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25th of November 2016

Seguridad en Asia Oriental: Si no crees en el dilema, te conviertes en el problema

Miguel Peco Yeste
Doctor en Seguridad Internacional.
Profesor asociado de Geopolítica y Estrategia en la Universidad Complutense Madrid.

Los asuntos de seguridad y defensa pueden llegar a ser muy paradójicos. Así, por ejemplo, cuando un actor estratégico adopta medidas encaminadas a incrementar su seguridad –aunque sus intenciones sean puramente defensivas- resulta que otros actores pueden percibir estas medidas como ofensivas y reaccionar en consecuencia. En definitiva, que la búsqueda de la seguridad por parte de un actor puede originar, paradójicamente, un contexto más inseguro para todos. Esta situación es conocida como “dilema de seguridad”, término acuñado por John Herz en 1950 y actualmente uno de los conceptos más importantes dentro de la disciplina de Seguridad Internacional[1]. 

Kim Jong-un –el dirigente norcoreano- no parece creer en el dilema de seguridad. No obstante, sí que lo está alimentando, especialmente durante los dos últimos meses. Así, Corea del Norte llevó a cabo su último ensayo nuclear el pasado 9 de septiembre. Se trata del quinto test de estas características desde que el país abandonó el Tratado de No Proliferación en 2006. La diferencia con las pruebas anteriores estriba, en primer lugar, en la potencia del dispositivo detonado. De acuerdo con algunas estimaciones, la explosión pudo alcanzar los 10 kilotones, una potencia similar a la de la bomba atómica lanzada sobre Nagasaki. La segunda diferencia es la declaración de intenciones. Según el comunicado emitido por el Instituto de Armas Nucleares norcoreano, lo que se probó fue una “[…] ojiva nuclear estandarizada para ser cargada en los cohetes balísticos estratégicos que disponen las unidades de artillería Hwasong de las fuerzas estratégicas del Ejército Popular de Corea”[2]. Poco después, el 15 y el 20 de octubre, fueron detectados sendos lanzamiento fallidos de lo que parecían ser misiles Hwasong-10, más conocidos como Musudan[3]. El Musudan es un misil balístico de alcance intermedio (IRBM, por sus siglas en inglés) con un radio entre 3.000 y 4.000 km. y, por tanto, capaz de alcanzar buena parte de Asia-Pacífico e incluso las proximidades de Alaska.  Pero más preocupante es que, en opinión de algunos expertos, las anteriores pruebas podrían corresponder en realidad a misiles balísticos intercontinentales (ICBM) del tipo KN-08 (o Rodong C), cuyo alcance es de unos 6.000 km [4]. De hecho, Corea del Norte ya ha llevado a cabo exitosamente ensayos con motores para lanzaderas espaciales cuya tecnología es muy similar a la utilizada para desarrollar dichos ICBM [5].

¿Cuáles son los objetivos del régimen norcoreano? Hasta el momento, las autoridades del país han buscado desarrollar una capacidad disuasoria que prevenga una posible invasión del territorio y consiguiente derrocamiento del régimen por parte de los EEUU. Y la manera de conseguirla es dotándose de misiles con ojivas nucleares capaces de alcanzar suelo norteamericano. Sin embargo, el último ensayo nuclear se ha centrado en la estandarización de un dispositivo que “[…] permite producir comoquiera [sic] en cantidades necesarias los diferentes tipos de ojivas nucleares minimizadas, aligeradas y diversificadas […]” [6] En otras palabras, una estandarización que permitiría en el futuro el desarrollo de una fuerza de misiles estratégicos equipados con ojivas nucleares.

Lo anterior lleva a preguntarse si Corea del Norte continua apostando por la conocida como “disuasión mínima” o si, por el contrario, está ampliando su abanico de opciones nucleares, incluyendo la de primer ataque (“first strike”). En realidad, el desarrollo de una fuerza de misiles estratégicos podría ser, simplemente, una medida básica para salvaguardar la capacidad de réplica, capacidad que puede verse mermada tanto por la actuación de los sistemas de defensa antimisil como por un posible ataque contra dichos misiles en tierra. En otras palabras, se trataría de multiplicar las existencias para que, en el peor de los casos, alguno de los misiles quedara en condiciones de alcanzar su objetivo. A diferencia de los misiles lanzados desde submarinos –también disponibles por Corea del Norte, por cierto- los ICBM,s que se lanzan desde instalaciones fijas o móviles en tierra son muy vulnerables a dichos ataques. Por tanto, y a pesar de la declaración de intenciones, no se puede asegurar que el régimen norcoreano haya sobrepasado el umbral de la disuasión mínima que mantenía hasta ahora.

