Peace, Security and Defence Chair

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11th of October 2019

Riesgo de sinaptopatías en las Comunidades de Inteligencia y de Operaciones Especiales (primera parte)

Raúl Cesar Cancio Fernández
Académico Correspondiente Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.
Doctor en Derecho.
Letrado del Tribunal Supremo

Durante décadas, han sido medidos científicamente los cerebros de miles de especies animales, llegando a la conclusión de que un cerebro más grande contiene un número mayor de neuronas y, consecuentemente, una mayor complejidad que, a su vez, debería acarrear un mayor grado de inteligencia. Ahora bien, en la medida que el órgano crece, simultáneamente surgen otros problemas relacionados con el incremento en el número de neuronas, su conectividad y su consumo energético. Y es que, a mayor volumen cerebral, mayor número de interconexiones sinápticas serán necesarias para obtener el mayor rendimiento intelectual posible.

Algo parecido acaece en el ámbito de la inteligencia, en su acepción institucional,  como organización gubernamental encargada de dirigir, elaborar y procesar información de interés para sus respectivos países. Un desarrollo hipertrófico de estas Comunidades de Inteligencia sin las adecuadas sinapsis, en forma de coordinación y supervisión, está abocada al fracaso. Fiasco, por lo demás, absoluta y lamentablemente acreditado en nuestra reciente historia, cuando elementos del Escuadrón I-49 en Nueva York y de la Estación Alec en Washington, DC, las divisiones antiterroristas del FBI y la CIA, respectivamente, viajaban por el mundo porfiando por obtener información, aparentemente, en aras de un objetivo común: tratar de prevenir un ataque inminente en suelo estadounidense que, como de todos es sabido, se verificó trágicamente el 11-S.

En España, nuestra Comunidad de Inteligencia –sin incluir, de momento, la denominada Comunidad Ampliada de Inteligencia- está adquiriendo un volumen y una complejidad notables que, por ende, precisa de una coordinación que, en  ocasiones, no está claramente definida, con los riesgos y consecuencias que, tristemente, también se han evidenciado, verbigracia, en los atentados de Las Ramblas y Cambrils de 2017. Muy sintéticamente, nuestro organigrama de información podría estructurarse de la siguiente manera:

La Inteligencia Exterior: Con el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) como principal servicio, con un ámbito de actuación nacional e internacional, dentro del cual operan además la Oficina Nacional de Seguridad (ONS), la Oficina Nacional de Inteligencia y Contrainteligencia (ONIC) y el Centro Criptológico Nacional (CCN). Fundado en 2002 como consecuencia de la reestructuración del antiguo CESID (Centro Superior de Información de la Defensa), cuenta con alrededor de 3.500 agentes en su nómina de personal, de los cuales el 67% son hombres y el 33% mujeres. En la sede de la Cuesta de las Perdices de Madrid trabaja el 62%, un 5% en el resto de España, y un 24% en el extranjero, muchos como agregados culturales en las Embajadas y otros en servicios clandestinos. De todo este personal, el 62% es de origen civil y el resto militar.  La Casa, como se le conoce popularmente, está dirigida por el Secretario de Estado Director del CNI, asistido por una secretaría general de la que dependen las direcciones técnicas de Recursos, Inteligencia y Apoyo de la inteligencia, de la que cuelgan a su vez los Departamentos de Infraestructura Operativa (DIO) y de Acciones Operativas (DAO), con sus unidades KA.

Orgánicamente, el CNI ha dependido del Ministerio de Defensa hasta 2011, que pasó a jurisdicción del Ministerio de la Presidencia hasta 2018, cuando se adscribió nuevamente al Ministerio de Defensa, pese a no tener expresamente encomendada la tarea de inteligencia de defensa militar, que corresponde al Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (CIFAS), con un evidente riesgo de afloración de duplicidades y disfuncionalidades.

 La Inteligencia Interior se racima, dentro del Ministerio del Interior, en la Comisaría General de Información (CGI) y el Servicio de Información de la Guardia Civil (SIGC). En materia de inteligencia criminal, destaca la Unidad Central Operativa (UCO) y la Unidad Central de Inteligencia Criminal (UCIC), acogiendo asimismo el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO).

