Hasta el pasado día 30 de septiembre de 2017, existía una relativa calma dentro del espacio europeo y en este caso de las propias instituciones comunitarias, que el asunto catalán simplemente era una cuestión menor dentro de la agenda de problemas a los que el proyecto europeo hacía frente, los propios estados miembros y sus máximos representantes daban un apoyo directo a la labor del gobierno español pero dentro de una línea de respeto a la soberanía de España y considerando que la cuestión social y política catalana representaba un problema doméstico, en el que se expresaba la opinión de que debía resolverse en España, el alemán Martin Shulz, como Presidente del Parlamento Europeo afirmaba en enero de 2016 que "la cuestión catalana debe debatirse en el marco de la Constitución española, puesto que uno de los elementos fundamentales de la UE, más allá de los tratados, es la existencia de textos constitucionales de los Estados miembros".

La UE con desafíos encima de la mesa como sus relaciones tensas con Rusia, los avances de los movimientos populistas y xenófobos, la cuestión crucial del Brexit, las políticas autoritarias de Polonia y Hungría, la presión migratoria y el acuerdo sobre refugiados con Turquía, su débil acción en conflictos como Siria, Libia…, y sin olvidar las acciones terroristas en territorio UE de miembros del DAESH, entre otras cuestiones. Se encuentra de pronto, que en un nuevo requiebro político, uno de los estados miembros más importantes dentro la UE como es el caso de España, está demostrando una tremenda incapacidad para dar una solución al problema de uno de sus territorios como es el caso de Cataluña.

El 1 de Octubre, fecha del denominado referéndum, ha provocado un cambio en la posición de la propia UE, desde un perfil bajo ante la cuestión política de Cataluña a señalar una incipiente preocupación por el rápido desarrollo de los acontecimientos y como no ante el impacto de las imágenes generadas en el día del referéndum. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, mantuvo una larga conversación por teléfono con el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, a quien transmitió su compromiso con "la unidad constitucional de España”; el primer ministro de Holanda, Mark Rutte, afirmaba que el Gobierno español estaba "en su derecho" de llevar a cabo las acciones en contra del referéndum ilegal de independencia en Cataluña, añadiendo, no obstante, que "era necesario el diálogo entre todas las partes". En Alemania, un portavoz de la canciller, Angela Merkel, confiaba en que la situación se calmase con rapidez en Cataluña "sobre la base del estado de derecho y el diálogo y, por supuesto, en el marco de la Constitución española".

Las propias instituciones europeas en el caso del Consejo Europeo así como la propia Comisión Europea han dado muestras de preocupación por el desarrollo de los acontecimientos, aunque bien es verdad que respetando las actuaciones del gobierno español y el derecho al libre ejercicio de las libertades.

Obviamente, la UE se encuentra enfrascada en una difícil negociación sobre la salida de uno de sus principales socios como es GBR, y en estos momentos no resulta fácil para la política interior de la UE tener que hacer frente a un problema como podría ser la salida de parte de un territorio de un determinado estado miembro con las consecuencias que ello acarrearía. Desde luego, a última hora de la noche del domingo, esta cuestión interna española ya no solo representaba un asunto doméstico de enorme gravedad, sino que  pasaba a ser un nuevo desafío en la UE: crisis política española, alto nivel de tensión social en Cataluña, falta de diálogo entre las partes, un largo etcétera que hace necesaria que la propia Unión Europea se vea obligada a “estar vigilante” ante la deriva de los acontecimientos, sobre todo si al final se produce una declaración unilateral de independencia a lo largo de esta semana. Los acontecimientos se suceden con un nivel de aceleración que supera a la capacidad de decisión política, donde la frustración, el odio, la fraudulenta utilización de los ciudadanos por la política institucional, la posibilidad de una buena información por parte de los medios de comunicación, ¿dónde queda la verdad?, el control de la narrativa y cómo es vista ésta más allá de las fronteras por otras opiniones públicas… Surgen voces sobre la posible mediación de la UE respecto a la deriva de los acontecimientos que vienen produciéndose en España. ¿Lo dudan ustedes?, la UE puede que tenga en un cercano horizonte y si nada ni nadie lo remedia un nuevo problema encima de la mesa donde y desde 2007 se intenta dar solución a la complejidad del proyecto europeo afectado por demasiados problemas de muy diferente naturaleza.

6 de octubre de 2017