Pero el dilema de seguridad es inexorable, especialmente cuando se incardina en ambiente nuclear. Independientemente de sus intenciones, Kim Jong-un está provocando una escalada de tensiones que podría acarrear serias consecuencias en la región. La fabricación en serie de armas nucleares, además de multiplicar las posibilidades de que sobrevivan a un ataque, puede interpretarse también como la intención de librar una guerra nuclear, donde las ideas de primer ataque o de réplica pierden ya su sentido. Corea del Sur, e incluso Japón, ambos bajo el paraguas de la “disuasión extendida” norteamericana, podrían empezar a dudar pronto de esta capacidad de disuasión y a pensar en su propio programa nuclear [7]. De momento, los surcoreanos ya han adelantado dos años la implantación de sistemas como el Kill Chain, para la detección temprana de posibles ataques, el KMPR, de represalias posteriores, y el KAMD, un sistema de defensa antimisil propio. China, por su parte, es extremadamente reticente a la instalación de sistemas antimisiles en la región y, en particular, con la posibilidad de que Corea del Sur adquiera el sistema norteamericano Terminal High-Altitude Area Defense (THAAD). De una u otra manera, la apuesta norcoreana no deja indiferente a nadie. Prueba de ello son las condenas unánimes en el Consejo de Seguridad el pasado mes de septiembre, así como la adopción, ya desde el mes de marzo, de uno de los más severos regímenes de sanciones nunca impuestos [8].

Al contrario de lo que puede parecer, la estrategia de Corea del Norte no es necesariamente irracional. Mostrar irracionalidad con respecto al empleo del arma nuclear es, precisamente, uno de los pocos recursos disponibles para disuadir a un adversario que es superior tanto en tecnología como en capacidades militares. Lo que ocurre es que esta especie de “estrategia del loco”9 exacerba el dilema de seguridad hasta límites insostenibles. Al ignorar el dilema, Corea del Norte se ha convertido en un problema de seguridad para toda la región de Asia Oriental, China incluida. Kim Jong-un, en su huida hacia adelante, está pisando el acelerador en un túnel que cada vez es más estrecho. Haría bien en tomar buena nota de la reciente sugerencia del presidente Obama de adoptar un proceso similar al de Irán. De lo contrario, cuando el régimen norcoreano se estrelle, la pregunta será ¿qué va a pasar con todo ese arsenal nuclear sin control?

25 de noviembre de 2016




[1] Herz, J. (1950), “Idealist Internationalism and the Security Dilemma”, World Politics, vol. 2, no. 2, 171–201.
[2] KCNA (2016), “Realizada con éxito la prueba de explosión de nueva ojiva nuclear en la RPDC”, 9 de septiembre.
[3] Reuters (2016), “U.S. detects failed North Korean missile test: Pentagon”, 15 de octubre. Yonhap (2016), “N. Korea's launch of Musudan missile ends in failure again: military”, 20 de octubre.
[4] Fifield, A. (2016), “Did North Korea just test missiles capable of hitting the US? Maybe”, The Washington Post, 26 de octubre.
[5] KCNA (2016), “Kim Jong Un dirige prueba en terreno de expulsión de motor para cohete transportador de satélite estacionario”, 20 de septiembre.
[6] KCNA (2016), “Realizada con éxito (…)”, 9 de septiembre.
[7] “Disuasión extendida” es aquella supuestamente proporcionada por los EEUU a un tercer Estado, normalmente aliado, contra posibles acciones hostiles de otras potencias.
[8] Resolución del CSNU 2270 (2016), de 2 de marzo.
[9] La conocida como “Madman’s Theory” fue atribuida al presidente Richard Nixon, quien en 1969 estaba convencido que los soviéticos apoyarían las pretensiones norteamericanas en las conversaciones de paz en Vietnam si vieran en él una actitud amenazadora e impredecible con respecto al uso de armas nucleares.













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