Peace, Security and Defence Chair

Español English

Observatorio PSyD

The observatory says

10th of October 2018

Paraguay: una sociedad dividida en la carrera por la paridad democrática

Silvia de Felix
Periodista (*)

Paraguay renueva legislatura retomando el debate de la representatividad femenina en la escena política, una asignatura pendiente en este país del Cono Sur de tradición católica y conservadora en el que históricamente la mujer ha ocupado roles tradicionales alejados de los puestos de decisión.

El Senado, en colaboración con numerosas organizaciones de la sociedad civil, presentó el 8 de marzo de 2016, haciendo coincidir la fecha con el Día Internacional de la Mujer, el proyecto de Ley de Paridad Democrática, con el que se busca que la mitad de los cargos de representación política sean ocupados por mujeres. Han transcurrido dos años desde que el primer borrador viera la luz y el debate de opiniones encontradas entre el Senado y la Cámara de Diputados refleja la división social que arrastra el país en materia de género.

El proyecto presentado por los senadores establece cuotas del 50 por ciento de hombres y 50 por ciento de mujeres en los cargos de elección, de designación y en la selección del funcionariado público. Las mujeres tendrían igualdad de oportunidades para contrataciones y nombramientos, mientras que los movimientos, partidos políticos, alianzas y concertaciones electorales incorporarían la alternancia de sexos en las listas a las elecciones internas. La igualdad se aplicaría además al gabinete de la Presidencia de la República, donde ministerios y secretarías deben estar integrados al 50 por ciento por hombres y mujeres.

En la última revisión de la ley en la Cámara de Diputados, en junio de 2018, los legisladores aprobaron una versión desvirtuada del texto original eliminando cualquier tipo de cuota y planteando promover la paridad con programas de capacitación de mujeres en liderazgo político y campañas de sensibilización “para eliminar conductas discriminatorias”. En septiembre los senadores se ratificaron en la versión del proyecto de ley y ahora queda en manos de los diputados, quienes deberán votar por mayoría absoluta de 41 votos el destino final de esta propuesta.

El debate de la Ley de Paridad Democrática en ambas Cámaras deja testimonio de la profunda división social que suscitan los temas de género y la confusión que rodea la igualdad de oportunidades en los puestos de decisión con otras reivindicaciones sociales como el matrimonio entre homosexuales o el derecho al aborto. Así, desde la reacia Cámara de Diputados, donde se vació de contenido el proyecto con mayoría de votos de diputados oficialistas del Partido Colorado – Asociación Nacional Republicana (ANR), el parlamentario José María Ibánez (ANR) esgrimía como argumento que la cuota suplantaría el mérito de la habilidad y la capacidad propia. “Si nos ponemos a pensar bien, resulta ser un insulto hacia aquellas mujeres que lograron metas en la función pública o en otros ámbitos por méritos propios”, indicaba, al tiempo que compartía sus sospechas de que detrás del proyecto se encuentran “lobbies internacionales de ideología de género”. Pero no todo son voces masculinas en el rechazo a establecer cuotas de representación para la mujer. La parlamentaria Olga Ferreira, del Movimiento Compromiso Ciudadano, defendía que “las mujeres heroicas y abnegadas de Paraguay nunca necesitaron una ley de paridad”.

Respaldando la posición del Senado, el legislador Víctor Ríos, del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), – principal partido de la oposición –, se sentía “criminalizado” por apoyar el proyecto. “Están diciendo que los que apoyamos esto somos abortistas (…), que somos antivida, antifamilia”, respondía en un debate parlamentario. “Pido más tolerancia. No tiene nada que ver con la ideología de género, ni del aborto, sino igualdad entre la mujer y el varón”, subrayaba.

Las candidatas, más virtuales que reales  

Paraguay ha conocido avances muy tímidos en la representación femenina en la vida política desde que en 1992 se promulgara la Constitución actualmente en vigor. Tras las elecciones generales del pasado 22 de abril, que dieron la victoria presidencial a Mario Abdo Benítez, sucesor del expresidente colorado Horacio Cartes, tan solo uno de cada cinco escaños en el Congreso está ocupado por una mujer. Además, en ninguno de los 17 departamentos del país ha resultado elegida una candidata.  

