Peace, Security and Defence Chair

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12th of September 2018

LAS DOS COREAS, UNA ÚNICA VOZ, ¿PUEDE SER UNA REALIDAD NO MUY LEJANA?

MARTÍN CUBEL, FERNANDO
Máster en Relaciones Internacionales. Miembro de SEIPAZ

El territorio de la península de Corea mantiene una situación de auténtica anormalidad, y en estos momentos sin solución de continuidad. Dicha irregularidad emerge con la guerra chino-japonesa que supone la presencia del imperio japonés en su territorio a comienzos del siglo XX y hasta el final de la II Guerra Mundial, pasando por la Guerra de Corea y el Armisticio de 1953. Desde esta disrupción en la historia de esta península asiática hasta nuestros días, este territorio no ha recuperado en ningún momento su verdadera realidad como referente y unidad política, cultural, social asiática entre otros aspectos contaba antes de la presencia nipona.

El relato construido sobre su realidad, se ha circunscrito a las consecuencias derivadas de la Guerra Fría, el conflicto armado y la consecuente firma del armisticio de 1953, (del que este año se cumple su 65 aniversario); una narrativa que obvia que la propia península de Corea carece de voz propia desde mucho antes y por tanto postergando, una parte de realidad basada en una fractura que como ya bien he indicado se genera hace más de 100 años. Para que podamos tener una clara constatación de este hecho, en las manifestaciones que han venido produciéndose en las ciudades de Corea del Sur -resulta más difícil saber sobre manifestaciones ciudadanas en su vecina del norte- sus ciudadanos entre otras cuestiones por las que han salido a la calle  (como es la paz entre las dos coreas y el desmantelamiento del programa nuclear norcoreano) estaba la idea por la unificación política del territorio peninsular, en sus pancartas y banderitas aparecían las dos coreas bajo un mismo color. Cabe recordar, que dentro de las carteras ministeriales del actual gobierno del presidente Sr. Moon Jae-in, existe el denominado “Ministerio por la Unificación “, en definitiva un interés político por la unidad.

Las dos realidades que conviven dentro de la península asiática, han mantenido diversas cumbres, donde la búsqueda de un relato conjunto que permitiera la recuperación de la unidad política, social y cultural junto a la económica y estratégica han sido un auténtico fracaso para ambas partes. En la cumbre del año 2000, sus líderes Kim Jong-Il y Kim Dae-Jung establecieron un acuerdo pionero para la unificación de la península, y donde el programa nuclear quedaba en un papel secundario en la agenda de las dos coreas. En el segundo encuentro de alto nivel de las dos naciones en el año 2007, la necesidad de tratar una posible reunificación coreana quedaba al margen, ante la realidad incontestable del programa nuclear norcoreano y sus significativos avances, de nuevo fue como en el año 2000 una oportunidad perdida.

En estos momentos, y tras la apertura de una nueva ventana de oportunidad tras la imposición de un nuevo régimen sancionador a Corea del Norte –con el apoyo ante el Consejo de Seguridad de su socio estratégico, China- y la llegada al poder del nuevo líder surcoreano  Moon Jae-in, tenemos, una cierta distensión entre las dos caras de una misma moneda, y con un texto firmado por ambas partes como es la “Declaración de Panmunjom por la Paz, Prosperidad y Unificación de la Península Coreana”. Se ha generado un compromiso por ambas diplomacias en cuestiones de gran sensibilidad para los ciudadanos coreanos como es la separación de familias debido a la guerra (el actual líder surcoreano proviene de una familia refugiada norcoreana), y por tanto la reactivación del programa de reunión de familias separadas; y como no, en aspectos más prácticos como pueden ser la posible puesta en marcha de programas de modernización de las infraestructuras coreanas que permitan a la propia Corea del Sur estar conectada con el continente asiático para la actividad comercial (Las línea ferroviaria Gyeongui que conectaría con ferrocarril chino que llega a Europa y la línea ferroviaria Donghae que haría lo propio con el transiberiano ruso). A su vez, la participación conjunta en los próximos juegos asiáticos de 2018, o en el compromiso del Presidente Moon Jae-in en visitar Corea del Norte, este próximo otoño. Así mismo no llevar a cabo acciones de agresión o tensión, y, de una efectiva búsqueda de la paz entre ambas naciones, cuestión en la que se ven implicados terceros países caso de China y EEUU quienes tienen la responsabilidad de dar por finalizado el conflicto de Corea. En esta misma línea de actuación, las conversaciones mantenidas por ambos líderes coreanos se han centrado en el proceso de desnuclearización de la península coreana (en estos días, el régimen de Corea del Norte ha señalado su firme intención por cerrar la base de Punggye-ri, como centro de pruebas nucleares), cuestión que para el líder surcoreano resulta de sumo interés, lograr la progresiva desnuclearización de la península asiática, y como no, el cumplimiento del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares sin chantajes alguno.

Otro aspecto es cuál va a ser  el papel de países terceros en la cuestión de la península coreana, en especial de China y EEUU países cuyas relaciones - fricciones a través de la guerra comercial-, no pasan por su mejor momento;  y sin olvidar a otros como son Rusia y Japón. En sus agendas, no solo está finalizar un acuerdo de paz el conflicto de la península coreana, sino también el control dentro del ámbito de Naciones Unidas del desmantelamiento del programa nuclear de Corea del Norte.

Bien, pero ¿qué se piensa hacer ante la anomalía que ya dura más de cien años en esta península asiática? Un espacio que cuenta con dos modelos políticos, sociales,…, totalmente diferentes, que hasta ahora y antes de los profundos cambios estratégicos que se vienen produciendo en el Asia-Pacífico, parece permanecer al margen de cualquier transformación. A corto plazo los objetivos son claros en este año 2018, sin embargo persiste una cuestión como es la fractura artificial de un espacio humano. La declaración de Panmunjom, puede ser un primer escalón para la construcción de un posible y novedoso relato de la península coreana, que vaya poco a poco tejiendo las diferentes costuras de separación, pero también generando una voz única frente a la anomalía existente. Ello supondría un gran avance para la recuperación de todo el terreno perdido y deshacer un presente dividido en dos orillas opuestas: los costos reales del cambio en el ámbito político, económico, social, el impacto en la opinión pública, las consecuencias dentro del siempre complicado escenario regional, los beneficiados y perdedores, …, es un largo etcétera de cuestiones que surgen sobre la idea que en un futuro no muy lejano pueda recuperarse al menos ya no tanto la idea de la reunificación de las dos coreas sino de la existencia de un relato conjunto y propio, algo que tendría consecuencias profundas para el futuro estratégico del área. Para ello, los pasos entre los dos hermanos coreanos deberán ser sinceros, robustos, y las señales de confianza tendrán un  papel decisivo en la madurez de esta nueva etapa que intenta abrirse paso. La península de Corea cuenta con la oportunidad de no quedarse al margen de los cambios que desde comienzos de este siglo XX vienen produciéndose en su espacio regional.

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