Marta Fernández Sebastián
Máster en Política Internacional
Introducción En el año 2008, el incremento del número de ataques piratas en las costas somalíes puso en alerta a la Comunidad Internacional que comenzó a tomar medidas. Desde entonces se han ido desarrollando operaciones militares navales y terrestres en la zona con el objetivo de acabar con la amenaza que supone esta actividad pirática para la seguridad marítima internacional. Del mismo modo se están llevando a cabo algunos proyectos como “Youth and Risk Initiatives” promovido por el Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y UNICEF o “Norwegian Church Aid’s Livelyhoods to Piracy Project” que desarrollan también proyectos sociales destinados a los más jóvenes, que son a su vez los más vulnerables ante la piratería y otras actividades ilícitas llevadas a cabo en la región
[1].
Todos estos esfuerzos han conseguido un más que considerable descenso de la actividad en las aguas del Índico. Según datos del IMB, en 2013 se registraron seis ataques en el Golfo de Adén, siete en Somalia y dos en el Mar Rojo, cifras muy alejadas de los más de doscientos ataques perpetrados en el año 2011. Pero a pesar de esta reducción de la actividad, según la UNODC, la piratería continúa siendo una de las actividades más rentables en un país donde las alternativas legales son difíciles de encontrar
[2]. Se estima que en el año 2012 los pagos realizados por los rescates alcanzaron unas cifras que oscilan entre los 36 y los 40 millones de dólares
[3], hablamos de una cantidad muy considerable que no solo sirve para seguir financiando la piratería en la región, sino que envuelve a su vez la inversión en otro tipo de actividades ilícitas como el tráfico de drogas, armas, personas y el blanqueo de capitales. Además, el negocio de la piratería ha traspasado fronteras y en ciudades europeas podemos encontrar bufetes de abogados como
MAST ltd. [4], en Malta, o
Venture Risk Management [5] con oficinas en Londres, Tanzania, Kenia y Sudán del Sur que ofrecen servicios relacionados con secuestros y negociación denominados
“Kidnapping and Ransom Services” entre cuyos cometidos está aconsejar a los armadores sobre qué seguro les interesa contratar, dependiendo de la zona por la que vaya a transitar el barco o cómo contactar con la familia de la tripulación en caso de secuestro y la conducción de las negociaciones.
Por otro lado, a pesar de la reducción en el número de ataques y secuestros, según datos del IMB, a treinta y uno de diciembre de 2013 los piratas somalíes mantienen retenidos a sesenta y cuatro rehenes procedentes de barcos secuestrados entre 2010 y 2012, por lo que el dinero por el pago de rescates continúa aun entrando en Somalia.
Flujos Financieros del dinero de los secuestros.
De acuerdo con un estudio conjunto realizado por el Banco Mundial, la UNODC e INTERPOL, entre abril de 2005 y diciembre de 2012, la cantidad de dinero cobrada por los piratas somalíes relacionada con el pago de secuestros varía entre 339 y 413 millones de dólares
[6]. Dicha cantidad revela cómo la evolución de la piratería en la región ya no supone sólo una amenaza contra la seguridad marítima en la zona, sino que se ha convertido también en una actividad criminal que amenaza a la economía regional y también global.
Del mismo modo, el estudio muestra un diagrama explicativo sobre el flujo financiero que sigue el dinero obtenido a través de la piratería. Así, una vez que se ha cobrado un rescate entre un 0,01%-0,025% (30.000-75.000 dólares) se destina a las comunidades locales, a los piratas de menor nivel, que son los encargados de abordar los barcos y a las milicias terrestres. Los intérpretes reciben cantidades que oscilan entre los US$10.000-US$20.000 y el resto es para los inversores que son los mayores beneficiarios de las operaciones, porque son a su vez los que más arriesgan en ella.
Una vez cobrado el dinero se invierte de una manera u otra dependiendo del rango y nivel de los piratas. Los piratas de bajo nivel suelen gastarlo en ocio (coches, consumo de khat
[7], alcohol, prostitución…) y los financistas lo invierten en negocios legales como el khat (en Kenia, Somalia, Djibouti y Etiopia donde su comercio es legal), hoteles, transportes, petróleo e inmuebles; actividades ilegales: tráfico de personas o actividades relacionadas con los señores de la guerra y la financiación de nuevos actos de piratería
[8]. Hay que tener en cuenta que hablamos de elevadas cantidades de dinero por lo que estos piratas inversores tienen mucho cuidado a la hora de moverlo y sacarlo del país. Se trata de dinero conseguido bajo actividades ilícitas que se sirve de negocios legales, la porosidad de las fronteras y el recelo de las entidades financieras a desvelar el nombre de sus clientes hace que fluya libremente por el mercado, engordando las cuentas de los piratas y fomentando las actividades criminales. Llegados a este punto cabe preguntarse, ¿qué redes utilizan los piratas para sacar el dinero del país sin ser descubiertos? Uno de los métodos utilizados es el método hawala, un canal informal de transferencia de fondos de un lugar a otro a través de proveedores del servicio. La única restricción que tiene este método es que no acepta transacciones superiores a 1.000 dólares pero se puede dividir la operación en varias transacciones diferentes
[9].
