brasil con Bolsonaro al frente constituye un excelente aliado de los norteamericanos, como también lo es el colombiano Iván Duque.  Por tanto, es más que evidente que los Estados Unidos rodean a Venezuela caso de tener efectuar una “intervención humanitaria”.

El ejército venezolano.

Por el momento, parece que las fuerzas armadas venezolanas siguen apoyando a Maduro, aunque permanece la duda si este apoyo será definitivo o por el contrario habrá una división, propiciada principalmente por algunos oficiales de menor rango y la tropa, que en general parecen también sufrir las penurias del resto de la sociedad venezolana.

El comportamiento del ejército venezolano es fundamental para comprender el devenir de la política venezolana. Desde su independencia, los militares venezolanos participaron en golpes de Estado durante la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, desde 1958, no hubo ninguno hasta el intento que precisamente protagonizó Hugo Chávez en 1992. Intentona que fracasó y le costó dos años de cárcel, aunque posteriormente fue indultado, se presentó a las elecciones y fue elegido presidente de la República en 1998.

Chávez como militar de carrera que era, durante sus mandatos de 1999 a 2013 cuando falleció siendo presidente, abordó una profunda reforma de las fuerzas armadas. Su plan era conseguir que los militares formaran parte de la estructura política-social de Venezuela, de tal modo que siguieran las directrices que de su dirección presidencial. Maduro ha intentado seguir en esa línea con los militares, por lo que muchos oficiales de alto rango ocupan posiciones de responsabilidad dentro de su gobierno. Por ejemplo, el General Vladimir Padrino, Ministro de Defensa y el General Remigio Ceballos es el Comandante de La Estrategia Operacional.

La doctrina militar oficial se basa en el lema chavista que imbuye a todos los miembros de las fuerzas armadas en un “patriotismo popular y anti-imperialista”. Unas fuerzas armadas que alcanzan unos 350.000 efectivos. Estados Unidos dejó de ser su principal proveedor de material en 2006 debido a una prohibición por parte de la Administración de ese país,  por lo que Rusia aprovechó la ocasión para convertirse en abastecedor del ejército venezolano con armas ligeras y pesadas, desde rifles de asalto hasta aviones de combate, tanques y misiles. Sin embargo, en los últimos tiempos es China su principal abastecedor, suministrándole equipos de comunicación aviones y helicópteros, entre otros materiales.

Algunos militares de alto rango están en puestos claves para la gobernabilidad del país, incluidos la distribución de alimentos y servicios, y de la responsabilidad de la compañía estatal de petróleos PDVSA, dirigida por el General Manuel Quevedo, que es además el jefe de la Guardia Nacional. Los militares ocupan un tercio de las carteras ministeriales. Los militares también controlan la televisión estatal, un banco, grupo inmobiliario, parte del sector minero y el gas. Es una forma de repartir privilegios para, seguramente, comprar voluntades incondicionales.
Pero estos beneficios no llegan a todos los militares, los de medio y bajo rango sufren las mismas penurias que el resto de los venezolanos, por lo que su apoyo incondicional a Maduro está puesto en duda. A los bajos salarios se une una escasez de medios significantes que les impide desarrollar su profesión con dignidad y seguridad.

Para evitar que el descontento en las filas militares los servicios de inteligencia trabajan para detectar los agitadores contra Maduro. Aunque se sabe que ha habido detenciones, se desconoce el número de ellas. También se ha hablado de numerosas deserciones sin precisar cuántas. Un panorama incierto, que puede conducir a una división del ejército con el consiguiente peligro de enfrentamientos armados.

Elliot Abrams: “un campeón de la democracia” para salvar a Venezuela.

El Secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, ha nombrado a Elliot Abrams, “para ayudar a los venezolanos a restaurar la democracia y prosperidad en su país”. Abrams pertenece a la escuela de los neoconservadores (neocon) provenientes de la era Reagan y que reemergieron durante el mandato de George W. Bush. Se caracterizan por su anticomunismo radical y su liberalismo económico. La ideología neocon, como cualquier fundamentalismo, utiliza la emotividad para llegar al corazón de los individuos, para lo que se vale de las modernas técnicas de comunicación y de la industria del entretenimiento. Su publicidad se basa en su apasionada defensa de las libertades y los derechos humanos.

Elliot Abrams tiene un amplio historial de ayudar a esos propósitos en América Latina. En los años ochenta trabajó colaboró con la administración Reagan. Estuvo implicado en el caso de la venta ilegal de armas a Irán para conseguir fondos para la Contra nicaragüense. Fue condenado por este asunto, aunque posteriormente fue perdonado por Bush (hijo). La Contra fue responsable de miles de asesinatos durante una década en Nicaragua. Curiosamente, el cargo que ocupaba durante el gobierno Reagan era el de asesor, del Secretario de Estado, para los derechos humanos y asuntos humanitarios.

También, durante el periodo de presidencia de Reagan, trabajó como responsable para los derechos humanos y libertades en el Salvador, donde los escuadrones paramilitares asesinaron a millares de salvadoreños. A recordar la masacre de El Mozote en diciembre de 1981, donde murieron asesinadas unas 800 personas. Abrams consideró que esta matanza nunca había tenido lugar.

Guatemala fue otro país donde actuó en nombre de los derechos humanos. Allí, en 1983, apoyó al dictador Efrain Rios Montt, convicto por genocidio por el asesinato y desaparición de miles de guatemaltecos. Pero no acaba aquí su “extraordinario currículum humanitario” porque en Honduras se le atribuye el apoyo a los batallones paramilitares encargados de “hacer limpieza” entre los disidentes durante los ochenta. Sin olvidar que apoyó de un modo entusiasta la invasión de Irak y la represión israelí contra los palestinos.

Sin duda, Trump ha encontrado el personaje ideal para resolver el conflicto venezolano de acuerdo con su especial manera de concebir la defensa de los derechos humanos y las libertades.

Conclusión.

Un panorama desolador desde el punto de vista de la resolución pacífica de conflictos. Una carrera hacia un desastre en el que se verán perjudicados los sufridos habitantes de Venezuela. Con una intervención militar para resolver una crisis humanitaria se conseguiría extender la crisis a toda la región en una guerra de consecuencias imprevisibles, no solo por la injerencia norteamericana y la respuesta de los defensores del chavismo, sino por la implicación de terceros países de la región y otras potencias internacionales como Rusia y China.

No cabe otra solución pacífica que intentar e diálogo a través de una mediación eficaz que consiga la convocatoria de elecciones limpias y libres, para conseguir un periodo de transición pacífico, con la supervisión de organismos internacionales acreditados. Todo ello sin olvidar la necesaria ayuda humanitaria que pasa por la supresión de las sanciones que afectan al abastecimiento de alimentos y medicinas.

‹ Back

Cátedra Paz, Seguridad y Defensa - Universidad de Zaragoza Gobierno de España - Ministerio de Defensa