Aunque actualmente la Administración electoral – el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) – exige un 20 por ciento de representación femenina en las listas presentadas por las agrupaciones políticas a las elecciones, las candidatas son posicionadas en los últimos lugares de las listas, con poca o ninguna posibilidad de ser elegidas. La senadora izquierdista de Frente Guasu Esperanza Martínez, una de las redactoras del proyecto, lamentaba que las mujeres sean colocadas en las listas de candidaturas de los partidos en lugares estratégicos para que nunca sean electas. “Queremos estar al lado de los hombres, compartiendo las responsabilidades del Estado, porque sin poder no se transforma la sociedad”, exigía en una intervención pública posicionándose sobre este proyecto de ley.  

El recién elegido presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez, prometió durante la campaña electoral que su Gabinete presidencial respetaría la igualdad de género. Sin embargo, el actual gobierno está compuesto por diez ministros y tres ministras y parece difícil que en su agenda se cuelen cuestiones de género. En el discurso de investidura pronunciado el 15 de agosto, Abdo Benítez se declaró defensor de la familia tradicional. “Lo importante es cuidar y unir a las familias paraguayas porque es en el seno familiar donde se forja la verdadera identidad de la patria”. Los valores tradicionales imperan en una sociedad donde más del 90 por ciento de la población profesa el catolicismo, una de las comunidades católicas más importantes en Latinoamérica.  
Los roles y los estereotipos de género llevan anclados siglos en una sociedad patriarcal marcada por las guerras territoriales en la que se han forjado mitos en torno a la mujer como figura reproductora. “Las mujeres paraguayas son las más gloriosas de América”. Con esta frase se refería el Papa Francisco al rol que desempeñaron las paraguayas durante la guerra de la Triple Alianza (1864-1870), en la que el país libró una cruenta batalla con Brasil, Argentina y Uruguay perdiendo gran parte de la población masculina. En su última visita a Paraguay, el Pontífice dijo que “las madres paraguayas, con gran valor y abnegación, han sabido levantar un país derrotado, hundido y sumergido por una guerra inicua”. Las declaraciones del Papa no resultaron tan desubicadas en un país donde la historiografía siempre ha destacado la figura femenina como educadora, compañera y esposa fiel y repobladora de un territorio devastado por las confrontaciones bélicas.  

Una isla rodeada de tierra  

El escritor paraguayo más internacional, Augusto Roa Bastos, describía su país como una isla rodeada de tierra. Tal era, en opinión del literato, la insularidad, aislamiento e introspección que diferencian a Paraguay del resto de países del Cono Sur. En la carrera por la igualdad en la representación femenina en cargos políticos, Paraguay se desmarcaría de nuevo de sus vecinos si finalmente la Cámara de Diputados aprueba la Ley de Paridad Democrática sin fijar cuotas.  

El exsenador argentino Sebastián Galmarini, impulsor de la Ley de Paridad Democrática en este país, visitó Paraguay al final del verano para intercambiar experiencias y analizar logros y desafíos de la aplicación de la ley en este país. Así, explicaba que Mar de Plata pasó de tener un 100 por cien de hombres en el poder a la incorporación de mujeres en un 40 por ciento. De igual manera, el promotor argentino de esta ley comentaba que a raíz de la sanción del proyecto empezaron a surgir en las distintas provincias debates sobre la necesidad de la paridad en otras esferas de toma de decisión, como por ejemplo, en los gremios. “Hay una gran necesidad de igualar, incluir y dar un acto de justicia a las mujeres que son el 50 por ciento del padrón. Sin la incorporación de las mujeres difícilmente tengamos políticas públicas democráticas. Tenemos casi la mitad de la población con dificultades de acceso real a lugares de decisión”, manifestaba Galmarini en declaraciones públicas a los medios.  

En el continuo vaivén entre Cámaras que ha sufrido el proyecto de ley en los últimos dos años, los diputados tendrán la última palabra. O bien aceptan el proyecto de ley tal y como propone el Senado en su redacción primigenia, o, por el contrario y con mucha probabilidad, optan por aprobar una ley vacía de contenido que deje la promoción de igualdad en materia política en un simple brindis al sol.  

Mientras tanto, seguirán flotando en el aire cuestiones pendientes de resolución que revelan el desarrollo y madurez de una democracia: ¿qué impide a la mujer participar en igualdad de condiciones que el hombre en todos los niveles de decisión del país? ¿está discriminado el liderazgo femenino en el siglo XXI? ¿Es masculina la aptitud para ejercer el liderazgo político?  

(*) Observadora electoral y consultora internacional en materia de elecciones y medios de comunicación. Ha participado en la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea para las elecciones generales del 22 de abril en Paraguay.

Download PDF document:

‹ Back

Cátedra Paz, Seguridad y Defensa - Universidad de Zaragoza Gobierno de España - Ministerio de Defensa