Djibouti y Dubai son los principales puntos de tránsito para operaciones financieras relacionadas con Somalia. Una de las bases principales de la economía somalí es el comercio de ganado, sobre todo con países del Golfo, de ahí la importancia de Dubai en las transacciones económicas ya que muchas veces se sirven de actividades legales para desviar dinero ilegal, de este modo, un financista somalí envía desde Somalia una cantidad de dinero valorada en 4,5 millones de dólares a una contraparte en Dubai con la que supuestamente ha cerrado un negocio. Las contrapartes suelen ser somalíes de la diáspora. De esos 4,5 millones, 4 millones corresponden a dinero conseguido a través de métodos legales y el medio millón vienen de una fuente ilegal. La contraparte en Dubai deposita el medio millón de dinero ilegal en una cuenta que el somalí de Somalia tiene en Dubai y envía a Somalia los bienes que se hayan comprado con esos millones legales. De este modo en la cuenta de Dubai se va depositando el dinero conseguido ilícitamente que ha entrado en el país como dinero legal para pagar un servicio.
Esta es la manera más directa de blanquear el dinero, en otras ocasiones las transacciones se producen con la participación de más intermediarios lo que dificulta el seguimiento del capital
[10]. Tanto en Somalia como en Djibouti se pueden encontrar fácilmente sucursales bancarias que facilitan este tipo de transacciones, aunque niegan que trabajen con dinero ilegal o procedente de secuestros, sin embargo, estos procesos de reconocimiento presentan muchas dificultades y el dinero sale y entra de la región sin ningún tipo de problema.
Un tercer flujo de dinero, esta vez en efectivo, se produce aprovechando la porosidad de las fronteras entre Somalia y sus países vecinos. Se trata de zonas poco vigiladas que la mayoría de las veces no cuentan con carreteras propiamente dichas y que no sólo se utilizan para el tráfico de dinero, sino también para el de personas. Según el Ministerio de Comercio de Djibouti, cada año 70.000 inmigrantes ilegales cruzan desde Etiopia a Djibouti, desde donde son trasladados a Yemen y a Arabia Saudí
[11]. El dinero en efectivo a veces también se transporta en aviones que vuelan directamente a países extranjeros que aceptan grandes depósitos de dinero en efectivo y no cuentan en sus fronteras con un control muy riguroso del capital que entra en el país.
Conclusión.
La piratería es una actividad que mueve grandes cantidades de dinero y que sirven para seguir alimentando las actividades ilícitas. En párrafos anteriores hemos visto como ese dinero entra y sale de Somalia aprovechando negocios legales, la falta de control bancario o la porosidad fronteriza. Sin olvidar que aún quedan rehenes retenidos de secuestros anteriores por lo que es evidente que el dinero procedente de secuestros perpetrados por piratas sigue fluyendo en Somalia.
Teniendo en cuenta esto, y a pesar de los esperanzadores datos ofrecidos por el IMB acerca del descenso de la actividad pirata en la zona, la piratería sigue siendo una de las actividades más beneficiosas de Somalia y atenta contra la seguridad y la economía internacionales. Muchos son los esfuerzos que se están realizando hoy en día en la lucha contra la piratería pero habría que hacer más hincapié en la regulación y control de todos estos flujos de dinero que son los que realmente siguen alimentando la actividad. Este es el gran reto de todos aquellos países que sufren la piratería para lo que sin duda requieren de la cooperación internacional a la que no todos parecen estar dispuestos a contribuir.
18 de Febrero de 2014.
[1] ANYIMADU ADJOA.
Maritime Security in The Gulf of Guinea: Lessons learned from The Indian Ocean. Chatham House, July 2013 África 2013/02 p. 12.
[2] UNODC,
Transnational Organized Crime in East Africa: A threat Assessment, septiembre, 2013, p. 6
[3] Ibídem.
[4] MAST ltd. [En línea],
http://www.mast-commercial.com/services/, (consultada el 16 de febrero de 2014)
[5] Venture Risk Management. [En línea],
http://www.ventureriskmanagement.com/about-us/, (consultada el 16 de febrero de 2014)
[6] World Bank,
Pirate Trails. Tracking the illicit financial flows from pirate activities off the Horn of Africa, 2013, p. 3-45
[7] Planta con efectos narcóticos cultivada en varias zonas de África, muy consumida en Somalia. En 1980 la Organización Mundial de la Salud la declaró como droga por su alto contenido en anfetamina natural. En los países del Cuerno de África y en Yemen su consumo es muy popular.
[8] Ibídem, p.1 y 45
[9] Ibídem, p. 51
[10] Ibídem, pp. 53-54
[11] Ibídem, p. 5