Por otra parte, el Ministerio de  Economía y Hacienda incorpora la Unidad de Inteligencia Financiera (SEPBLAC) y el Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA). Dentro del ámbito de la inteligencia interior debemos mencionar también las Unidades de Información en el seno de las Policías Autonómicas (Mozos de Escuadra, Ertzaintza y Policía Foral Navarra).

La Inteligencia Militar, finalmente, encabezada por el Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (CIFAS), (inteligencia estratégica), las Secciones y Divisiones de Inteligencia del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea (inteligencia estratégica, seguridad y contrainteligencia), y las Unidades de Inteligencia, encargadas de obtener la información sobre el terreno (inteligencia táctica).

Esta Comunidad de Inteligencia se complementa con el Departamento de Seguridad Nacional (DSN), que coordina los Organismos de Ciberseguridad de los Ministerios, Comunidades y Fuerzas de Seguridad, que a su vez, se amplía a la ya citada Comunidad Ampliada de Inteligencia, con entidades y recursos como HERTA (especialista en identificación biométrica); Software Detección; ISID; Centro Nacional de Excelencia de Ciberseguridad (en el campus de la UAM); Instituto Forense y de la Seguridad (ICFS) o la empresa CFLabs.

La coordinación de todo este entramado se deposita en diferentes organismos, que serían, en primer lugar, la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos de Inteligencia; el Consejo de Defensa Nacional y Comisión Interministerial de Defensa y el Consejo de Seguridad Nacional. Además, y a nivel supranacional, España está vinculada, en esta materia, por la Decisión 2000/642/JAI, de 17 de octubre; la Decisión Marco 2006/960/JAI, del Consejo, de 18 de diciembre y la Ley 31/2010, de 27 de julio, sobre simplificación del intercambio de información e inteligencia entre los servicios de seguridad de los Estados Miembros de la Unión.

En los Estados Unidos, como arquetipo de Comunidad de Inteligencia a nivel mundial, esta Comunidad Ampliada, a diferencia de lo que ocurre en España, viene regulada públicamente en cuanto a que oficinas civiles contribuyen obteniendo y analizando inteligencia; una Reserva de Inteligencia compuesta por todas aquellas personas que no están en activo en una agencia gubernamental pero contribuyen a los fines de la Comunidad de Inteligencia, formando parte de ese acervo 1.271 organizaciones gubernamentales, 1.931 empresas privadas en 10.000 localidades diferentes y más de 854.000 personas con acreditaciones de seguridad de alto secreto.

En el caso de España, es evidente que existe una Comunidad Ampliada de Inteligencia aunque no exista tal reconocimiento oficial, lo que se materializa en una Reserva de Inteligencia tanto de personas como de entidades o empresas utilizada a diario por parte de las agencias y organismos gubernamentales para aumentar la eficacia, eficiencia y efectividad de la misión que les ha sido encomendada.  La gran diferencia entre la Comunidad Ampliada de Inteligencia de Estados Unidos y de España es que la primera, además de oficial, está estructurada, protocolizada y organizada.

En conclusión,  los diferentes actores, públicos o privados, ya sean organizaciones o individuos, deberían estar más abiertos a colaborar, confiar y tejer redes de cooperación que permitan el intercambio ágil y fluido de información, la suma de esfuerzos y distribución óptima de recursos, así como la creación de una red nacional y transnacional de análisis y conocimiento que haga verdaderamente eficaz y eficiente a la Comunidad de Inteligencia en el cumplimiento de su misión y objetivos.

Para ello, es necesario tender puentes, líneas de colaboración, participación conjunta y cooperación permanente con diferentes actores públicos y privados, académicos y profesionales. Cualquier profesional de la llamada Comunidad Ampliada de Inteligencia es portador de un apreciable valor añadido, ya sea por sus conocimientos o experiencia, por sus errores, lecciones aprendidas, trayectoria o, simplemente, por sus contactos. Se impone optimizar esta valiosa reserva de inteligencia, racionalizándola, sistematizándola y protocolizándola en aras de lograr una mayor eficiencia que, en fin, redunde en garantizar más eficazmente la seguridad de los todos los ciudadanos (continuará).

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