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20th of May 2013

Dos pasos adelante, un gran salto atrás. Los asaltos sexuales en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos

David Corral
Periodista de TVE

En los últimos años las Fuerzas Armadas de Estados Unidos han dado dos grandes pasos por la integración y la normalización en materia sexual. El primero fue la derogación, por parte del presidente Obama, de la política conocida como “Don't ask, don't tell”. En ella se prohibía a cualquier militar homosexual o bisexual revelar su orientación sexual. También a los mandos superiores investigar la orientación sexual de sus subordinados a menos que se exhibiera un comportamiento “prohibido”. La segunda fue la plena incorporación de la mujer a las misiones de combate. Ambas se han visto ensombrecidas por una enorme vuelta atrás: los asaltos sexuales. Los datos recientemente conocidos están entre el escándalo y lo bochornoso. Mal comenzó el segundo mandato de Barack Obama al frente de la Casa Blanca. La aventura extramatrimonial del entonces jefe de la CIA, David Petraeus, y las supuestas “malas conductas” del general al mando de la ISAF, John Allen, dejaron al primero sin ser el Director y al segundo sin ser el principal mando militar de la OTAN y al presidente estadounidense sin dos de sus hombres fuertes en el relevo de sus administraciones. Pero peor ha sido la llegada de "Chuck" Hagel al Pentágono. En apenas tres meses en el cargo, el sustituto de Panetta no solo ha tenido que salvar precipicios fiscales… además ha tenido que sortear los abismos que plantean Siria, el “Caso de Bengasi” o los asaltos sexuales, considerados ya como una epidemia. En el informe bianual elaborado por el Pentágono, y que ha sido presentado hace unos días, se revela que el número estimado de “contactos sexuales no deseados” en el seno de las Fuerzas Armadas estadounidenses se elevó un 37%, de 19.100 en 2010 a 26.000 en 2012. De esas 26.000 víctimas, apenas 3.374 denunciaron las agresiones y tan solo 190 casos fueron sometidos a un consejo de guerra. El cálculo es que se cometen alrededor de 70 abusos sexuales al día y que una de cada cinco mujeres que trabajan para las Fuerzas Armadas ha sufrido algún tipo de ellos. La mayoría de estos casos son en el Cuerpo de Infantería de Marina, los Marines, donde el 30 por ciento de las mujeres sufre de abuso sexual, mientras que en las otras ramas de las Fuerzas Armadas el porcentaje es del 24 por ciento. Además, según los documentos aportados por el Pentágono, miles de víctimas no quieren salir a la luz y muchos hombres no denuncian por no ser acusados falsamente de ser homosexuales. El general Gary Patton, director de la Oficina de Prevención de delitos sexuales del Pentágono, ha afirmado que “los resultados de este reporte, junto con otras investigaciones recientes, demuestran que los ataques sexuales constituyen un problema persistente en las fuerzas armadas”. Conocidos los datos, el Secretario de Defensa de EE.UU., Chuck Hagel, ha declarado que las agresiones sexuales son “uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta el Ejército" estadounidense. Por ello ha ordenado que se reevalúe a todo el personal asignado a la prevención de agresiones sexuales, al de respuesta y a los reclutadores militares. Una de las últimas decisiones puesta en marcha por el Pentágono, el pasado abril, fue el “DoD Sexual Assault Prevention and Response Initiatives”. En Washington, congresistas y senadores no son ajenos al escándalo y al daño que causa tanto dentro como fuera de sus filas. Entre sus propuestas están reforzar las medidas de prevención y respuesta a las agresiones sexuales, acabar con la tradición que permite a los mandos militares revocar veredictos de culpabilidad sobre esta materia o endurecer el código de justicia militar para castigar con mayor contundencia las sanciones contra estas conductas. Tal es la dimensión del problema, y el fracaso de los programas de asistencia y supervisión, que la Casa Blanca ha convocado varias reuniones de alto nivel. En ellas el presidente estadounidense, y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de su país, ha sido categórico. Barack Obama ha afirmado que no habrá tolerancia en los casos de asaltos sexuales y que “habrá consecuencias” para los responsables ya que están “traicionando el uniforme que llevan puesto... necesitamos un cambio en toda la cadena de mando”. “Si descubrimos que alguien está involucrado en actos de este tipo, será responsabilizado. Será procesado, destituido del cargo, sometido a un consejo de guerra, despedido o separado de las fuerzas por conducta deshonrosa. Punto. Es inaceptable”, ha asegurado Obama. De momento, los dos últimos casos conocidos rozan el absurdo. Un coronel de la United States Air Force y un sargento del Army están siendo investigados. Ambos estaban encargados de vigilar y combatir los abusos sexuales en sus respectivas unidades. Sus casos podrían marcar un antes y un después y, como ha dicho el jefe de Estado Mayor Conjunto de EE.UU., el general Martin Dempsey, “para cambiar una cultura que se ha vuelto demasiado complaciente” dentro de las Fuerzas Armadas estadounidenses.

Madrid 20 de marzo de 2013

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