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15th of February 2017

¿Son compatibles el interés nacional y la solidaridad con los aliados?

Miguel Peco Yeste
Doctor en Seguridad Internacional.
Profesor asociado de Geopolítica y Estrategia en la Universidad Complutense de Madrid.

En el Reino Unido lo tienen muy claro. No hay más que echar un vistazo a la página web de la delegación de este país en la OTAN para darse cuenta de que no hay dilema alguno entre interés de seguridad nacional y seguridad colectiva. Tal y como ahí se dice, el papel principal de la delegación británica en dicha organización es “[…] to promote British interests in NATO and to keep informed […] about NATO discussions.” Y para promover dichos intereses no hay mejor estrategia que trabajar para que los aliados los compartan. “Our mission is to ensure that NATO remains fit to serve as the bedrock of the UK’s […] and that NATO military operations meet UK strategic objectives.” [1].

La postura británica en relación con la Alianza tiene sus particularidades, sin duda, en la misma medida que sus condicionantes estratégicos son también particulares. Así, mientras que el Reino Unido puede permitirse que la OTAN se constituya en la piedra angular de su Defensa, otros países –como por ejemplo España- necesitan por el momento más de una piedra angular. Por otro lado, las respectivas contribuciones nacionales al presupuesto de la organización también delimitan el margen de liderazgo e influencia interna, y en este sentido el Reino Unido es uno de los principales contribuyentes. Pero, en cualquier caso, no deja de ser sorprendente la firmeza y determinación del Reino Unido a la hora de promover su interés nacional, ya sea dentro de la OTAN o en otros ámbitos aliados.

La postura española en este sentido también es sorprendente, pero por generosa. Concretamente, se llega a diferenciar e incluso desvincular el interés nacional de los intereses compartidos, justificando frecuentemente estos últimos en aras de la contribución a la seguridad internacional, o incluso con una finalidad solidaria. El texto de la Estrategia Nacional de Seguridad (2013) constituye un buen reflejo de esta tendencia, ya sea por la constatación explícita de dicha diferenciación entre unos y otros intereses, por propugnar la necesidad de conjugarlos entre sí, e incluso por reconocer la obligación de participar en operaciones de gestión de crisis “[…] en calidad de socio solidario” [2]. Sólo una escueta frase “Se llevarán a cabo actuaciones que contribuyan a la acción exterior del Estado y a la posición internacional de España”, en el apartado de Defensa Nacional, da a entender que la clave podría encontrarse en otro documento, la Estrategia de Acción Exterior (2014). Y efectivamente, “Promover y proyectar nuestros valores e intereses” es la segunda de las cuatro prioridades de la acción exterior que se allí se constatan [3]. La decepción, no obstante, llega cuando leyendo el apartado correspondiente se advierte que, a diferencia de las otras tres prioridades, en ésta no se establecen las líneas de acción a seguir para alcanzarla, sino su finalidad. Al contrario, por consiguiente, de toda norma de buenos oficios a la hora de elaborar cualquier estrategia.

Esta tendencia a desvincular el interés nacional de los intereses compartidos no es nueva y, de hecho, en el pasado ha habido intentos de contrarrestarla de manera contundente. Uno de ellos lo podemos encontrar en la Directiva de Defensa Nacional de 2012, aún en vigor por no haberse renovado en 2016. Así, el apartado dedicado a los objetivos de la política de Defensa comienza con una categórica aserción: “La primera contribución de España a la paz y seguridad internacional no es otra que garantizar la propia con fortaleza y decisión […]” [4]. En ninguna de las Directivas anteriormente publicadas se había utilizado un lenguaje tan taxativo, lo que da lugar a entrever una intencionalidad inequívoca al respecto. No obstante estos intentos, la constatación de esta separación entre intereses nacionales e intereses compartidos “[…] en virtud de nuestra pertenencia a organizaciones internacionales […]”, es un síntoma de la consolidación de la anteriormente mencionada tendencia [5].   

Compromiso y solidaridad con los aliados son aspectos muy importantes en la arquitectura de la seguridad internacional, sin duda, pero no hay que confundir los objetivos con medios necesarios para alcanzarlos. La seguridad internacional sólo tiene sentido para los países contribuyentes en la medida que garantiza, o al menos incrementa, la seguridad individual. Dicho con otras palabras, los intereses no nacen como consecuencia de la pertenencia a organizaciones internacionales, sino que, por el contrario, la pertenencia a dichas organizaciones es consecuencia de que existen intereses nacionales que se revelan como compartidos. En este contexto, solidaridad y compromiso podrían ser un medio para fortalecer vínculos con los aliados, alcanzándose beneficios mutuos que, posteriormente, revertirán en la seguridad propia. Pero nunca un fin por sí mismo, que es donde parece apuntar la mencionada tendencia a desvincular y separar dichos compromisos del interés nacional.

En definitiva, sin menoscabo de la necesaria solidaridad con los países aliados, es necesario tomar conciencia de que formar parte del sistema de seguridad internacional obedece a motivos de interés nacional. Y por tanto, las aportaciones a dicho sistema deben de decidirse de acuerdo a criterios de interés nacional. Entendiendo esto último de manera flexible y en sentido amplio, no es una tarea imposible. Como en el ejemplo con el que se inicia este artículo, quizá sea necesario un esfuerzo de influencia dirigido a que los intereses nacionales se conviertan en compartidos. Pero, en cualquier caso, la solidaridad internacional en materia de seguridad es como la caridad: cuando es bien entendida, comienza por uno mismo.

15 de febrero de 2017





[1] United Kingdom Joint Delegation to NATO: Sitio web. Disponible en: https://www.gov.uk/government/world/uk-joint-delegation-to-nato y https://www.gov.uk/government/world/organisations/uk-joint-delegation-to-nato. Ultimo acceso 09/01/2017.

[2] Presidencia del Gobierno: Estrategia de seguridad nacional. Un proyecto compartido, pp. 40 y 25. Madrid: Departamento de Seguridad Nacional, 2013.

[3] Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación: Estrategia de Acción Exterior, p. 43. Madrid, 2014.

[4] Presidencia del Gobierno: Directiva de Defensa Nacional 2012. Por una defensa necesaria, por una defensa responsable. p. 5. Madrid: 2012.

[5] Presidencia del Gobierno: Estrategia de seguridad nacional. Un proyecto compartido, p. 40. Madrid: Departamento de Seguridad Nacional, 2013.


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