Peace, Security and Defence Chair

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20th of March 2019

Otra vez los conflictos entre India y Pakistán ¿casualidad?

Jorge Garris Mozota
Doctor en Historia y Politólogo

En el terreno de la geopolítica las acciones que ocurren en determinada área del planeta, rara vez no van a la par de otras que suceden inmediatamente antes o después, en el tiempo y en el espacio; y es que para lograr determinados objetivos sobre un país es necesario actuar contra sus aliados o países de apoyo.

Cuando en el año 2011 se iniciaba la guerra en Siria, con los EEUU, Rusia, el Estado Islámico e Irán, como principales actores implicados, en el año 2013 se produjeron las manifestaciones del Euromaidán en Kiev, Ucrania, donde una muchedumbre depuso del poder al primer ministro prorruso Yanukovich. Ello provocó la consiguiente reacción de Rusia con la guerra de Donbáss en 2014, y el desvío de fuerza y atención sobre el conflicto de Siria.

De similar modo, una vez establecido un segundo “eje del mal” entre Venezuela, Nicaragua y Cuba, dando paso a una nueva “primavera árabe”, esta vez en el continente americano; las acciones sobre el régimen bolivariano del presidente Maduro, con el apoyo al  ya reconocido por muchos países como el nuevo presidente del país, Guaidó, deben de tener sus otros ejes de presión en otras zonas geográficas.

En relación con ello, India es el segundo país comprador de petróleo venezolano tras los propios EEUU. Estos últimos compran a pesar de las sanciones económicas y de bloqueo sobre Venezuela, ya que el petróleo de este país supera al de esquisto norteamericano en calidad.

Por ello, no es de extrañar que cada cierto tiempo, y por circunstancias diferentes aunque entrelazadas, surja en la escena internacional el sempiterno conflicto entre India y Pakistán.
El origen del mismo, como se sabe, remonta al año 1947, cuando la Inteligencia británica, muy sagaz en crear disidencias y fracturas en aquellos lugares donde su poder decrece o se cuestiona, y a la vista de las numerosas revueltas separatistas que ocurrían en su Raj  (el extenso territorio que desde el año 1936 comprendía la India, Pakistán, Sri Lanka, Bangladesh y Nepal) decidió crear dos países en 1947: la India y Pakistán, el primero para los hindúes y sijes y el segundo para los musulmanes.

Ello originó numerosos éxodos de población, sobre los catorce millones de personas, así como matanzas y abusos que afectaron a cerca de un millón de personas, dentro de un clima de odio y venganza que a día de hoy es evidente que resta mucho de cicatrizar.

La región donde en mayor grado se produjo todo lo descrito fue la de Jammu y Cachemira. Aquí es donde se han desarrollado los principales conflictos fronterizos y de disputa territorial. El origen se remonta al mismo año 1947, cuando sucedió la independencia del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, y en la cual este territorio de mayoría musulmana, bajo la égida de un majará hindú, fue ocupado por tribus pakistaníes que provocó la actuación de fuerzas hindúes seguidas por la de pakistaníes. El conflicto acabó con un alto el fuego y una partición del territorio en varias zonas bajo el control, de diferentes países como: India, Pakistán y China.

De ahí hasta nuestros días, se han ido sucediendo guerras tras la de 1947, como la de 1965, y sobre todo la de 1971, a causa de reconocer y apoyar la India la independencia de Bangladés, y las tensiones nunca han dejado de reaparecer en distintos momentos, todo ello agudizado por el ya conocido hecho de que ambos países son potencias nucleares.

Concretamente en el año 1974, la India realizó la primera prueba nuclear de fisión llamada Smiling Buddha y actualmente podría contar con cerca de 80 ojivas activas. Del mismo modo, Pakistán realizó su primera prueba en el año 1998 con el Chagai-I, donde se ensayaron seis armas de fisión intensificada, con lo que en la actualidad podría contar con cerca de un centenar de ojivas activas.

Pero es también muy conocido el estadio real de Pakistán, no ya solo como país musulmán, sino como una teocracia, tal cual lo establece su Constitución de 1973, en el artículo 227. A  ello se une la actividad de grupos terroristas en el país, muy importante la actividad de las madrassas, y el apoyo encubierto y a la vez de combate contra Al Qaeda;  todo ello hace de Pakistán uno de los países más tensos de la zona e incluso del mundo  y foco de terrorismo islamista, a pesar de los esfuerzos esgrimidos por el gobierno del país.
La India no acepta a Pakistán, y es más, sueña con su desaparición. A ello coadyuvan otros factores como el hecho de que Pakistán tiene a su vez problemas fronterizos con Afganistán, a cuenta de la línea Duran y de las reivindicaciones pastunes. Ello hace que la India pudiera pensar en potenciar dichas tensiones con el objetivo de forzar a Pakistán a luchar en dos frentes, debilitando su atención sobre Cachemira.

En todo este contexto, el 26 de febrero se produjo el ataque de doce cazas hindúes Mirage 2000 sobre un “campo terrorista” de Jaish-e-Mohammed, en Balakot, Pakistán, que se había atribuido la emboscada a un convoy policial hindú el 14 de febrero, y que fue seguido con la posterior respuesta pakistaní derribando aviones de la India. Se significa que desde hace tiempo existe una alianza entre India e Israel en la llamada “guerra contra el terrorismo” donde el segundo provee de armas al primero a la vez que entrenamiento en sus bases a numerosos comandos hindúes.

Si la India recibe apoyo de Israel para luchar contra Pakistán, donde EEUU no juega ninguna partida de entorpecimiento, también necesita del petróleo de Venezuela, y allí sí que topa con los intereses norteamericanos. Éstos necesitan derrocar al régimen bolivariano en Venezuela y las compras de petróleo por parte de la India suponen una vía de salvación para el régimen de Nicolás Maduro, que tampoco interesa a los EEUU, los cuales por su parte ya han iniciado hace tiempo una política de recortes de ayudas económicas y militares a Pakistán, país al que se pretende, atacando por diferentes flancos, debilitar y aislar; máxime cuando éste ya está en negociaciones de ayudas e inversiones con China y Rusia, los competidores directos de EEUU, en el marco del “corredor China-Pakistán”.

Con todo ello, se intenta por un lado involucrar a China en el conflicto, y en menor medida a Rusia, que  apoyarían a  Pakistán, y por otro, reforzar la colaboración India-Israel en su lucha contra el terrorismo islamista, disminuyendo a su vez y de forma indirecta el poder de la India y el hecho de ser un mercado de exportación para Venezuela.

Sin duda, las potencias pujantes en Asia son China y la India, y los EEUU necesitan de la segunda para competir con la primera, aunque todo ello, sin perder el control sobre los hindúes, ya que podrían convertirse en el 2030 en la segunda potencia económica, desbancando a los EEUU.

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